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BBC News Mundo

Libia se reencuentra con el heavy metal (y otros talentos escondidos)

Por décadas, Libia estuvo desposeída de talento e industria del entretenimiento. Pero después del levantamiento que acabó con el único hombre con permiso de ser famoso -Muammar Gaddafi-, los libios quieren cambiar esa realidad.


El dueño de una pequeña tienda de música en una calle del centro de Trípoli está ocupado tocando guitarra.

Filas y filas de instrumentos cuelgan de las paredes de la tienda. Las coloridas y brillantes guitarras eléctricas están en una categoría distinta a la de los otros instrumentos, incluyendo el tradicional darbuka (tambor).

Acá es donde una banda de heavy metal recientemente reunificada se encuentra tres veces por semana después del atardecer.

En el sótano de la tienda, hay un pequeño cuarto a prueba de sonido equipado con grandes amplificadores y una brillante batería. Está separado por una ventana de vidrio de un estudio de grabación.

Nasser, Saleh, Jallal y Adel son los integrantes de The Blackforce, una banda de entusiastas del heavy metal de mediana edad.

Generalmente se ven como una versión suave del estereotípico metalero. Acá no se va a encontrar a nadie con pantalones de cuero.

Nasser al Geedi tiene una voz que va desde lo más profundo y ronco hasta lo agudo anárquico. Es el vocalista líder, con pelo hasta el mentón, algo no muy usual en Libia. Su guitarra eléctrica negra tiene pequeñas calaveras blancas en el cuello. Al Geedi manipula las cuerdas con una facilidad familiar.

«Mystery Eyes» («Ojos misteriosos»), escrita y compuesta por al Geedi en los años 80, es una mezcla de poderosa balada suave y sonidos eléctricos ultra rápidos.

Al final de la sesión de ensayo, al Geddi grita: «¡Gracias, Las Vegas!», y una pegajosa ronda de risas llena el diminuto cuarto.

La batería de Saleh al Khuweldi sobrevivió a la persecución del régimen de Gaddafi.

Este grupo representa una generación que sintió que había perdido su voz hace décadas.

Show de talento

Saleh al Khuweldi, el baterista del grupo, me dice que se conocieron a principios de los 80 y formaron el grupo en un momento en el que el heavy metal no era bienvenido ni por la gente ni por el gobierno. Estaban limitados a tocar en uno que otro matrimonio y reuniones privadas.

«En los 80 tocábamos regularmente, hasta que el régimen anterior quemó públicamente todo los instrumentos de música; eso es cuando la música occidental se volvió imposible en Libia», explica al Khuweldi.

Después de que el coronel Gaddafi fue derrocado, la banda se reunió y compró nuevos instrumentos.

Al Khuweldi orgullosamente señala su batería, que ha sido testigo de tantos problemas como él.

«Esto no es nuevo», dice, «aunque su brillo hubiera podido engañar a cualquiera».

«La escondí del régimen anterior cuando buscaron todos los instrumentos. Nos molestaron mucho, incluso nos cortaban la electricidad en la casa.

«Ahora nuestro objetivo es crear la música que fue enterrada acá por mucho tiempo; todo lo que nosotros tocamos fue escrito y compuesto por nosotros en los 80», recuerda.

«Pero sin canales de distribución apropiados para los artistas locales y una industria musical de la que podamos hablar, esa aspiración todavía está lejos».

No solo se trata de la nostálgica generación más vieja.

El decrépito teatro de estilo soviético de Trípoli era conocido como el Hall del Pueblo y fue usado sobre todo para declarar la inquebrantable fidelidad al coronel Gadafi.

Nasser, Saleh, Jallal y Adel son los integrantes de The Blackforce, una banda de entusiastas del heavy metal de mediana edad.

Más temprano este año hospedó un show de talento público en el que algunos libios fueron a demostrar sus habilidades en cosas como fútbol freestyle, pintura abstracta y retratos de Hollywood y celebridades de MTV. Así como en cantos sobre el Islam.

El teatro gradualmente se llenó con un curioso público de hombres, mujeres y niños, incluido un excombatiente que me dijo: «Estoy acá para olvidar la guerra».

La novedad de un evento como éste se demuestra con los errores del sistema, tantos que generan risas dentro y fuera del escenario.

Parecía un show de colegio de primaria con talentos que están en sus primeros años.

Más allá de eso, había un sentido de orgullo sobre la mera oportunidad y habilidad de armar un evento como este y mostrar talentos jóvenes.

El arte del humor

Suheib Tantoush, de 17 años de edad, estudia derecho en la universidad de Trípoli.

Su verdadera pasión, sin embargo, se encuentra en el lápiz y el papel, y los computadores de tableta.

Respira vida y sabiduría sobre sus años de incursión en la caricatura, resaltando el malestar político y social de la sociedad libia.

«No es cualquier dibujo; es lo que llamamos el arte del humor, poner las cosas de una forma sarcástica», dice.

Uno de los borradores que hay en su cuarto muestra a un niño preguntándole a su padre: «Papá, ¿qué quiere decir ‘Libia hurra’?» Y el padre contesta: «Es algo que dicen los libios cuando han hecho algo mal».

«Libia hurra», que quiere decir «Libia es libre», fue el mantra de la posrevolución en las calles.

Tantoush explica que esto ahora se usa como una excusa para todo.

Su tema recurrente es la juventud libia que no logra alcanzar sus objetivos en la vida.

«Solo están en la calle, no hacen nada productivo. Se aburren. Espero que la mentalidad cambie», dice con un mezclado tono de tristeza y optimismo.

Nasser, Saleh, Jallal y Adel son los integrantes de The Blackforce, una banda de entusiastas del heavy metal de mediana edad.

Dice que, si las avenidas estuvieran creadas para su tipo de arte, con satisfacción abandonaría su carrera de derecho para enfocarse en su verdadera pasión

«Teníamos un sueño»

De vuelta en el estudio de grabación, The BlackForce siguen su toque, revelando, deleitándose con el ritmo de una generación perdida.

El vocalista es hoy tan apasionado como cuando tenía 20 años.

«Teníamos un sueño; teníamos que tocar buena música para los libios y para el mundo», dice.

«No necesito tocar mi guitarra ni cantar canciones bajo la presiones o bajo regímenes maliciosos, ¿OK? Tengo que cantar libremente. Por eso es que nos sentimos así ahora: por eso es que vamos a empezar de nuevo. Nos gusta la música y queremos tocar esta música, eso es».

Libia no tiene muchas voces famosas, ni artistas o poetas.

Pero eso podría cambiar, mientras el país que por décadas estuvo desposeído de creatividad y pasión empieza a redescubrir sus talentos escondidos.

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