Publicidad
Amelia Tiganus: La explotación de las mujeres se ha convertido en una multinacional BRAGA

Amelia Tiganus: La explotación de las mujeres se ha convertido en una multinacional


“Soy formadora. Soy superviviente y, sobre todo, testigo directo del sistema prostitucional”. Así es como se describe Amelia Tiganus (Galati, Rumanía, 1984) en el inicio de su libro “La revuelta de las putas” que ha publicado en España y en el que, a través de su historia, hace una radiografía de la prostitución, una forma de explotación que, asegura, “se ha convertido en una multinacional”.

“La explotación del cuerpo de las mujeres y de las niñas, porque cada vez hay más niñas y de hecho la media de entrada al sistema de prostitución es de 13 años, se ha convertido en una multinacional. Y hay que analizar que a nivel global esto está relacionado con movimientos económicos y políticos”, afirma en una entrevista con Efeminista en el marco del Día internacional contra la explotación sexual y la trata de mujeres.

En “La revuelta de las putas” (Ediciones B), Tiganus hace un análisis profundo de su vida en la prostitución y del sistema e interpela el discurso regulacionista. Y lo hace desde la experiencia de haber sido vendida a los 17 años por 300 euros a un proxeneta español y haber pasado por más de 40 prostíbulos en 5 años en el primer país consumidor de prostitución de Europa y el tercero del mundo, según la ONU.

“La revuelta de las putas”

Pregunta: Lleva varios años contando su historia, ¿por qué ha decidido plasmarla en un libro?

Respuesta: Escribir un libro no era una necesidad para mí hasta que se convirtió en algo terapéutico. Aunque sí pensaba que era un deber hacer llegar a la sociedad un análisis bastante más profundo y más pausado y dejar este pequeño legado.

Hace dos años empezó esta aventura y creo que fue el momento oportuno, sobre todo porque yo ya estaba haciendo psicoterapia. Eso me ayudó muchísimo para poder analizar y encontrar el tono para abordar mi propia historia. Que no surja desde la ira, sí desde el dolor. Esto surge desde el dolor propio y del que me produce ver que esto se repite una y otra vez. Pero quería encontrar un tono que transmita optimismo y esperanza en esta lucha. Y creo que lo he conseguido.

P: ¿Por qué han tenido que pasar tres olas del feminismo para poner en el centro la prostitución?

R: La lucha por la abolición de la prostitución siempre estuvo presente en el pensamiento feminista. Cada ola tiene su objetivo y no se puede abarcar todo. Pero creo que ha llegado el momento. Después de conseguir derechos como el divorcio o el voto, la violencia sexual como pandemia se ha convertido en un punto central.

Muchísimas mujeres hemos sido devastadas por la violencia sexual y creo que tiene mucho que ver con cómo la industria de la explotación sexual mueve la economía global. Ya hay estudios sobre lo que representa, que es más que la industria armamentística o del tráfico de drogas si le juntamos la pornografía, porque la pornografía sin duda es explotación sexual, es violencia sexual, y sobre todo sirve como herramienta de marketing.

“Al fin estamos poniendo el foco en los estados”

P: ¿Cree que desde los estados se tomarán acciones para la abolición?

R: Creo que los estados poco o nada van a hacer si la sociedad civil no se organiza y no reivindica el derecho a la dignidad, a la integridad, a la intimidad, que son vulnerados constantemente.

Pero creo que sí hay un cambio. Los padres y madres empiezan a preocuparse por todo esto. No en sí por la prostitución, pero sí por la pornografía que consumen sus hijos e hijas de edades cada vez más tempranas. Estamos en un momento en el que se puede llegar a entender que no vamos a alcanzar una igualdad real mientras exista esta industria y sobre todo, mientras se siga alimentando una masculinidad feroz que nos destruye a las mujeres, pero también a los hombres.

Por fin estamos poniendo el foco donde tiene que estar: en el Estado que pone el paraguas y permite que esto siga existiendo y en los proxenetas que están amparados por las leyes, por las instituciones y por hombres del poder.

Responsabilizar a los puteros

P: En el libro habla de desincentivar la prostitución. ¿Cómo se logra eso?

R: Yo creo que no podemos perder de vista que hay un lobby de la industria de la explotación sexual. El problema es que este lobby proxeneta juega sus cartas tan bien y delega esa imagen pública en supuestas asociaciones de mujeres que están en prostitución y que luchan por sus derechos laborales para que todo parezca un problema de mujeres, que nosotras tenemos que discutir y pelearnos mientras ellos toman decisiones políticas. Y sobre todo nos hacen creer que aquello que se decida sobre la prostitución no nos va a afectar a todas las mujeres. Y es mentira.

Por otra parte, a mí me dicen que es la pobreza la que empuja a las mujeres a la prostitución y yo digo sí y no. Porque resulta que los hombres de países pobres también prostituyen a las mujeres. Es decir, no es solo que no hay dinero, sino que está mal repartido. Ellos reproducen el papel de macho y se alimentan de destruir a las mujeres. Entonces creo que también es importante poner el foco en la masculinidad y en los hombres.

En España, cuatro de cada diez hombres consumen prostitución y por eso hace falta la mercancía, que somos nosotras, las mujeres de países más empobrecidos. ¿Cómo le damos la vuelta? Responsabilizando a quienes nos enferman: los puteros. Esos hombres que comparten con nosotras espacios. Porque quien tiene la capacidad de desconectar moral y empáticamente para utilizar a una mujer como si fuera un instrumento para eyacular no puede ser ni buen compañero de vida ni buen padre ni un buen amigo y eso hay que ponerlo sobre la mesa.

P: ¿Cómo se ataca a la raíz? ¿Cree que ellos van a dejar sus privilegios?

R: No, es poco probable que renuncien a sus privilegios así porque sí, pero yo en mi libro lo digo muy claro: la ley educa y los derechos se pelean y se consiguen. No se piden por favor. Y si alguien tiene privilegios se los tienen que quitar. No podemos seguir aceptando esta desigualdad que se da entre sexos y clases, que en el caso de las mujeres se juntan las dos.

 

Portada del libro “La revuelta de las putas” de Amelia Tiganus.

El lobby proxeneta y la regulación

P: En el libro también dice que pagar por poner a una mujer al servicio del deseo sexual de los hombres es esclavizar. ¿De dónde sale entonces el discurso de la regulación?

R: Yo he llegado a la conclusión, después de hablar con mujeres que han estado o están en prostitución y pensar en mi propia experiencia, que el lobby de la industria proxeneta tiene tantísimo éxito que algunas mujeres dan la cara más para defender la prostitución que al revés.

Hay una facilidad que encuentra el lobby para que las mujeres se pongan ahí delante y digan: ‘No, yo soy puta y muy orgullosa de serlo’. Y ese orgullo de la puta, que lo he llamado así, es alimentado por la industria de la explotación sexual y tiene que ver con la necesidad humana de no sentirse una cosa. Es decir, que aunque seas prostituta formas parte de tu propia explotación y esclavización, pero eres parte de algo.

Por eso las abolicionistas tenemos el deber mucho más complejo de empoderar a las mujeres en situación de prostitución de forma subjetiva, que se puedan sentir parte de algo mucho más grande. Es nuestro deber hacerles ver cuáles son sus derechos, porque los desconocemos. Pensamos que estamos ahí porque nos lo merecemos, porque lo hemos elegido, porque un día hemos dicho que sí sin tener en cuenta todo lo que se entrelaza en este mundo para que nos empuje a ello.

P: Pero estas mujeres que apoyan la regulación están incluso dentro del movimiento feminista…

R: Sí, yo con esto tengo mis dudas, porque entiendo que el lobby de la industria de la explotación sexual tiene intereses claros en dinamitar el movimiento feminista. Somos lo más potente a lo que se enfrenta. Entonces claro que tiene intereses en meter el discurso para mantenernos en debates estériles mientras ellos siguen en el Parlamento Europeo, en la ONU y en sitios claves donde se toman las grandes decisiones.

Al movimiento feminista se incorporan cada vez más jóvenes y ellas son abolicionistas porque sufren la violencia sexual en carne propia. Los puteros son compañeros suyos de clase que podrían tener relaciones sexuales desde la igualdad, pero no, se van de putas.

Medidas integrales para las mujeres

P: ¿Qué políticas hay que implementar para las mujeres que escapan de la prostitución?

R: Primero despenalizar a las mujeres en prostitución, porque hay muchos países, y también en España, en donde se penaliza con base en una ley ciudadana de mantener el orden. Pero también exigimos medidas integrales como una ayuda económica básica, acceso a una vivienda digna, terapia, formación y asesoramiento jurídico.

Además, que se persiga a todas las formas de proxenetismo, así como que se desincentive la demanda a través de las multas a los puteros y a través de la educación sexual afectiva en igualdad desde edades muy tempranas, de formación a cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado y a los medios de comunicación.

“El consentimiento es irrelevante cuando hay explotación sexual”

P: También cuestiona el discurso del consentimiento en la prostitución.

R: Sí, ese es el punto más problemático de mi libro, pero necesitaba escribirlo para ser honesta conmigo y para problematizar esto que nombran las mujeres que defienden la regulación como si fuera el summum.

El consentimiento es un concepto problemático. Y así lo digo siempre, porque cuando hay un desajuste, un desequilibrio de poder, realmente no se da en condiciones de igualdad. Yo defiendo que el consentimiento es absolutamente irrelevante cuando hay explotación sexual y hay que entender que la explotación sexual la ejerce el proxeneta, pero también el putero. Yo he hecho esta reflexión pensando en cómo el agresor es capaz de colonizar nuestra mente. Y cómo se nos construye a las mujeres el deseo sexual al servicio del poder y de nuestra propia esclavitud.

Tenemos que encontrar la manera de tener relaciones sexo-afectivas desde la ética y el buen trato e intentar construir desde ahí un relato en el que mujeres y hombres nos encontremos para sentir placer, pero sin que haya violencia de por medio.

El feminismo de Amelia Tiganus

P: ¿Cómo se gesta la revolución de las putas?

R: Yo propongo que las mujeres no prostituidas se bajen al último escalón, que es donde están las mujeres en prostitución y desde ahí las acompañen. Dar este giro radical y liberarnos todas. Pero cuando digo esto no me refiero a que todas somos putas, porque últimamente hay chicas jóvenes que apoyan la prostitución que dicen “Todas somos putas”. Qué error. No todas somos putas, todas somos mujeres y así nos tenemos que reivindicar. Ahí se da la auténtica transgresión y vamos a romper con eso que tan bien le ha venido a este sistema.

P: ¿Y cómo puede ayudar el movimiento feminista a esta lucha?

R: El feminismo me salvó la vida. Y no porque me haya sacado de un puticlub, sino porque le dio un sentido político a mi experiencia personal. Somos el movimiento más potente y más activo que hay. Así que lo vamos a conseguir porque tenemos esa herencia que nos han dejado otras feministas antes y sobre todo porque no vamos a abandonar la lucha.

Publicidad

Tendencias