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Psicóloga Stefanía Bretti y la soltería bajo la lupa: ‘‘Necesitamos sacarla como sinónimo de fracaso” BRAGA Créditos: Andrea Piacquadio en pexels

Psicóloga Stefanía Bretti y la soltería bajo la lupa: ‘‘Necesitamos sacarla como sinónimo de fracaso”

Valentina Paredes
Por : Valentina Paredes Periodista en El Mostrador Braga
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Desde pequeñas, muchas veces las mujeres se ven expuestas a los cuestionamientos por tener sus primeros vínculos afectivos. Según dice la psicóloga Stefanía Bretti -en conversación con El Mostrador Braga-, la presión muchas veces vienen desde los círculos familiares y son potenciados por los estereotipos en la televisión o literatura, poniendo así la soltería como algo catastrófico. Sin embargo, a juicio de la profesional, estar soltera puede potenciar la autonomía y mejorar nuestra autoestima. ‘‘Es importante señalar que con esto no es necesario “aprender a estar sola”, tiene que ver, más bien, con poder construir una relación lo más sana posible con nosotras mismas. Querer o buscar pareja no es algo que intrínsecamente esté mal’’, señala Bretti.


‘‘Tan linda y tan soltera’’, ‘‘apúrate que se te va a pasar el tren’’ o ‘‘después de los 40 conseguir pareja es más difícil’’, son algunas de las frases que muchas veces las mujeres que prefieren estar solteras deben escuchar en su día a día. 

Esta situación, incluso, se ha personificado en diversas series, personajes o películas, donde la mujer que está soltera en una edad avanzada, está prácticamente condenada a estar sola y triste por el resto de su vida, a menos que aparezca el hombre de sus sueños y la salve de esa ‘‘terrible situación’’.

Según explica la psicóloga especializada en acompañamiento a mujeres y adolescentes, Stefania Bretti, Esta urgencia hacia las mujeres para que consigan pareja, tendría su origen en la creencia de que el amor es el motor de la existencia y el sentido de la vida. 

‘‘Para nosotras es definitorio en la construcción del yo. No vendría a ser simplemente una experiencia posible -estar en pareja-, sino que es indispensable y central en nuestras vidas. La sociedad pone en el centro de nuestra identidad la experiencia amorosa. Esto, a costo de otros aspectos y vínculos igualmente importantes para nuestras vidas’’, explica la profesional.  

Ese tipo de sentimiento de obligación fue el que sintió Sofía Concha (23) en su preadolescencia, cuando sus demás compañeras de colegio comenzaron a generar vínculos amorosos y ella no. 

‘‘Creo que fue como a los 12 años, cuando las conversaciones de mi grupo de amigas del colegio pasaron de ser muy triviales a hablar de hombres. Fueron las primeras veces que vi a niñas de mi edad con pareja y si bien, ninguna presionaba a la otra por no tener a alguien, era como ser “bacan” si tenías pareja’’, relata.

‘‘Ya después con los años, a los 16-18, sí era una obligación tener relaciones amorosas y el entorno empezaba a exigir cosas. Quizás no directamente, pero si constantemente preguntaban experiencias sexuales personales y si no se tenía pareja de ningún tipo, lógicamente una se sentía excluida y presionada’’, agrega la joven.

Según señala la psicóloga tal presión que relata Sofía, es una realidad que muchas mujeres viven desde muy jóvenes y que puede generar culpa, vergüenza, ansiedad y hasta bajar los estándares en la búsqueda de pareja. 

‘‘Por otro lado, puede afectar a la autoestima de las mujeres, cuando el valor personal es estandarizado en determinados aspectos -por ejemplo, el amor- que para algunas puedan ser problemáticos o de desinterés. Porque aceptemos que para muchas relacionarse sexo-afectivamente puede ser complicado, muy secundario o totalmente innecesario para su bienestar’’, añade Bretti. 

La ‘’fobia’’ a la soledad

Así como relata Sofía, los prejuicios y presiones provinieron desde una edad temprana, según señala la psicóloga, esto suele suceder, en parte, debido a los estímulos que reciben las mujeres desde la publicidad y los medios de entretención. 

‘‘Está en las construcciones del ayer, del presente y del futuro. Esas expectativas del futuro tienen que ver con el contenido que los medios de comunicación, la literatura y la industria del entretenimiento ha venido introduciendo en nuestro imaginario’’, dice la psicóloga. 

Por ejemplo, expectativas, formas de amar, ideales de pareja, etc. ‘‘Este es un fenómeno interesante porque lo que buscamos en este aspecto está cruzado por aquello intangible, que nunca nos ha ocurrido, pero que nos ronda, y eso parte incluso desde los cuentos que nos contaban cuando niñas, las películas que crecimos viendo, y un sinfín de estímulos que nos dicen cómo se ama. Que por cierto, están basados en roles y estereotipos de género que nos ponen en una desventaja a nosotras’’, explica la profesional. 

A esto se le debe sumar, que también la presión muchas veces viene del entorno cercano, ya sea familiar o desde el círculo social. Así lo señala Daniela -quién prefirió mantener su identidad en privado- quien a partir de los 18 años se vio expuesta a estos prejuicios y cuestionamientos. 

‘‘La presión surgió por múltiples factores como mi familia, que me decía ‘¿todavía no tienes pololo?’ u ‘oye, y tienes pololo?’ También, surgió porque veía a todas las personas con pareja y me cuestionaba en mi mente ‘¿debo tener pareja por qué las otras personas lo tienen?’, ‘¿soy rara por no tener?’. Al final, fue una mezcla de cosas’’, relata la joven de 27 años. 

‘‘La verdad, siempre he sido una persona solitaria y me gusta estar conmigo, por lo que la gran mayoría de las veces, no me afectaba… Pero ahora que estoy cerca de cumplir los 30, la presión ha ido aumentando demasiado. Intento de recordarme que me gusta mi soledad, pero es difícil conforme avanza mi edad’’, dice Daniela. 

Sobre tal punto de la soledad, la psicóloga Bretti señala que muchas veces ese concepto es mal visto por las personas. En la misma línea, explica que la soltería se toma como una derrota, o un estado del que se debe salir sí o sí, ya que no trae consigo ningún beneficio. 

‘‘Necesitamos sacar del imaginario la soltería como sinónimo de fracaso, infelicidad o incluso como una circunstancia transitoria y desafortunada, de la que “con suerte” saldremos adelante. La soltería también puede ser una decisión, un estado legítimo que no necesariamente debe decantar en una relación de pareja’’, subraya la profesional de la salud.

De hecho, Stefanía Bretti opina que la soledad de las mujeres viene a convertirse en un espacio importante de autoconocimiento, de cuestionamiento y reflexión. Además, puede potenciar la autonomía en todos los sentidos. 

‘‘La soledad puede ser un espacio revolucionario, incluso intencionado, para redescubrirse fuera de la validación de otros u otras. Para desde ahí construir un sentido de vida muy propio. Esto pareciera ser problemático para un sistema que espera que las mujeres respondamos a lo que necesitan los otros, no a lo que necesitan para sí mismas’’. 

Vínculos afectivos no sanos 

Según explica la profesional de la salud, las repercusiones de estas presiones tienen consecuencias que muchas veces van más allá de la autopercepción o la autoestima. De hecho, la obligación social por tener pareja puede producir que se generen vínculos afectivos que no son genuinos. 

Matilde (21) estudió en un colegio católico y alrededor de sus 15 años comenzó a notar que sus compañeras ya desarrollaban relaciones amorosas. Dada tal situación, en su lugar de estudios estaba la idea colectiva de que aquellas que tenían pololos/as eran más maduras que las demás. 

‘‘Lo del colegio repercutió muchísimo, empecé a sentir que debía involucrarme con alguien. Entonces ahí comencé un vínculo afectivo con un chico llamado Roberto, no duró mucho porque cuando empecé a salir con él, sentí que me estaba fallando a mí misma. Él no me gustaba en lo absoluto, pero quería sentir que era tener validación masculina. Al mes le dije a Roberto que no quería verlo más’’, señala Matilde. 

‘‘La presión que tuve a mis 15 años disminuyó cuando entendí que no tenía por qué tener experiencias amorosas a esa edad, que igual era chica para pololear o tener un andante’’, agrega la joven de 21.

Para Bretti, la situación relatada por Matilde en otros escenarios puede llegar más lejos. Ya sea alargando relaciones que no son realmente honestas o que dentro de ella se vive violencia de género. En esa línea, la presión social por no estar sola potencia también la resistencia para salir de un vínculo tóxico. 

‘‘A veces, el miedo a quedarnos solas es un factor que dificulta salir de espacios violentos, o el aislamiento de otras redes de apoyo que paulatinamente viven mujeres dentro de relaciones donde son violentadas. No podemos desconocer, entonces, en el mandato del amor y de las relaciones de pareja, una relación de poder que es la base de la dominación y del ejercicio de la violencia hacia las mujeres’’, explica la psicóloga.

Para finalizar, la profesional de la salud opina que para dejar atrás estas presiones sociales es crucial generar cambios a niveles personales, como generales. Ya sea, comprendiendo que la soltería no es un escenario catastrófico y la soledad no tiene porque ser mala. 

‘‘Es importante señalar que con esto no es necesario a “aprender a estar sola”, tiene que ver, más bien, con poder construir una relación lo más sana posible con nosotras mismas, valorando nuestras redes de cuidado en su integralidad. Querer o buscar pareja no es algo que intrínsecamente esté mal’’.

En otra parte, señala que es fundamental avanzar en la autonomía económica de las mujeres, ya que, ‘‘es aquello que les permite elegir de manera libre el vincularse con una pareja o no, si sostener ese vínculo, y cuáles son las condiciones en que esa relación se va a desarrollar’’, finaliza Bretti.

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