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El regreso de Pentagram: la banda ícono del metal chileno a nivel mundial revela el misterio de su separación Tras 27 años de silencio, el 2013 grabaron The Malefice con rotundo éxito internacional

El regreso de Pentagram: la banda ícono del metal chileno a nivel mundial revela el misterio de su separación

A fines de los 80, Pentagram se convirtió en la banda pionera del metal en Chile y sus influencias tuvieron un alcance global. Casi no hay bandas en el mundo que no reconozcan su aporte al género. Se disolvieron de manera repentina dando paso a una serie de mitos en torno a su obra y a su separación. Luego de 27 años sin tocar juntos, Pentagram se reagrupó, salió un libro sobre la banda y grabó su primer disco de larga duración, al tiempo que la fama nuevamente explotó. Cultura+Ciudad conversó con el fundador, Anton Reisenegger, sobre el pasado y el presente de esta banda ícono.


Mitch Harris, guitarrista de Napalm Death (tal vez la banda que inventó el grindcore metal, una de las vertientes más extremas del metal, parodiada hasta por Jim Carrey), al referirse a la banda nacional Pentagram, dijo: “Había algo extraño y morboso, con estructuras muy simples que de pronto se hacían más complejas. De inmediato me hice fan”.

Como él, miles de personas alrededor del mundo, en especial aquellos músicos que comenzaban a explorar sus primeros riffs en el death metal -un estilo musical de rock que pese al paso del tiempo siguió acumulando adeptos- se hicieron seguidores de la banda, los reconocieron como referentes, pioneros, inspiradores de un estilo.

De tocar en el mítico gimnasio Manuel Plaza, Pentagram saltó al mundo. Se convirtió en la banda más famosa, pero con una característica peculiar. Era la única banda de alcance internacional que nunca grabó un disco. Su separación se convirtió en un misterio y la banda en un mito. Veintisiete años después volvieron a juntarse como si nada, la conexión musical se mantuvo intacta. Sacaron su primer disco larga duración, The Malefice, que ha sido un éxito rotundo en Estados Unidos y Europa, y Patricio Jara escribió un libro con su historia: Pentagram. Una crónica (Libros Del Pez Espiral, 2013).

Cultura+Ciudad conversó con Anton Reisenegger, líder y fundador de Pentagram, pero también de Criminal y de Lock Up -ambas bandas muy influyentes en la escena mundial del metal-, sobre el regreso, la separación y las historias reales y ficticias que comenzaron a nacer en el mítico gimnasio Manuel Plaza, donde los primeros thrashers debutaron como fans en una época (dictadura) donde la policía los apaleaba porque sí, porque no comprendían que fueran un movimiento de rock y no una célula terrorista comandada por Satán.

Foto: Mauricio Donoso

Foto: Mauricio Donoso

El mito de la fama y el misterio del fin

El mito se hizo mundial con un casete. En el caso de Pentagram, su primer demotape (o cinta de demostración), que contenía prácticamente un ensayo, llegó a revistas especializadas de todo el mundo y fue objeto de admiración. Las revistas, que en esa época eran fabricadas a base de fotocopias, contenían reseñas de los demotapes y en algunos casos de los primeros discos de metal. En 1985, recién salía Master of Puppets de Metallica y Hell Awaits de Slayer. Y la movida del death metal recién comenzaba a desarrollarse en Estados Unidos.

Por eso, el primer demotape de Pentagram causó furor en Estados Unidos y Europa, a tal punto que el sello suizo Chainsaw Murder Records los contrató para grabar un EP de dos temas que se hizo en vinilo. Las pocas copias que se hicieron en aquella prehistoria del grupo hoy se transan en miles de dólares.

Pero aunque el público los adoraba, pasó algo extraño con ellos. En los conciertos comenzaron a ser maltratados. Mientras se les tildaba de cuicos y de fachos, la fanaticada debutó con una curiosa costumbre chilena, la que constituye una interrogante a nivel mundial: escupir a los músicos. Luego vino la separación y las razones del porqué dejaron de tocar se convirtieron en un misterio.

Muchas veces se ha mencionado como una de las causas del término de Pentagram una suerte de conflicto social. Se les criticó que fueran rubios, de “Las Condes”, de buenos colegios… Hubo una vez en que en el Manuel Plaza les tiraron una plancha de cholguán. Cómo ha sido la recepción que han tenido hoy de los fans y de otras bandas en este último regreso?
Sí, había mucho de eso. Como que alguna gente proyectaba en nosotros sus frustraciones y resentimientos, como si fuéramos los culpables de lo que les pasaba. Por suerte hoy en día eso casi no existe, la gente sabe diferenciar mejor las cosas. Incluso yo creo que hay gente que en ese tiempo nos iba a escupir que hoy reconoce nuestro trabajo y se alegra de que nos vaya bien.

¿La costumbre de escupir la viste después en otras partes? ¿No se sentían agredidos con ello?
Nunca he visto nada similar en otra parte, pero sé, por ejemplo, que antiguamente (hablo de los años 80) en los festivales en Inglaterra mucha gente llenaba bolsas o botellas con pichí y se las tiraba a las bandas o a la gente que estaba más adelante. Tampoco tiene nada de civilizado eso. Pero también siempre me he preguntado respecto al origen de esa costumbre en Chile, porque como músico es lo más denigrante que te pueden hacer. De hecho, esa fue una de las razones por las que Pentagram se separó.

Siempre se ha vinculado al rock y al metal con ideas rebeldes y antisistema, pero a ustedes se les acusó de tocar para la campaña de Hernán Büchi, ¿dé donde viene esa historia?
En ese mito hay una equivocación, porque jamás participamos de ninguna campaña política, y menos de la derecha. Yo creo que nos están confundiendo con Chronos, porque ellos sí que tocaron en un acto de Büchi. Para mí la música tiene mucho que ver con política, de hecho, siempre digo que en la época de Pinochet el mero hecho de ponerse a tocar metal y de alguna forma desafiar el sistema era un acto político. Pero yo no me involucraría en política partidista, porque desconfío de los partidos y prefiero mantener mi independencia.

Cuando se hace referencia a Pentagram son incontables las bandas de metal que reconocen su influencia. ¿En tu caso, cuáles han sido las influencias musicales determinantes ?
¡Uf!, son muchísimas bandas que me han influenciado de una u otra forma. De hecho, creo que todo lo que escuchas en tu vida tiene algún grado de influencia sobre tu forma de entender la música. Ahora, en mi caso concreto, las bandas que me motivaron a empezar a tocar y a formar una banda fueron Metallica, Slayer, Venom, Kreator, etc.

El año 2013 se lanzó el disco The Malefice, que ha sido llamado el primer nuevo disco de Pentagram. El mismo año se lanzó el libro de Patricio Jara (Pentagram. Una crónica, Libros Del Pez Espiral). ¿Es el 2014 definitivamente el año del relanzamiento de Pentagram?
De todas maneras. Esta reunión se empezó a gestar en 2009, cuando fuimos a tocar a Europa, incluyendo un show en el Festival de Wacken, pero por distintos motivos nos demoramos bastante en concretar la grabación y todo lo demás. Por lo visto, la maldición de Pentagram sigue vigente, jaja. Pero, fuera de hueveo, ahora que finalmente el disco está en la calle, y el libro también acaba de salir, están dadas todas las condiciones para un nuevo comienzo, por así decirlo.

Hay bandas emblemáticas como Massacre que están volviendo a grabar y han reconocido que es muy difícil hacerlo. ¿Cuál es el secreto de que ustedes vuelvan como si nada y más encima con éxito?
No sé, son historias totalmente distintas. Yo creo que irónicamente hasta cierto punto incluso juega a nuestro favor que la banda haya estado inactiva durante tanto tiempo, porque el nombre o el “mito”, si se quiere, adquirió una dinámica propia. Por supuesto también es importante que un montón de bandas internacionales de renombre siempre se hayan encargado de nombrar a Pentagram como una banda precursora del estilo.

Han tenido éxitos, claro, pero ¿cuál ha sido la peor derrota?
Hay muchos momentos importantes que recuerdo con orgullo, como cuando le abrimos a Kreator en el 92 y después a Sepultura en el 95, el Monsters of Rock con Slayer y Anthrax, etc. Ahora último ha sido la raja para mí poder visitar países como Japón, Indonesia y Malasia con Lock Up. El hecho mismo de estar en Lock Up con esos tremendos músicos ya es algo que me pone muy contento. Los shows de reunión de Pentagram también fueron muy emotivos. En fin, hay muchos  buenos momentos.

En cuanto a derrotas, vergüenzas, mejor olvidarlas. Yo diría, más bien, que la vida de un músico está llena de pequeñas y grandes derrotas y decepciones. Incluso siempre digo que alguien que no tiene tolerancia a la frustración no debería ser músico.

En lo personal, ¿qué pasa con tus otros proyectos, Lock Up y Criminal?, ¿hay otros planes?
Hemos trabajado en sesiones de composición y preproducción con Lock Up, con miras a un nuevo disco. Y, como te decía, con Criminal también estamos retomando las actividades y esperamos poder grabar dentro de este año. Por el momento no tengo otros proyectos andando, pero siempre estoy abierto a lo que pueda pasar. Siento que he desperdiciado mucho tiempo en mi vida y por eso quiero hacer lo más y mejor que pueda en lo que me queda de carrera.

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