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Los obstáculos de solteras y lesbianas para ser madres en Chile BRAGA

Los obstáculos de solteras y lesbianas para ser madres en Chile

La directora del magíster de Clínica Relacional con niños, niñas y adolescentes de la Universidad Alberto Hurtado, Javiera Navarro, quien tuvo a su hija por medio de un tratamiento de reproducción asistida, cuenta a Efe que «el acceso es muy restringido a personas que pueden pagar», pues cada intento «va entre los 5.000 y los 8.000 dólares».


Lejos de ser un derecho garantizado, la maternidad puede ser, en muchos casos, hasta un lujo. En Chile, solteras y lesbianas se enfrentan a los altos costos de los tratamientos de reproducción asistida (TRA) y a la falta de cobertura de estos servicios en el sistema de salud público cuando quieren ser madres.

Y aunque es un obstáculo que está presente en otros países de América Latina, el panorama pudo haber mejorado para las chilenas si se aprobaba la Constitución rechazada el pasado septiembre, texto en el que se señalaba que el Estado reconocería y garantizaría «el derecho de las personas a beneficiarse del progreso científico para ejercer de manera libre, autónoma y no discriminatoria, sus derechos sexuales y reproductivos».

En la actualidad, las solteras y parejas de lesbianas solo pueden acceder a estos tratamientos por medio de clínicas privadas, ya que el Fondo Nacional de Salud (Fonasa) de Chile solo los financia para parejas heterosexuales con diagnóstico de infertilidad. Los intentos sin costo son limitados y los programas no contemplan la donación de gametos o embriones.

El valor que tienen que invertir varía según al tipo de técnica (de baja o alta complejidad), de las veces que se realice y de la cantidad de muestras de esperma o incluso de óvulos donados que necesite la mujer, ya que las probabilidades de un embarazo en un primer intento son bajas, por lo que los tratamientos pueden pasar de los 3.000 dólares.

Alto costo de los tratamientos

Para el doctor y especialista en Medicina Reproductiva e Infertilidad en Chile, Cristián Jesam, el país suramericano es «bien distinto» con respecto a los derechos sexuales y reproductivos reconocidos en los últimos cinco o diez años. «Sin embargo, estas políticas no van amarradas a las políticas de salud», explica a Efe en una entrevista.

Según Jesam, en el país se hacen aproximadamente unos 6.000 ciclos de fertilización in vitro al año y «solo 200 cupos son para el sistema de Fonasa. Todo el resto lo hacemos en clínicas privadas. En el sistema público el acceso es súper escaso».

«Varios movimientos están peleando por que se considere a la mujer sola y a la pareja de mujeres si quieren embarazarse, pero no sé, desconozco cuál es la razón (por las que no se hace en el sistema público). No sé por qué estamos estancados en eso. La covid dejó estragos en la salud y me imagino se están poniendo los fondos en otros focos y como nadie se muere por ser infértil…», dice el especialista.

La directora del magíster de Clínica Relacional con niños, niñas y adolescentes de la Universidad Alberto Hurtado de Santiago de Chile, Javiera Navarro, quien tuvo a su hija por medio de un tratamiento de reproducción asistida, cuenta a Efe que «el acceso es muy restringido a personas que pueden pagar», pues cada intento «va entre los 5.000 y los 8.000 dólares por tratamiento».

«Eso independiente de la donación, que también es algo que es caro. La manera más sencilla de hacer esto es que solamente sea donación de espermio y que resulte a través de inseminación artificial a la primera. Si tuvieras toda esa suerte va a ser máximo 5.000 o 6.000 dólares, pero lo más probable es que tú puedas gastarte fácilmente 30.000, 40.000 dólares», asegura.

Navarro, quien también realiza una investigación doctoral sobre los relatos de orígenes en familias que han usado la dono concepción, ve como un avance que las clínicas privadas acepten cada vez más a mujeres solteras u homosexuales, pues cuando ella quiso quedar embarazada, en 2012, le costó mucho encontrar una clínica que aceptara hacerle el tratamiento sin una pareja.

Acceder a un banco de esperma también es un problema, indica la académica. La mayoría de las muestras se importan de Estados Unidos o de España, y otras mujeres, según Navarro, prefieren viajar a Argentina o Perú para realizarse tratamientos «con precios más asequibles».

Según la Red Latinoamericana de Reproducción Asistida (Redlara), en 2018, los bebés nacidos de TRA representaron un 0,62 % del total de nacimientos en Chile. De estos, un 30,6 % fue resultado de la transferencia de embriones congelados y descongelados, y un 20,4 % corresponden a bebés nacidos de mujeres que se embarazaron con óvulos donados.

Sin embargo, y aunque algunas organizaciones LGBTIQ+ han realizado encuestas en las que otorgan algunos datos sobre maternidad, los entrevistados aseguran no hay cifras oficiales que permitan conocer la dimensión real de mujeres solteras o parejas de lesbianas que acceden a estos tratamientos.

No obstante, Jesam sostiene que en la clínica en la que trabaja «cada día es mucho más frecuente que parejas de mujeres o mujeres solas vengan a embarazarse».

Implicación del movimiento feminista 

Para Navarro, este tema tendría mayor impulso si el movimiento feminista lo abanderara: «La discusión feminista de los derechos reproductivos ha estado centrada en la libertad de las mujeres para decidir sus embarazos y la maternidad ha sido siempre vista como algo no tan feminista».

«Los movimientos feministas no le han puesto atención a esto, más bien les importa el derecho de las mujeres a no ser mamás si no quieren serlo, pero no a que las mujeres quieran ser mamás», agrega.

Pero el doctor Jesam quiere ser positivo y pensar que como «este Gobierno, el Ministerio de Salud y el Ministerio de la Mujer, ha hecho mucho énfasis en proteger los derechos sexuales y reproductivos de las personas en general y de la mujer» va a existir un avance. «Y que esto se va a traducir en un cambio en el acceso de las mujeres al sistema público», concluye.

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