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Santiago se rindió ante Dios salve a la Reina, tributo argentino a Queen

Un enfervorizado Teatro Teletón aplaudió por casi dos horas un espectáculo marcado por el inconfundible sonido del cuarteto británico replicado y el destacable »clon» trasandino de Freddie Mercury.


A medida que los grupos fundamentales de la música popular desaparecen por causas diversas, que van desde la simple disolución hasta la muerte de los integrantes, el desarrollo de las denominadas bandas tributo toma más fuerza.



Y aunque aisladas, la visita de extranjeros han dejado buenos recuerdos. A finales de 2002 The Soft Parade cumplió con su recuerdo a The Doors y este martes 13 la suerte fue de los 1.500 fanáticos que escucharon a Queen encarnado en Dios salve a la Reina.



El cuarteto oriundo de Rosario (Argentina) llegaba a Santiago con muy buenos antecedentes: dos Grand Rex repletos a cuestas y una gira por Europa, donde se presentaron en The Queen Convention (Inglaterra) y The Mercury Memorial Day (Suiza), ante más de 20 mil personas.



Con 15 minutos de retraso apareció el vocalista Pablo Padín en el escenario del Teatro Teletón. Y se ganó de inmediato al respetable no sólo por la correcta entonación de One vision, sino también por su atuendo e increíble parecido físico al fallecido Freddie Mercury.



Ezequiel Tibaldo (bajo), Francisco Calgaro (guitarra, teclados y coros) y Matías Albornoz (batería y coro) interpretaron, por su parte, a John Deacon, Brian May y Roger Taylor, con contundencia pero sin la brillantez del frontman, por cierto.



Desfilaron, entre muchas otras, Under pressure, We are the champions, A kind of magic, Bicycle race, I want to break free, Another one bites the dust, Love of my life, Crazy little thing called love y Radio Ga Ga, probablemente la mejor lograda de la noche.



Como contrapartida, Dios Salve a la Reina se escuchó algo deficiente en Innuendo y Bohemian Rhapsody, cuyas particulares estructuras hacían prever algún desaguisado cuando recién se oían los primeros acordes.



Felices los músicos, expresaron reiteradamente su agradecimiento al público chileno, ése que seguramente no pudo ver a los originales en vivo cuando visitaron Sudamérica en la década de los 80, pero de alguna manera saldó la deuda con la descarga de casi dos horas del inconfundible sonido de los británicos.

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