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El análisis de Lidia Casas en materia de violencia contra la mujer en un año marcado por un contexto pandémico BRAGA Créditos: Aton Chile

El análisis de Lidia Casas en materia de violencia contra la mujer en un año marcado por un contexto pandémico

Javiera Bruna
Por : Javiera Bruna Fonoaudióloga y Comunicadora
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Los efectos de la pandemia en las dinámicas que gestan la violencia contra la mujer en el espacio privado, los dispositivos de protección dispuestos para acudir en su ayuda, el marco legal y los asuntos pendientes en la materia, el rol de las instituciones privadas y públicas y los discursos que naturalizan la violencia, fueron algunos de los temas que Lidia Casas, directora del Centro de Derechos Humanos UDP desentrañó en El Mostrador Braga.


La directora del Centro de Derechos Humanos UDP, Lidia Casas, en el marco de una nueva conmemoración del Día en contra de la violencia hacia las mujeres, analizó algunos aspectos centrales que perpetúan esta violencia, tales como las dinámicas relacionales de las mujeres con sus agresores, la dependencia económica por un trabajo doméstico no remunerado, sumado a aspectos legales, institucionales y estructurales de la sociedad, todos ellos atomizados por la crisis sanitaria y las brechas digitales que han operado como una barrera en la búsqueda de instancias oficiales de ayuda.

Respecto a la crisis sanitaria, comentó que “la pandemia revela aquellas cuestiones que ya estaban y lo que hace en algunos casos es acentuarla de una manera importante o complejizar a las que ya tenían (…) revela cuestiones bastante más estructurales respecto de subordinación en que se encuentra la mujer y eso tiene que ver con relaciones interpersonales que las mujeres tienen frente a los hombres, situaciones que se van agravando producto del encierro”.

Para Casas esta situación que han tenido que vivir las mujeres en el encierro es una dinámica que se observa a nivel mundial, lo que representa por un lado la obligación de convivir con sus agresores obligadamente en el mismo espacio, y por otro, se traduce en la pérdida de espacios de “liberación momentánea” como eran el espacio laboral, familiar o el espacio público. Esto, como primer foco relevante en el análisis, los que continúan con la pertinencia de los mecanismos dispuestos para su protección y el funcionamiento de los mismos responsables a nivel público y privado.

Los puntos débiles en protección a la mujer durante el 2020

Si bien para la académica, la pandemia vino a poner sobre la mesa una serie de dinámicas que dan cuenta de la vulnerabilidad en que muchas mujeres viven diariamente, existen también responsabilidades compartidas en distintos niveles estructurales de la sociedad, cuyo actuar oportuno y eficaz puede definir el futuro de aquellas mujeres que enfrentan situaciones de violencia.

En tal sentido, Casas apunta a los dispositivos de protección dispuestos para las mujeres en casos de agresiones“ahí también vamos a ver las limitaciones de los dispositivos existentes; algunos de ellos tienen que ver con las posibles falencias de la ley, en el sentido que protege hasta donde brinda la ley”, expone y  pone en cuestión la eficacia de las instituciones en virtud de las normas jurídicas “si nosotros tenemos ciertas medidas de protección que puede adoptar el ministerio público, la pregunta es hasta dónde son eficaces para asegurar la vida de las mujeres” y apunta a la ineficiencia del sistema de resguardo policial señalando que “yo creo que hay una idea un tanto ingenua de que la ley resuelve los problemas que hoy día tenemos”.

Otro escoyo del mismo asunto, es la situación de las casas de acogida, en este nivel las condiciones para acceder a ellas se han modificado sustantivamente. De acuerdo a lo relatado por Casas, éstas tienen una capacidad muy limitada y no todas las mujeres cumplen con los requisitos para optar a estebeneficio. “El perfil de las mujeres que han empezado a llegar a las casas de acogida es distinto a lo que eran hace años atrás”, explica y profundiza respecto del aumento de mujeres inmigrantes, “hay muchas mujeres que son inmigrantes, con otras condiciones culturales en donde no necesariamente hay un acercamiento cultural sobre nuestras usuarias” y suma que “hay mujeres que vienen de situaciones donde el agresor tiene una historial prontuarial delictual y que las hace más complejas al interior de las casas de acogida”, por tanto este dispositivo de protección ha estado sujeto a modificaciones que lo han puesto en tensión respecto de su misión y capacidad.

“Tercero y que creo que tiene que ver con los elementos estructurales más profundos, es la cuestión más relativa a la dependencia económica, porque la pérdida de empleo y la dependencia económica no permiten que las mujeres puedan salir de relaciones violentas”, expone respecto de la precarización del trabajo y las escasas oportunidades de conseguir sustento a  través de vías como inserción laboral, lo que se ha agudizado con esta crisis sanitaria“no hay transferencias de dinero, como había en otros lugares, que les permita a las mujeres soportar al menos por unos meses la independencia económica”, dice.

Para finalizar este balance, la académica trae a la luz la condición “trabajo remoto” que marcó la pauta durante la pandemia, lo que sin duda obstaculizó el acceso a los servicios básicos y de ayuda de manera importante, “tenemos servicios que ya estaban debilitados antes de la pandemia, entonces bajo esta condición de crisis sanitaria lo hace más complejo, porque hay también una situación de brechas digitales para aquellas mujeres que no pueden tener buena cobertura, conectarse a la red, que no puedan tener terapias accesibles, que no puedan salir de sus hogares, etc.”, subraya.

Opinión sobre el desempeño del SernamEG

Otro asunto que estuvo en el ojo del huracán durante el 2020, fue la crisis institucional que vivió el Ministerio de la mujer y la equidad de género, que estuvo marcada por los tres nombramientos de titulares de la cartera los que fueron ampliamente criticados por las organizaciones de mujeres y feministas del país, a esto sumado la exigente evaluación a las acciones y campañas emprendidas por el ramo en materia de defensa de las mujeres en medio de la pandemia.

En esta línea Casas expresa, “yo creo que el SernamEG tomó algunas decisiones correctas, como un rápido esfuerzo para emular las campañas que se hicieron en otros países como España y Argentina, pero hay que recordar que vivió sus temblores justo en medio de la crisis, con un Ministerio y un liderazgo político muy debilitado, el que logra remontarse de alguna manera a partir de esta última ministra Zalaquett”.
“Entonces hay pistas, destellos de que sí saben que tienen que hacer algunas cosas y algunas campañas por ejemplo con lenguaje de señas o el silencio o la mascarilla fueron medidas rápidas a la situación de la pandemia” a esto rescata la búsqueda de opciones, como ampliar los puntos de ayuda a cajas vecinas para zonas rurales u otras. “Por lo tanto ahí hay una cierta lucidez de parte del Sernameg, pero ha sido más bien yo creo que una institucionalidad un tanto ausente, pero ha sido ausente porque tiene una debilidad desde la partida de este gobierno y de una imposibilidad de diálogo por distintas razones con el movimiento de mujeres, con las organizaciones de mujeres, con el movimiento feminista y que también está muy marcado por el rol que tuvo esa institución a partir del estallido social. O sea cero comprensión de una violencia de género cometida por parte de agentes del estado, entonces muy deslegitimada, pero como digo eso no quita de que tuvieron medidas oportunas y que van en la dirección correctas”.

El rol de Carabineros como primera instancia de denuncia

Lidia Casas también repasó el rol de carabineros en la detección temprana de situaciones de violencia y la forma en que las mujeres son partícipes o afectadas por la profunda crisis que sobrepasa la institución”(el manejo de carabineros) es un problema estructural, que no se resolverá con la ley, ese problema se resuelve in situ”, dice.

En este sentido, la académica aporta sobre un estudio realizado en 2018 que da cuenta de situaciones expuestas por fiscales respecto de situaciones que involucran el actuar de carabineros al recibir denuncias, a lo que concluye “entonces aquí hay un problema del camino de entrada, el que tiene múltiples problemas, pero no porque sea una vía incorrecta -si es que uno supone la existencia de una policía que está al servicio de la protección de los otros- pero cuando eso no se produce, se rompe una cadena necesaria para la protección”.

Esto correspondería a un problema estructural de la institución a su parecer y se refiere a uno de los casos más criticados durante la crisis sanitaria “o sea, cuando esa mujer en Pichilemu va y llama porque ha sido agredida sexualmente y finalmente carabineros la detiene a ella por infringir el toque de queda, eso es que no entienden nada, porque ya no es un problema de protocolos, es un problema de sentido común”, connotó.

Y aprovechó la instancia para problematizar acerca de los llamados por parte de un sector de la sociedad que ha cargado los dardos a desarmar por completo la institución de policías “La preocupación que yo tengo en el marco de toda esta crisis profunda en la institución de carabineros es que un estado de derecho no puede prescindir de la policía, entonces cuando dicen ‘lo que tenemos que hacer es simplemente echar abajo la institución’ lo que tenemos que saber e que el no tener una policía significa una desprotección enorme para un grupo importante a una población que se llaman ‘las mujeres’.

Para finalizar esta entrevista Lidia Casas construye el nexo de las problemáticas de género y las policías con el profundo contexto social que el país experimenta a partir del 18 O, expresando intranquilidad “mi preocupación en el marco de esta crisis social que Chile vive es que las mujeres hoy día están expuestas a más violencia, porque en alguna medida el discurso de violencia contra las mujeres ha avanzado en un cierto camino, pero también hay una normalización de la utilización de la violencia” lo que se potenciaría en ciertos espacios sociales “y en ciertos espacios sociales, la posibilidad del ingreso a controlar el uso de la violencia, hoy día es más complejo para la policía y por eso quiero problematizar sobre una crisis social donde hoy día la violencia está absolutamente normalizada y la posibilidad de la institución pública, estatal, la que sea, de ingresar para proteger también es nula”, evalúa.

Y aporta en miras a la construcción de una cultura preventiva y de reparación, “hoy día alentamos un discurso de prevención de la violencia”, connota y continúa“en la medida en que el movimiento de las mujeres ha hecho mucho más visible las demandas, su posicionamiento político ha generado niveles más públicas del rechazo a ese avance de las mujeres. Me parece que el espacio de lo que podríamos llamar “el análisis del año” es lo que se empezó a ver en las redes sociales o en seminarios, en cursos, en muchas charlas es el ingreso del ciber acoso y de una cultura cuya resistencia activa contra el discurso contra la violencia hacia las mujeres y eso creo que es parte del análisis del 2020 y de la pandemia”.

“Entonces el tema es que es una reacción que cada vez hemos visto más, algunas en la calle, en algunas de las marchas, pero esta vez en el espacio digital. Entonces ¿cómo tomarnos esa posibilidad de que no nos silencien? Y la forma del no silenciamiento frente a una situación que se produce aquí y ahora y responder, pero también es evidenciar que hoy día también hay una puesta en escena de sujetos que están claramente resintiendo estas demandas transformadoras y que tiene que ver con eso, su menosprecio se manifiesta también en actos de violencia”, cerró.

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