BRAGA
“Entender la necesidad de una educación no sexista, es entender que estamos avanzando en prevención de violencia de género. Esto no es lavarle el cerebro a nadie, no es incorporar doctrinas, sino que es jugársela por prevenir y asegurar una vida libre de violencia a las niñas. Debiese ser algo que tiene que estar en la agenda pública, pero al día de hoy sigue siendo una deuda histórica”, manifiesta Vergara.
“Las niñas no gritan”, “las niñitas no usan ese vocabulario”, “las niñas no juegan a la pelota”, fueron las frases que la cofundadora de Niñas Valientes, Emilia Vergara, escuchó gran parte de su infancia. Sin embargo, hoy, empoderada y a cargo de la fundación, busca erradicar los estereotipos y roles de género en la educación para que niñas tengan el derecho a desarrollarse de manera libre y sin violencia.
En un mundo donde 1 de cada 2 niñas siente presión por verse linda y donde 4 de cada 10 ha dejado de hacer cosas por su aspecto físico, según advierte un estudio elaborado por ONU Mujeres y Dove en 2016, la labor de Vergara cobra sentido, puesto que, a través de Niñas Valientes, busca visibilizar la importancia de un proceso educativo libre de violencia machista, como un derecho que podría realmente incidir en la erradicación de la violencia hacia la mujer.
“Que puedan crecer siendo lo que quieran ser y no lo que la sociedad les dice que tienen que ser, que puedan desarrollarse de manera libre y que sepan que eso está bien. Que dejemos de formarlas y encasillarlas en estereotipos y roles de género”, es parte de la lucha que lleva Vergara hace ya tres años. Un mensaje que ha logrado transmitir a más de 7.000 niñas y mujeres alrededor de Chile.
Es por esta razón que, en un nuevo Mujeres Inolvidables, el especial semanal en donde destacamos las importantes hazañas de mujeres de la historia y el presente, visibilizamos su experiencia, trayectoria e impacto en la vida de miles de familias de nuestro país.
Créditos: Fundación Niñas Valientes
El trabajo de Niñas Valientes se genera por la violencia machista que todas hemos recibido de alguna forma u otra desde que somos niñas. En este sentido, a través de la organización, Vergara releva la necesidad de una educación libre de machismo, donde las niñas puedan decidir con libertad quiénes quieren ser, sin patrones ni roles de géneros impuestos.
Esta realidad que la activista busca erradicar no es ajena a su historia, pues como toda niña, ella también fue víctima del patriarcado en su niñez. “Desde muy pequeña me instalaron ciertos patrones, consecuencia de esta cultura patriarcal, respecto a cómo debiese verme, qué debiese usar, qué no debiese usar y qué estaba mal con mi cuerpo. Una construcción de autoestima muy ligada a la apariencia, porque me convencieron de que mi apariencia física era mi principal propuesta de valor”.
Emilia siempre ha sido futbolera. Es hincha de Universidad Católica, va a los partidos de su equipo favorito, usa como fondo de pantalla la insignia de los “cruzados” y juega a la pelota desde que tiene memoria.
Es precisamente esta pasión la que trae a su mente el primer recuerdo de cómo la violencia machista operaba a su corta edad. Pues, si bien su familia le incentivaba su gusto por el futbol, en su colegio religioso nunca la dejaron jugar a la pelota. “En mi colegio no había fútbol para mujeres, era solo para hombres. No podíamos siquiera jugar en el recreo, si veían una pelota con mujeres nos quitaban la pelota. Entonces de cierta manera había patrones que iban construyendo, moldeando y definiendo cómo debía ser”.
Por esta razón, todos los años esperaba con muchas ansias el único día especial, cuando el profesor de educación física les decía “esta es la clase en la que no hay reglas”. Ese era el único momento del año en que Emilia y sus compañeras podían tomar la pelota, que los niños poseían todo el año, e imaginar que era uno de sus ídolos de la Universidad Católica.
Durante toda su vida escolar, ella y otras alumnas del establecimiento religioso enviaron múltiples cartas a la dirección pidiendo que se pudiera generar una selección de fútbol femenina. Estas cartas nunca fueron aceptadas y, al día de hoy, el colegio jesuita ubicado en la comuna de Las Condes y que cuenta con una cancha atlética, no permite que niñas puedan jugar, pues “el fútbol es solo para niños”.
Créditos: Fundación Niñas Valientes
Esta escena y muchas otras la inspiraron a promover la lucha de Niñas Valientes, por un sistema educacional libre de machismo y que erradique los distintos tipos de violencia que se generan en su interior. Desde no dejar a las niñas jugar fútbol, hasta comentarios aludiendo a la imagen física que debiesen tener, es parte de lo que busca erradicar. Una lucha que llevan adelante a través de la realización de talleres y charlas en colegios, donde buscan transmitir la necesidad de que las niñas puedan desarrollarse libremente en un ambiente libre de violencia.
La responsabilidad del Estado
El artículo 28 de la Convención sobre los Derechos del Niño y la Niña, señala: “Los estados parte adoptarán cuantas medidas sean adecuadas para velar porque la disciplina escolar se administre de modo compatible con la dignidad humana del niño y en conformidad con la presente convención”, es decir, el sistema educativo debiese ser acorde a los mandatos internacionales y, por tanto, respetar la dignidad de las niñas y adolescentes de Chile.
No obstante, contrario a la convención, y según detalla un estudio de Fundación Semilla, 2 de cada 5 niñas ha sido discriminada en la sala de clases producto de estereotipos de género. Y, además, las niñas reciben 4 veces más presiones estereotipada que los niños en la sala de clases.
De esta forma, además de que la educación en Chile no está libre de patrones machistas que generan violencia en niñas y adolescentes, el Estado se ha desligado de su rol como garante de protección a los derechos de la infancia. Pues, al día de hoy, son organizaciones privadas como Niñas Valientes las que se hacen cargo de erradicar los estereotipos y roles de género en la educación que reciben las niñas. Es decir, son voluntades individuales, como las de Emilia, las que hoy luchan por un derecho fundamental que debiera asegurar el Estado.
“Entender la necesidad de una educación no sexista, es entender que estamos avanzando en prevención de violencia de género. Esto no es lavarle el cerebro a nadie, no es incorporar doctrinas, sino que es jugársela por prevenir y asegurar una vida libre de violencia a las niñas. Debiese ser algo que tiene que estar en la agenda pública, pero al día de hoy sigue siendo una deuda histórica”, manifiesta Emilia Vergara.
Así, los 87 talleres, más de 100 charlas y 20 programas desarrollados para instituciones educacionales, padres, madres y, por supuesto, niñas, son iniciativas que debieran considerarse por parte del Estado. Pues, asegurar el pleno desarrollo de niñas en un ambiente libre de violencia machista es un factor clave para erradicar la violencia hacia las mujeres en Chile.
