La violación de Lucrecia se presentará del 4 al 6 de octubre en el GAM
La VI temporada de conciertos de la Universidad Alberto Hurtado estrena en GAM la pieza como parte de la conmemoración del centenario del natalicio del compositor británico.
Foto: Jorge Sánchez
La violación de Lucrecia estuvo a punto de no conseguir licencia para su representación debut en 1946. Sin embargo y a pesar de la polémica, Benjamin Britten logró llevar a la ópera la leyenda de Lucrecia –con libretos de Ronald Duncan, basados en la obra de André Obey, Le viol de Lucrèce– que ha perdurado en el tiempo inspirando creaciones de Shakespeare, Rembrandt y Botticelli.
“Britten a menudo trata temas de orden moral y psicológico, y en todas sus creaciones logra momentos perturbadores, fruto de la conexión entre su riguroso lenguaje musical y las fuertes líneas dramáticas del texto”, dice Paula Torres, directora musical de la puesta que la VI temporada de conciertos de la Universidad Alberto Hurtado presentará en GAM el 4, 5 y 6 de octubre como homenaje al centenario del natalicio del compositor inglés.
“Realizar el estreno de esta obra en Chile no solamente es importante por su temática controversial sino porque, aunque en el ámbito coral se conozca su trabajo, es en la ópera (de cámara y a gran escala) donde se aprecia con más nitidez su aporte a la música de su país natal, replanteando su concepción y la manera de ser presentada a las pequeñas y grandes audiencias”, continúa.
En un prólogo y dos actos, la soprano Claudia Lepe (Lucrecia), el barítono Gonzalo Simonetti (Sexto Tarquino), el bajo Arturo Jiménez (Colatino), el barítono Alfredo Lucero (Junio) y el Coro de Cámara UAH –con régie de Miguel Ángel Jiménez–, darán vida a la tragedia de la mujer de un general romano que se quita la vida tras ser ultrajada por el hijo del rey, provocando la caída de la monarquía y el comienzo de la república.
“El libreto expone estos hechos medio míticos, encontrados en remotas fuentes como los relatos del historiador Tito Livio, bajo una mirada católica. Dos personajes externos al drama, sin espacio y sin tiempo, observan, comentan y juzgan el proceder de los protagonistas aludiendo a la Pasión de Cristo como prueba de su misericordia, donde reside la esperanza de la corrupta humanidad”.
Para la maestra Torres, el lenguaje musical de esta obra –la primera a la que Britten llama ópera de cámara– tiene muchos aspectos del neoclasicismo, como la cercanía con la tonalidad triádica y cierta escritura barroca para la orquesta, pero su principal atractivo radica en la iluminación de las palabras y la fuerza de las mismas en potentes giros melódicos.
“Con muchos fantasmas en su reputación que hablan de su rudeza, falta de sensibilidad para con el prójimo, orientación sexual y escándalos diversos, este compositor supo responder a su público trabajando arduamente para incrementar el profesionalismo en la industria musical británica llevando creaciones de alta calidad a los grandes teatros y pequeñas localidades, tal como lo hizo con sus óperas de cámara”, termina.
