BRAGA
“La violencia de género es una pandemia, la hemos calificado así de mucho antes, porque es un fenómeno, no hay país que esté exento de tener este flagelo», dijo la representante de ONU Mujeres en Chile, María Inés Salamanca.
Durante la tarde de ayer, la representante de ONU Mujeres en Chile, María Inés Salamanca, aseguró en conversación con Cooperativa, que la pandemia de Covid-19 ha impactado de forma diferenciada a hombres y mujeres, siendo estas últimas más afectadas sobre todo por el explosivo aumento en la violencia doméstica.
En este sentido, Salamanca abordó tanto el aumento de la violencia intrafamiliar como el desequilibrio en la distribución del trabajo doméstico. En torno a lo primero, la representante comentó que ven el panorama general con preocupación, debido a que existen “impactos diferenciados entre hombres y mujeres de la pandemia, podríamos mencionar varios ejemplos y uno de esos es la violencia contra las mujeres», dijo.
En torno a ello, recalcó que la ONU ya considera como pandemia la violencia contra la mujer. «Hay un aumento de las llamadas para recibir orientación, guía y para pedir auxilio y esto lo estamos viendo no solamente en América Latina, sino que incluso hay un informe del secretario general de la ONU que pone la pandemia dentro de otra pandemia. La violencia de género es una pandemia, la hemos calificado así de mucho antes, porque es un fenómeno, no hay país que esté exento de tener este flagelo», añadió.
La importancia de las tres ‘R’
La crisis del Covid-19 en este sentido, ha hecho claramente visible el hecho que hay una sobrecarga adicional sobre las mujeres, y que ese trabajo doméstico no remunerado que era invisible, hoy se ve más que nunca. «Vemos con preocupación que esta carga se intensifica, porque las mujeres tienen mayor carga del cuidado de niños y niñas, de personas mayores, que son un grupo objetivo de especial sensibilidad en la pandemia, y las personas que son enfermas o que tienen una enfermedad preexistente», añadió la representante de ONU Mujeres.
Además, explicó que en estos momentos se ve aún más “la importancia de las ‘tres R’: reconocer el trabajo doméstico no remunerado, una mayor redistribución al interior de los hogares y que exista una reducción de esa carga en las mujeres», planteó.
