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Beck y R.E.M. en recital histórico

Beck prendió el brasero humano en que se convirtió el Campo Argentino de Polo, en Buenos Aires. Luego R.E.M. cerró con un espectáculo que hizo arder hasta las vísceras del público.


Beck es un tipo cool. Se viste como todos, parece inofensivo, incapaz de conmover, pero en el escenario se transforma en un funkero negro: canta, rapea y baila como tal. Acompaña su estilo y talento con una banda digna de mención: Justin Medal-Johnsen, el bajista (Pelucas, para los amigos) ha sido comparado a Flea (Red Hot Chilli Peppers). Roger Manning Jr., el tecladista, cruza el escenario con su capa de superhéroe y descolla en un teclado vestido con la estética de Los Supersónicos.



Con «Loser» (Mellow Gold), canción que lo hizo famoso y marcó fuertemente los 90, hizo arder a la multitud, y lo mismo ocurrió con «Devils haircut» (Odelay), "Where it’s at" (Odelay) y la demoledora «Beercan» (Mellow Gold). Las baladas «Debra» y «Nobody’s fault but my own» conmovieron. Mientras que el ambiente brasileño de «Tropicalia» sacó a flote euforia y sensualidad.



Al terminar con la incendiaria «Beercan», el cantante, vestido ahora con un funkero enterito rojo metálico con llamas, cercó el escenario con una cinta que indicaba «no pasar», vendó con ella los ojos de su guitarrista y de los camarógrafos en la esquina. Algunos de los músicos salieron con cascos y chaquetillas fluorescentes… Zona de emergencia. Toda una instalación que dejó al público listo para el shock de R.E.M.



Los porteños en cueros y las chicas en unas «remeritas» mínimas se atropellaban por llegar cerca del escenario. Dos lienzos pintados con llamas y un reiterativo «hot» reforzaban el excesivo y húmedo calor de la capital. Un juego de luces con figuras y palabras hechas con luces de freno de colores apoyarían el show por comenzar. Up, alto, praha, un pollo asado, una pareja de angelitos, r.e.m., y hasta el ‘thank you’ final pendían sobre el escenario. Todo eso hacía recordar que pocas cosas buenas en materia musical habían sucedido en los 80… y que una de ellas fue R.E.M. Sus canciones han marcado a varias generaciones a partir de 1982, cuando sólo eran una banda underground de Athens, Georgia.



R.E.M. hizo arder a la multitud desde la primera nota de «What’s the frecuency, Kenneth?» (Monster, 94). La temperatura estaba por la nubes cuando comenzó a sonar «Finest worksong» la inolvidable apertura de Document (87).



Así, con todo ardiendo alrededor, R.E.M. siguió hasta hacer llorar con casi el mismo repertorio que sorprendió a Rock in Rio. Tocaron «Fall on me» del inigualable Life’s rich peageant (83), luego se desató con locura «Wake up bomb» (New adventures in hi fi). Stipe se movía como poseído por alguna fuerza dionisíaca, invocando a un ritual que no se detendría hasta quemarlo todo.



«Daysleeper» (Up, 2000) calmó por un rato el ambiente. Pero en seguida «Stand» (Green), y la ultra radial «Losing my religion» (Out of time, 90) y «Man on the moon» (Automatic for the people) volvieron a encender el fuego. Entremedio quedó el respiro de «So. Central rain (I’m sorry)» (84). También estrenaron dos canciones de su nuevo álbum que saldrá en marzo. «She just wants to be» y «The Lifting» mezclan el rock de Monster y New adventures in hi fi con el «minimalismo» de Up.



Michael Stipe salió de rojo y sus primeros comentarios confirmaron que todo estaba -como él- al rojo vivo. Entre bromas invitó a algunos que miraban desde un edificio contiguo a quitarse la ropa para todos los presentes. Manejó a los 30 mil asistentes como si fueran sus extremidades. Un pop star perfecto. Sólido.



Luego de un break, Stipe contó que había jugado fútbol a los 11 años y lanzó con la izquierda una pelota que capturó finalmente una rubia frenética. Saludó de paso a los chilenos y uruguayos presentes en el lugar y cuando comenzaba a llover interpretó el coro de «Have you ever seen the rain» (Creedence).



Terminando con este ritual entró la emocionante «Everybody hurts» (Automatic for the people) el cover a los Stooges de Iggy Pop «I wanna be your dog», la genial «Pop song 89» (Document, 87). Entonces vino «It’s the end of the world as we know it (and I feel fine?)» (Document, 87). Todo lo que había sobrevivido a las llamas se quemó instantáneamente. Stipe estiró la versión lo más que pudo y salió emocionado del escenario. A los minutos la lluvia cesó.

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