Aunque cantó «Sueño con Serpientes», «Mi Unicornio Azul», «Ojalá», «Te doy una canción» y «Playa Girón», entre otras, al trovador cubano le faltaron un par de clásicos y alargó una primera parte de temas nuevos, que aunque impecables, demasiado tranquilos.
Silvio Rodríguez da un concierto en el estadio Víctor Jara dedicado a la memoria de Gladys Marín. Era la combinación perfecta, pero sin embargo no fue sino hasta pasada la primera hora que el más clásico de los cantantes de la nueva trova cubana logro definitivamente levantar al público que abarrotó el céntrico local. Terminó desatando la euforia, eso sí.
No es que Silvio Rodríguez tuviera que probar nada. Referente cultural de la izquierda latinoamericana y en Chile, además, pieza clave en el soundtrack de la oposición a la dictadura y de una par de generaciones lana. Pero aun más, el cubano es uno de los principales impulsores de la llamada nueva canción en el continente y como tal es historia en movimiento. Y mueve a la masas. De hecho, las primeras dos fechas que fijó en Santiago se vendieron tan rápido, que de inmediato la productora programó un tercer concierto, el de anoche. También repleto, pese a que la entrada más barata costaba 12 mil pesos (la más cara, 35 mil).
Durante la primera hora, Silvio Rodríguez evitó los éxitos y junto a sus seis músicos se centró en su último disco Cita con Ángeles (2003), algunas canciones nuevas y otras viejas, pero pocas conocidas. Salvo «El Papalote» el trovador daba un concierto calmadísimo, casi familiar. Los militantes fans nunca se dieron cuenta de que el cubano por momentos rozó soporíferos terrenos.
A las 22:19, casi a una hora y cuarto del inicio, Rodríguez se queda sólo en el escenario desatando el aplauso generalizado del público. No se equivocaban: iniciaba el regreso a los clásicos con "¿A dónde van?", para luego dar paso a "Playa Girón". Pero sería "Te doy una canción" la que definitivamente levantara a todo el público del Víctor Jara. Fue casi sobrecogedor escuchar a toda la masa cantando, afinadamente, la clásica canción. Euforia total.
La hora siguiente el concierto -solo y con el grupo- fue una sucesión de grandes éxitos indiscutidos. Pasaron «Sueño con Serpientes», «Canción del Elegido», «Canto Arena», «Historia de una Silla» y también dos de las más clásicas de todo su repertorio «Mi Unicornio Azul» y «Ojalá», ambas elevaron la euforia del público que ya a esas alturas quería que el cancionero fuera interpretado completo.
Con «Pequeña Serenata Diurna» (Vivo en un país libre, el cual solamente puede ser libre…) y después de dos horas y media, Silvio cerró la primera noche. Aunque musicalmente fue un concierto impecable, dedicar una hora a canciones nuevas, viejas o simplemente a las menos conocidas puede ser un poco mezquino, sobre todo que entre las que quedaron en el tintero están clásicos como «Vamos a andar», «La era está pariendo un corazón» o la mismísima «Santiago de Chile».
Pese a ello, el cubano renovó los fuertes lazos que mantiene con el público chileno. Anoche Silvio Rodríguez mantuvo un diálogo constante y fluido con la masa; sencillo y cercano parecía que estuviera en casa, cantando para la familia. Quizá demasiado tranquilo para algunos, pero para sus fans el lujo de reencontrarse con un amigo, una parte de su historia. Y anoche era todos fans.
Artículos relacionados
Silvio Rodríguez: ‘Gracias Gladys Marín por ser imprescindible’ (5 de abril de 2005)
Silvio Rodríguez ofrecerá tres conciertos debido a alta demanda (17 de marzo de 2005)