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Gonzalo Díaz: ‘No creo que una obra sea capaz de transformar el mundo’

Pese a ello, el artista plástico lleva a la 51° Bienal de Venecia una instalación que, según plantea, es como poner «el arte en la UTI» y espera cuestionar justamente ese tipo de eventos. Además, profundiza en los desafíos del Centro Cultural La Moneda, donde participa como miembro del directorio.


Parece un contrasentido, una lucha dada por perdida de antemano o la representación de una imposibilidad. Gonzalo Díaz quisiera, pero desconfía y no cree que el arte tenga la capacidad de tener incidencia en el mundo. Sin embargo, el artista que representa a Chile en la 51° Bienal de Venecia, un de los eventos centrales de la plástica mundial, llevará hasta Italia una obra que pretende poner en escena casi de forma literal un estado agónico del arte.



Aun en construcción, Muerte en Venecia está formada por las cuatro letras de la palabra arte, dispuestas sobre el piso ocupando 4 metros y medio y de más de 30 centímetros de alto. Cada letra es a la vez un acuario donde durante los cuatro meses que dura la Bienal de Venecia vivirán peces rojos del tipo Carpas Koi. Para el buen funcionamiento de la obra -que no mueran los peces, que el agua no se estanque, etc-, se requiere que un complejo sistema de bombas y tuberías mantenga circulando continuamente el agua por los tres acuarios tipográficos.



La palabra arte es asistida para mantenerla viva. De hecho, una máquina alimentará a los peces periódicamente. Es como poner «el arte en la UTI», plantea Díaz al presentar la obra, con curatoría de Antonio Arévalo, y que será trasladada a Italia con el apoyo de la Dirección de Asuntos Culturales de la Cancillería (Dirac). Pero además de entrar a la discusión de la muerte del arte, La Muerte en Venecia, también es un planteamiento crítico sobre el estado de las bienales.



La crisis de la bienal



«Hay una metáfora crítica sobre la posibilidad de circulación real de las obras en espacios internacionales que son como pasillos. Esto es lo que pasa en todas las bienales, una instancia cultural en crisis; y la de Venecia es, precisamente, la primera del mundo», asegura el Premio Nacional de Artes del 2003.



El planteamiento de Díaz no es nuevo. Hace un par de semanas, Francisco Brugnoli, el director del Museo del Arte Contemporáneo (MAC) aseguraba que toda la idea de la bienal está sujeta a una discusión. Sin embargo, apuntaba que cada vez más le interesa reflotar la desaparecida Bienal de Valparaíso, pero esta vez centrada en los países que integran la alianza económica del Asia-Pacífico.



"Bueno, una bienal son palabras mayores", plantea Díaz y añade, descartando la idea: "Generalmente están sostenidas por ciudades, por eso que tienen el nombre de una ciudad. Es una vanidad de la ciudad y del estado. Todavía el Estado chileno no tiene la suficiente vanidad como para hacer una bienal. No creo que se pueda, valen sobre 5 millones de dólares".



Un proyecto’descomunal’



Aunque no tan grande como una bienal, el Estado chileno está llevando a cabo un proyecto inmenso en el centro cívico de Santiago: el Centro Cultural Palacio de La Moneda tiene nada menos que 7 mil 200 metros cuadrados, los que serán destinados a montar exposiciones internacionales de envergadura, a las artes visuales chilenas de los últimos 30 años y a la difusión de la historia del cine chileno. Díaz es miembro del directorio, pero pese a ello tiene una opinión matizada sobre el proyecto.



«Creo en general que los proyectos más pequeños o que una multiplicidad de proyectos pequeños -en cuanto al monto financiero involucrado- son más efectivos culturalmente que estos grandes proyectos, en un país que todavía es pobre, muy pobre en el área cultural. A pesar de la decisión del Presidente de la República de poner a la cultura como un punto central de su programa», plantea Díaz.



No obstante, valora avances como la proyección de un barrio cultural en el sector de Matucana y de hecho entiende como un gesto político ubicar en la mitad de Santiago, con todo el impacto que eso significa, un centro cultural "descomunal". Ahora, qué hacer allí, es una cuestión que la que el directorio trabaja.



"Es eso lo que estamos diseñando en estos momentos. No solamente haciendo un programa de muestras, exhibiciones, sino de qué carácter va a tener este centro. Es una cuestión que se está inventando en este momento. Todo.", dice el artista y agrega que se nombró a Morgana Rodríguez como coordinadora general del proyecto, evitando darle la dirección para que el mismo directorio se quede con la "responsabilidad final de la curatoría general".



Por ahora, Gonzalo Díaz define lo que será su instalación en la nueva sede del Consejo de la Cultura en Valparaíso -una frase extraída del libro de Nietzsche Genealogía de la Moral escrita con letras de neón- durante el día nacional de las Artes Visuales, 13 de mayo. Además, termina Muerte en Venecia en una industria ubicada en la calle Nuble. Tiene en cuenta, claro que pese a su contenido crítico no cambiará nada, con suerte provocará una discusión más en la 51° Bienal de Venecia.



«No creo que una obra sea capaz de cambiar el mundo ni de transformarlo… Aunque lo hace, cuando uno ve la historia del arte, ve como lo ha hecho, pero es una perspectiva de 100, 200 años. A mi me parece un poco ingenuo y un poco moralista esa pretensión y un poco religiosa. Esa pretensión de creer que la obra va a modificar el mundo. Sería espectacular que uno hiciera una obra y subiera o bajara la bolsa», dice.



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