BRAGA
El proyecto recoge los testimonios de aquellas pobladoras que levantan y sostienen estas iniciativas, dando cuenta del importante rol que juegan en ellas. El video se realizó en el marco de las “Iniciativas de respuesta comunitaria ante el hambre en Latinoamérica en el contexto de pandemia por COVID-19”.
La llegada de la pandemia en 2020 impactó fuertemente a las personas, en donde el desempleo, el hambre y la pobreza repercuten hasta el día de hoy. Sin embargo, entre abril y junio de ese mismo año, surgieron como respuesta a estas situaciones diversas expresiones solidarias y de autogestión desde barrios y comunidades, las ollas comunes.
Las protagonistas de estas iniciativas son mujeres, cuatro de ellas han plasmado sus testimonios en el corto documental “Ollas comunes: dispositivo comunitario contra el hambre”, proyecto de Rimisp, Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural, quien investigó el panorama de las ollas comunes en la Región Metropolitana.
Para llevar a cabo el propósito, el Centro Latinoamericano entrevistó a 40 liderasas de 10 comunas de la Capital, quienes se organizan para compartir un plato de comida caliente. Dentro de los hallazgos de esta investigación, se encontró que 50% de las ollas continúan activas, mientras que el restante no pudo continuar funcionando por falta de recursos y apoyo. Sin embargo, todas señalan que en caso de necesidad extrema volverían a funcionar para alimentar a sus vecinos y vecinas.
En la misma línea, las mujeres que autogestionan estas iniciativas, afirman sentirse más visibles, libres y autónomas al realizar estos trabajos de cuidado, proporcionando múltiples recursos sociales y emocionales para construir con mayor independencia sus proyectos de vida, relacionados principalmente con el bienestar de sus territorios: el entorno del barrio, la población o el campamento.
El corto en particular destaca a cuatro mujeres de la comuna de Maipú, que relatan sus historias, motivaciones, apoyos y desafíos de trabajar en estas instancias. La integrante de la olla del Comité Social y Vecinal “El Ensueño”, Carolina Urrutia, manifiesta el esfuerzo que día a día hacen por ayudar y llevar alimento a las personas.
“Nosotras como olla común no nos podemos preocupar sólo del día, también tenemos que pensar en el día que viene y en el día siguiente por cómo estamos viviendo hoy con la pandemia, por el tema de la economía, de la escasez de muchos alimentos, por lo caro que se han puesto los alimentos. Entonces igual somos un gran apoyo para las familias”, expresa.
Por otra parte, la integrante de la olla “Misioneros Cristo de la Calle”, Elisa Vergara, menciona el agotamiento pero a la vez la alegría de participar de estas iniciativas, pues “de repente uno se cansa igual porque nosotros el fin de semana hicimos 800 y tantas raciones y éramos 3 personas las que estábamos cocinando. Pero el ver las caras sonrientes de la gente cuando tú los atiendes, es impagable. Además, lo más importante es que hago lo que a mí me gusta, que es lo que más me llena”.
La directora de Rimisp en Chile, Danae Mlynarz, destaca la importancia de las ollas comunes como dispositivo comunitario frente al hambre, ya que la historia de estas organizaciones es de largo trecho y no tan solo por la crisis sanitaria.
“Las ollas comunes tienen una historia en nuestro país y no todas renacen por la pandemia, sino que estuvieron ahí haciendo frente al hambre y la pobreza en los barrios y poblaciones. Tampoco han desaparecido tras la apertura de las cuarentenas, sólo se han vuelto a invisibilizar a pesar del alza en el precio de los alimentos y la inflación en general. Su labor ha sido insustituible tras la falta de Estado para asegurar el derecho a alimentación”, sostiene Mlynarz.
Este proyecto se realizó en el marco de las “Iniciativas de respuesta comunitaria ante el hambre en Latinoamérica en el contexto de pandemia por COVID-19”, en donde Rimisip no tan sólo estudió las situaciones de la capital del país, sino que también de las de Perú y Uruguay.
