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Maternidad obligatoria y paternidad electiva Yo opino Créditos Foto de Alex Green en Pexels

Maternidad obligatoria y paternidad electiva

Andrea Von Hoveling
Por : Andrea Von Hoveling Miembro de la Agrupación Ginecólogas Chile
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Una tarde cualquiera. País: Chile. Conversan dos personas.

Mujer, generalmente adolescente o adulta joven: “estoy embarazada”. Silencio incómodo.

Interlocutor. Hombre, mujer, joven, mayor, de confianza o no: “y el papá, va a asumir?”.

Me imagino que más de algun@ ha presenciado o incluso sido parte de un diálogo similar. Por el trabajo que elegí, lo he presenciado un sinfín de veces. Está tan incorporado en nuestra cultura, que a primera vista puede incluso no notarse la violencia que involucra. Pero al preguntar si el progenitor va a asumir, le estamos dando (de manera casi imperceptible pero clara) la opción de no asumir. Lo validamos. La paternidad es optativa.

La maternidad, en cambio, es obligatoria. Alguien me podrá decir que en su círculo la primera pregunta es “¿quieres seguir tu embarazo, o no?”. Sin duda ocurre, pero es minoritario y en muchas oportunidades se hace esa pregunta de manera castigadora. Por lo demás, salvo las tres causales, la interrupción del embarazo sigue siendo ilegal, lo que hace que la pregunta mencionada sea vacía, inoportuna, o bien que inicie un camino en el mercado negro que no todos están dispuesto a acompañar.

[cita tipo=»destaque»] Él no aborta, no entrega en adopción, su ausencia en la crianza se naturaliza. Es cierto que hay excepciones, pero es lamentable que no sea lo habitual. Lamentable es también que los aplaudamos de pie y le digamos a la madre “qué suerte tuviste de que tu pololo asumió” en vez de tomarlo como lo natural. [/cita]

La mujer que aborta tiene un estigma. Distinto en cada entorno, distinto en cada cultura. Pero probablemente en más de un minuto de su vida va a sentir que es información que debe ocultar o que debe contar con cautela o con una buena cuota de tolerancia a la crítica y al juicio de su entorno. Esto incluso ocurre a quienes han interrumpido sus embarazos dentro de la legalidad, habiendo vivido situaciones indiscutiblemente dramáticas como son haber tenido riesgo vital propio, un embarazo incompatible con la vida o haber estado embarazada producto de violación. Te pasó algo terrible, pero “fuiste madre”. Y no asumiste. “Mala madre”.

La mujer que decide entregar a su hij@ en adopción sufre lo indecible. “Desnaturalizada”, “abandonadora”, “¿cómo puede regalar un hijo?” son frases que se escuchan con frecuencia. Pero cualquiera, hombre o mujer, que haya vivido un proceso de gestación y parto, sabe que no es gratuito. Que hay elementos físicos y psíquicos que se modifican para siempre, por lo que la separación al nacimiento suele ser desgarradora. ¿Excepciones? Por supuesto. Pocas. Nos queda claro a quienes, por distintas razones, hemos acompañado estos procesos. Nuevamente, la mujer que pasa con esto difícilmente lo comparte. Se siente juzgada, algo en ella tiene pudor por la decisión que tomó. “Mala madre”.

Las mujeres que continúan sus embarazos y permanecen junto a sus hij@s, en las condiciones de vida que sea, serán juzgadas siempre en su rol de madre. Siempre. Vemos una noticia que involucra adolescentes que delinquen y la pregunta automática es “¿no tiene mamá acaso ese niño??”. La madre que trabaja mucho por ser jefa de hogar tiene a sus hijos solos. La mujer que trabaja menos por pasar tiempo con sus hijos no se esfuerza los suficiente para darles un buen pasar. Pataleta en la vía pública, madre desesperada, el entorno (además de no ayudarla) se escucha más de un comentario en voz baja, pero no tan baja: “increíble como no controla a su hijo”. Y para cerrar el círculo, he estado en diálogos en que un padre adolescente no se hace cargo de su hijo, y el juicio es…. “su mamá no le enseñó responsabilidad”. Malas madres.

En todos los casos anteriores, el punto común es la ausencia del progenitor. Él no aborta, no entrega en adopción, su ausencia en la crianza se naturaliza. Es cierto que hay excepciones, pero es lamentable que no sea lo habitual. Lamentable es también que los aplaudamos de pie y le digamos a la madre “qué suerte tuviste de que tu pololo asumió” en vez de tomarlo como lo natural y, eso sí, alzar la voz frente a los cercanos que sean malos padres. “No lo han dejado ejercer su paternidad”. “Le ponen problemas para ver a sus hijos”. “La madre es loca”. Nuevamente, puede ser cierto. Pero incluso en esos casos está la opción, desde lo práctico y lo legal, de optar a más. Y, por favor, recordemos siempre que “el pololo que no aperra” no es (solamente) un hombre que deja sola a una mujer. Es un padre que en una sola ausencia aborta, entrega y abandona a un hijo.

“La maternidad será deseada o no será”. Estoy de acuerdo. Pero la paternidad ni siquiera tiene una frase.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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