Cultura + Ciudad recorrió puntos estrátegicos de concentración de peruanos en Santiago
Plaza de Armas, restaurantes peruanos y picadas chilenas no tuvieron mayor conmoción antes, durante y después del fallo.
Indiferencia. Eso fue lo que se palpó en las calles de Santiago durante y después de la transmisión por televisión del fallo de La Haya.
Más allá de algunos nacionalistas chilenos que fueron a La Moneda y la Plaza de Armas a reclamar y provocar a algunos inmigrantes, la vida siguió su rumbo. A pesar del tan anunciado terremoto, nada pasó. Comenzó como el fallo de Londres por el caso Pinochet, con mucha expectación, pero terminó como el año nuevo del 2000, cuando muchos esperaban un cataclismo y al final todo siguió igual.
«Más allá de lo que pase, yo tengo que seguir trabajando», señaló a este cronista Manuel, un inmigrante peruano. «Son cosas de los políticos», agregó un compatriota suyo.
Y como agregó más de alguno, las grandes pesqueras, pertenecientes a las familias que gobiernas ambos países, seguirán explotando un mar privatizado a este y el otro lado de la frontera, porque como se sabe, el que sí no entiende de fronteras es el capital.
Como es costumbre, la agitación estuvo más en las cámaras y en los equipos de TV locales y los corresponsales extranjeros que en la gente.
