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Un canon propio: la falta de referencias femeninas en clase de literatura BRAGA Créditos: Wikimedia Commons/ National Gallery of Art

Un canon propio: la falta de referencias femeninas en clase de literatura

Antonio Jesús Tinedo Rodríguez/ The Conversation
Por : Antonio Jesús Tinedo Rodríguez/ The Conversation Contratado Predoctoral (UNED-Santander), UNED - Universidad Nacional de Educación a Distancia
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La mentalidad patriarcal despreciaba la capacidad intelectual de las mujeres, y defendía que solo los hombres podían escribir obras dignas de ser admiradas. Sin embargo, Teresa de Cartagena, en el siglo XV, da una buena lección de feminismo mediante la publicación de una obra titulada Admiración de las obras de Dios, en la que defendía fervorosamente la capacidad productiva, creativa e intelectual de las mujeres.


Tengo entre mis manos un ejemplar de Una habitación propia, de Virginia Wolf, publicado en octubre de 1929. Las palabras de Woolf no han perdido vigencia. Nuestra sociedad silenció las voces de las mujeres desde sus orígenes. Aun hoy, hay posturas políticas que lanzan mensajes sobre supuestos privilegios de las oprimidas.

En la Primera Carta Timoteo, San Pablo decía que las mujeres debían escuchar en silencio la instrucción; también dijo en su Primera Carta a los Corintios que las mujeres deben permanecer calladas, porque a quien corresponde tomar la palabra es a los hombres.

Las mujeres, a lo largo de la historia, han buscado diferentes estrategias para romper con esos silencios impuestos. Nuestro deber como sociedad es reparar el vacío histórico, el silencio de las voces de las mujeres.

El canon literario es uno de los ámbitos en los que se puede realizar esta reparación. Cabe plantearse aquí las claves de esta reformulación canónica. La propia crítica literaria feminista nos da las claves: investigación y recuperación de textos que muestren las vidas, las reflexiones, los anhelos y la opresión de las mujeres. Se debe ir hacia un canon de mujeres, en plural, que represente sus voces y su diversidad.

Esfuerzos por modificar el canon

Estudiamos autores, en masculino, durante la Educación Secundaria y Bachillerato, pero las voces mujeres siguen siendo minoritarias. Debemos pues, desde la academia, centrarnos en investigar y dar voz a las voces que han quedado sin ser conocidas. El proyecto BIESES de la UNED es un claro ejemplo de la estela a seguir. Realiza un riguroso trabajo de investigación sobre las autoras previas a 1 800.

En esta línea, en el ámbito de las letras hispánicas, la UNED ha sido pionera en la implementación una asignatura obligatoria y un manual universitario sobre Literatura Española y Género cuya autoría se debe a María Dolores Martos Pérez y a Julio Francisco Neira Jiménez.

Este manual recoge la esencia de una reformulación feminista del canon y proporciona una visión completa de los textos literarios en lengua española desde la Edad Moderna hasta la transición democrática española. Aclara los fundamentos de la crítica literaria feminista y explora los textos a partir de la misma.

De forma paralela, en el ámbito de la filología inglesa, también cabe destacar el papel de la UNED al contar con una asignatura básica titulada Género y literatura en los países de habla inglesa.

Debemos hacer un ejercicio de transferencia del conocimiento que se está generando desde la academia a los materiales didácticos que trascienden en las aulas.

Autoras clásicas pendientes de recuperar

Hubo autoras que, en un contexto adverso, publicaron con su nombre y con sus apellidos. Teresa de Cartagena es un ejemplo de lo que ocurría cuando una mujer publicaba en pleno siglo XV. Sufrió una infección de oído y perdió la audición, por lo que su familia la envió a un convento a modo de destierro.

Portada de _Arboleda de los enfermos, de Teresa de Cartagena.
Patrimonio Nacional / Real Biblioteca del Monasterio de El Escorial

Su enfermedad la llevó a escribir Arboleda de los enfermos, una obra en la que reflexionaba sobre la enfermedad y la resiliencia. Fue tal la calidad y la repercusión de la obra que la sociedad puso en cuestión que una mujer, que además era sorda, pudiera haber escrito una obra de tal envergadura.

La mentalidad patriarcal despreciaba la capacidad intelectual de las mujeres, y defendía que solo los hombres podían escribir obras dignas de ser admiradas. Sin embargo, Teresa de Cartagena, en el siglo XV, da una buena lección de feminismo mediante la publicación de una segunda obra titulada Admiración de las obras de Dios, en la que defendía fervorosamente la capacidad productiva, creativa e intelectual de las mujeres.

Las letras hispanoamericanas

Litografía de Flora Tristán publicada en Le Charivari en 1838. Wikimedia Commons

Un caso de especial interés por el momento histórico en el que nos encontramos es el de las autoras migrantes hispanoamericanas, puesto que su testimonio es de un gran valor. Las producciones de Flora Tristán (siglo XIX) o de Clara Obligado (contemporánea) muestran cómo es el proceso de migración para las mujeres, qué sienten y cómo viven doblemente la otredad: por ser migrantes y por ser mujeres.

Gertrudis Gómez de Avellaneda, aunque más conocida, es otra figura relevante de las letras hispanoamericanas. El suyo es un ejemplo de rupturismo con las convenciones sociales patriarcales a través de sus vindicaciones de libertad e independencia, plenamente coherentes con su modus vivendi.

El uso de pseudónimos

María Luz Morales en 1915.
Wikimedia Commons

Esta opresión sobre una necesidad humana tan básica como la comunicación y la libertad de pensamiento llevó a la publicación anónima o al uso de pseudónimos. Fernán Caballero (Cecilia Böhl de Faber y Ruiz de Larrea), Tirso de Tebas (Josefa Codina Umbert) y Jorge Marineda (María Luz Morales) son algunos de los ejemplos que muestran la importancia de los pseudónimos para las autoras, pues eran el medio que tenían para hacer que su ficción viese la luz sin miedo al juicio y sin temor al rechazo.

El pseudónimo es, por lo tanto, un elemento clave para entender la historia de la opresión patriarcal a través de la literatura, y tiene un gran valor histórico del que debemos aprender.

Reparar ausencias

Tenemos el deber cívico de reparar estas y muchas otras ausencias, motivadas por factores como la desigualdad en educación, la desigualdad económica, la opresión de pensamiento, la anulación personal, la destrucción de la creatividad, o el confinamiento a la esfera privada.

Virginia Woolf, en su manuscrito, decía que una mujer necesitaba dinero y una habitación propia para escribir, y un hecho que subyace a esta cita es la feminización de la pobreza en todas sus dimensiones.

Pero la lección más profunda del libro es que no había, hay, ni habrá puerta, cerradura, ni candado que el patriarcado pueda imponer a la libertad de la mente de las mujeres. Porque gracias a su lucha, sus voces se escucharon, se escuchan y se escucharán.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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