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Libro «Llegamos para quedarnos»: de dónde viene y hacia dónde va el movimiento estudiantil chileno

Libro «Llegamos para quedarnos»: de dónde viene y hacia dónde va el movimiento estudiantil chileno

Francisco Figueroa fue vicepresidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile en 2011, el año que vio no sólo nacer la lucha de los estudiantes sino conquistar a todo un país. Su texto es un vistazo desde lo más íntimo de las entrañas del movimiento de cómo se desencadenó este proceso, sus anécdotas, y qué aspectos definirán que sus demandas no se extingan con el ardor pasajero de la movilización social.


¿Cómo es que en un país tan dividido por sus diferencias y clases sociales, sus recuerdos sesgados y memorias opuestas en años de dictadura, puede de pronto volver a cohesionarse bajo una sola máxima consigna? ¿Qué es lo que conduce a una sociedad inmersa en el consumismo y el individualismo a reencontrarse para luchar por un bien común? ¿Acaso las desigualdades laborales y económicas no estaban desapareciendo cada vez más con los avances del desarrollo y el neoliberalismo? ¿Y cómo fue que un movimiento que comenzó en la calle, lejos del Congreso y el palacio de La Moneda, terminó doblándole el brazo a la clase política, convirtiéndose en el punto clave de  los programas de los presidenciales y gatillando la salida de tres ministros de Educación?

Como la mayoría de los chilenos, éstas y otras preguntas se hizo Francisco Figueroa, dirigente estudiantil y vicepresidente de la Fech en 2010 y 2011, a la hora de lanzarse a escribir «Llegamos para quedanos; Crónicas dela revuelta estudiantil», un libro que busca retratar cómo surge, crece, evoluciona y se va desarrollando esa llama flamante que conocemos como la consigna estudiantil. No sólo eso. Es un esfuerzo por perfilar las directrices que el primer año de movilizaciones dejó como legado y que definirán en parte el avance  de esta lucha: un porvenir que aún no se sabe si se acerca a su fin o recién está comenzando.

«Estas preguntas no encuentran, porque no pueden, una respuesta aquí. Pero son las que vengo escuchando desde los días de la revuelta y las que yo mismo me hice entonces y me seguí haciendo a la hora de sentarme a escribir. Espero arrojar por lo menos pistas. De todas formas, el mero ejercicio de hacerlas e intentar responderlas constituye un imperativo básico para nuestra generación y los que anhelan y trabajan por un Chile justo y para todos. No para quedar bien con nuestra conciencia y tener la mejor opinión y compartirla en la sobremesa. Simplemente porque nosotros otros ya comenzaron a responderlas, reescribiendo el pasado inmediato para hacerse con el futuro», reza el texto en su introducción.

Mediante un lenguaje cercano y cotidiano, Figueroa relata episodios que ocurrieron en 2011 y que lo enfrentaron de golpe con el mundo político y su propio conjunto de reglas. Desde su primera experiencia en el Congreso donde el dirigente tuvo que conseguirse un par de pantalones largos para poder ingresar, sus primeros roces y encuentros con los diputados de la Comisión de Educación, la compleja y torpe relación entre los estudiantes y el ministro Joaquín Lavín, el encontrón que vivió el autor con el ex ministro Sergio Bitar en el set de CNN Chile – un debate que evidenció la ruptura entre los estudiantes y la clase política-, y cómo la propia directiva de la Confech sobrevivió a marchas infestadas de gases, miedo colectivo y el violento accionar de las Fuerzas Especiales de Carabineros.

«Llegamos para quedanos; Crónicas dela revuelta estudiantil» es un intento de plasmar en el ahora, antes de que el paso del tiempo y los olvidos hagan sus respectivos cobros, de dónde proviene ese ardor que sigue sacando a la calle a cientos de miles de chilenos. Que sigue incentivando a niños y jóvenes a diseñar propuestas cada vez más creativas para demandar sus derechos. Que ha cautivado a padres, apoderados, profesores e incluso abuelos y los ha convertido en parte de esta lucha. Ese es el mensaje de Figueroa, uno de los dirigentes que, si bien pasó más desapercibido que algunos de sus pares como Camila Vallejo, Giorgio Jackson y Camilo Ballesteros, ha sido identificado como uno de las mentes más fuertes detrás de los planteamientos y demandas del movimiento estudiantil de 2011.

«Seremos fuerza y seremos cambio, en definitiva, solo a condición de tomarnos en serio la interpelación de «La voz de los 80″ (de Los Prisioneros), de resistir que nos releguen a los estantes de la historia y reimaginar con creatividad el papel que nos asignó la mezquina transición. De negarnos a dejar la rebeldía que cultivamos en calles, liceos y universidades en el baúl de los recuerdos (…). Ese es el desafío al que nos empuja la histórica festa de la revuelta estudiantil», concluye el libro, como un presagio del verdadero desafío que aún queda por sortear: crecer y no perder por eso los sueños y las ganas.

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