BRAGA
En nuestro país, según el estudio “Cifra negra de violencia sexual contra NNA”, en 2017 se estimaba que cada una hora 6 niñas sufren algún tipo de violencia sexual, hecho que para la escritora chilena Bruna Faro, no puede seguir ocurriendo, así como la discriminación de niñas y niños como seres de “primera o segunda categoría”.
“Basada en hechos reales” es una frase terrorífica de leer cuando el libro es Memorias de una niña Alba, escrito por la chilena Bruna Faro, quien, a través de la voz de Aurora, una niña de siete años cuenta las vivencias de maltrato infantil que sufrieron cientos de mujeres en el hogar de menores El Alba, ubicado en Osorno.
Hambre, abandono, abusos sexuales, violación y torturas son sólo algunas de las doloras experiencias que sufrieron estas niñas en plena dictadura, hecho que adportas del 8M y del proceso constituyente, toma más relevancia que nunca visibilizar, puesto que estas niñas, ahora ya adultas, jamás recibieron justicia ni reparación por los hechos traumáticos vivenciados.
Es por ello que en entrevistas #empoderadas, en El Mostrador Braga, conversamos con Bruna Faro sobre su obra, su proceso de investigación y los momentos más oscuros de la historia de Chile en las infancias de miles.
Según la Unicef, en Chile, el 73,6% de los niños, niñas y adolescentes (NNA) sufre violencia física o sicológica de parte de sus padres, familiares o conocidos. Esta cifra revela que el maltrato infantil es un problema complejo y doloroso que afecta a una mayoría de familias de nuestro país.
Más allá, según el estudio “Cifra negra de violencia sexual contra NNA”, en 2017 se estimaba que cada una hora 6 niñas sufren algún tipo de violencia sexual, además, a las niñas las violentan sexualmente 12 veces más que a los niños.
Esta es parte de la realidad que devela el libro de Faro, el cual le llevó años de trabajo investigativo en donde entrevistó a un sinnúmero de mujeres quienes estuvieron dispuestas a abrir sus heridas para testimoniar las vivencias por las que atravesaron en dicho “hogar”.
“En nuestra sociedad, ser una niña que pasó por el Sename, es tener casi una incapacidad, cuando una niña o niño sale adelante, va a la universidad, la gente no le cree que, por ejemplo, vivió en el Sename”, expresa Faro en la conversación.
A pesar de lo crudo, la solidaridad, sororidad y comprensión que se va dando entre las niñas a lo largo de la historia y cómo tratan de salvarse las unas a las otras, es algo que, según la autora, acompaña al lector y da consuelo en los momentos más difíciles.
Para la Faro, es muy duro ver que en este país hay incluso hoy en día, niños de “primera y de segunda clase” y que eso no debe seguir sucediendo. “Ese niño o niña podría ser tu hijo, y no es posible que quienes deban cuidarlos los torturen y abusen. En el Hogar El Alba no sólo el director fue el culpable sino también las mujeres que allí trabajaban, quienes eran cómplices activas de los abusos”, reflexiona.
Al final del libro se pueden leer los testimonios reales de mujeres que vivieron en el hogar, quienes testifican lo sucedido y alzan la voz como una forma de denuncia y sanación.
