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La primera vez que fui a la Marcha del Orgullo: relatos de la comunidad LGBTQ+ en Chile BRAGA Créditos: Agencia Uno

La primera vez que fui a la Marcha del Orgullo: relatos de la comunidad LGBTQ+ en Chile

Valentina Paredes
Por : Valentina Paredes Periodista en El Mostrador Braga
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La Marcha del Orgullo es la ocasión para conmemorar la lucha histórica que ha realizado la comunidad LGBTQ+ por sus derechos. Desde su primera edición, en 1970, esta instancia se ha desarrollado en todo el mundo, siendo una de las convocadas de Latinoamérica la que se realiza en Chile. Miles de diversidades sexuales han caminado por la Alameda en tal ocasión, El Mostrador Braga conoció dos historias que retratan la primera vez asistiendo al Pride en nuestro país.


La madrugada del 28 de junio de 1969 marcó un precedente para la historia LGBTQ+ global. En New York, específicamente en el Greenwich Village, la policía ejecutó un violento operativo en un pub donde concurría gran parte de las diversidades sexuales de la época. 

Frente a este hecho, la comunidad LGBTQ+ comenzó a manifestarse y resistirse a la policía, dando paso a una revuelta contra la homofobia y el maltrato hacia las diversidades. Estos hechos se conocen como los Disturbios de Stonewall, y son la razón por la cual junio es denominado como el Mes del Orgullo. En 1970, un año más tarde de los disturbios, se organizó la que es conocida como la primera marcha del orgullo en New York. Desde entonces, esta instancia se ha llevado a cabo de forma global para conmemorar a las diversidades sexuales y su lucha histórica. 

En nuestro país, la Marcha del Orgullo es para muchos una ocasión sumamente especial, para encontrarse con su comunidad y sentirse libres frente a una sociedad que comúnmente los y las discrimina por su identidad, razón por la cual es tan concurrida. De hecho, después de México y Argentina, Chile se posiciona como el país con mayor convocatoria para esta ocasión. 

Para conocer sobre cómo es asistir a la multitudinaria Marcha del Orgullo en el país, los sentimientos que se experimentan y cómo puede marcar significativamente esa ocasión, El Mostrador Braga conoció dos historias sobre personas de la comunidad LGBTQ+ y su primera vez asistiendo a esta ocasión. 

Desde ‘‘mi pueblito’’ 

El centro de Santiago y la comuna de Buin, se encuentran separados por aproximadamente más de 30 km. Esta significativa distancia no detuvo a Bárbara Henríquez el año 2013 cuando asistió por primera vez a la Marcha del Orgullo. Tenía 19 años cuando con su mejor amigo decidieron ir.

Si en grandes ciudades la comunidad LGBT suele ser invisibilizada, en comunas más pequeñas como Buin, la ausencia de espacios de expresión suele ser aún mayor. 

Por eso, la experiencia de asistir fue totalmente novedosa para Bárbara y su acompañante, ‘‘fue algo súper nuevo, porque yo soy de campo, entonces lo más gay que había visto era mi amigo y yo’’, relata riendo, ‘‘me sentía bacán’’, añade. 

Otro hecho por el cual cree que hizo de esta experiencia tan significativa, aparte de la presencia de su mejor amigo, fue que se reunió con personas que había conocido por internet. Esto le mostró que no se encontraba sola y había toda una comunidad para acompañarla. 

Según relata, al llegar con su grupo de amigos se sintió cómoda enseguida y quedó sorprendida de las distintas identidades y expresiones que presenció. ‘‘Lo que más me llamó la atención fueron las drag queens, nunca las había visto, se veían demasiado bien. Fue super bonito ver tanta libertad’’.

También recuerda que había asistentes de la marcha que estaban con carteles e intercambiando besos. Se acercó a ese grupo, pero ‘‘tímida, porque era chica’’, relata. 

Una de las mujeres que estaba con las pancartas se le acercó y le propuso intercambiar un piquito. Bárbara ríe nuevamente mientras cuenta que aceptó el beso, y detalla que fue uno de los momentos más significativos de la ocasión, debido a que no era algo que ya realizaba usualmente. 

Para llegar desde Buin hasta Baquedano es necesario tomar un bus interurbano que realiza su trayecto por la autopista central. Su parada final es el terminal San Borja, el cual se encuentra en el segundo piso de la Estación Central. Desde allí se debe tomar la línea 1 y recorrer nueve estaciones de metro.

Debido a este trayecto, de al menos una hora, es que Barbara y su amigo tenían la costumbre de siempre apartar de inmediato el dinero para locomoción de vuelta. Sin embargo, debido a la euforia y alegría del momento, ella no siguió esa regla en tal ocasión. 

‘’Me gasté la plata del pasaje en unos recuerdos’’, ríe, ‘‘me compré dos chapitas de la marcha, las dos iguales porque era una para mí y otra para mi mejor amigo’’, recuerda con alegría Bárbara. 

Cuenta que su amigo se molestó un poco, pero entre los asistentes de la marcha consiguieron un poco de plata prestada para el bus de vuelta. Aunque Bárbara dice que no quería volver a su ‘‘pueblito’’. 

‘‘No me quería venir, pero mi última micro salía a las once de la noche, después no tenía más locomoción. Así que caminé hasta Estación Central para irme’’. Bárbara subió al último bus camino a Buin. 

‘‘Llegué – a Buin- y caminé dos kilómetros por mi campo, tarde de noche, pero feliz’’. 

Cuidado por mi comunidad 

Martín Concha tiene 22 años y actualmente reside en la comuna de Santiago, la primera vez que asistió a la Marcha fue el año 2021. Según cuenta, su decisión de llegar al Pride fue algo totalmente espontáneo. ‘‘Tenía planeado ir, pero no seguí la marcha. Fuimos con una amiga y caminamos desde U Católica, fuimos un rato nomas, entonces llegamos directamente al escenario central’’, recuerda Martín. 

La marcha del orgullo del 2021, fue diferente a las que se venían organizando hace años, no solamente porque nuestro país se encontraba experimentando profundos cambios políticos de mano de las próximas elecciones presidenciales y el trabajo de la Convención Constitucional, sino que debido al contexto de crisis sanitaria, la convocatoria debió realizarse un caluroso 13 de noviembre y no en junio, como es usual. 

Para Martín, lo anterior no tuvo mayor relevancia, hasta que mientras se encontraba en plena Alameda empezó a sentir molestias. ‘‘En un momento me empecé a sentir mal, no sé si fue porque corrí desde U católica hasta el escenario, o si fue por lo que había tomado antes o el sol que había me pegaba fuerte’’, relata. 

Según cuenta, cuando comenzó sentirse algo mareado, con su amiga estaban a un costado del escenario donde no había tantas personas, pero la sensación de falta de aire que tuvo en ese momento los obligó a caminar a un sector más vacío. 

‘‘Necesitaba respirar bien, la cosa es que no alcancé a llegar a un lugar más abierto y tuve que sentarme en el piso, ahí llegó harta gente a ayudarme porque veían que estaba mal’’, recuerda Martín. 

De acuerdo a lo que relata, Martín, aún con toda la ayuda, se desmayó en la calle, ‘’tuve que recostarme en el piso, estuve como media hora ahí, mientras la gente pasaba por encima de mí, pero no de una mala forma, seguían mostrando su preocupación’’.

‘‘Me sentí muy seguro en mi comunidad, eso lo recalcó mucho. Me compraron agua, me trajeron hielo, había paraguas para el sol, no me faltó nada’’, añade. 

Incluso, en un momento cuando su acompañante fue a buscar más agua y comida para darle a Martín, pensó que se quedaría solo mientras esperaba, pero al contrario, un grupo desconocido también notó que no estaba del todo bien y lo acompañaron 

‘‘Hicieron todo lo posible para que yo estuviera bien. Fue muy bonita la experiencia, me sentí muy orgulloso de ir, de hecho, siempre había querido ir’’. 

Lo que más marcó a Martín en su primera vez en la marcha fue eso, el acompañamiento que le brindó su comunidad, aun cuando no los conocía ni había cruzado en su vida una palabra con ellos. Experiencia que lo ha motivado para asistir este año de nuevo, esta vez durante un frío junio. 

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