Homenajean la muerte de algún ciclista por causa de algún conductor irresponsable y reclaman contra la impunidad de estos últimos. A la manera de una animita, son bicicletas blancas puestas en el lugar donde ocurrió el accidente. Ciclistas con Alas es la organización que impulsó esta iniciativa y puso la primera bicianimita en Santiago en 2012. A la fecha hay diez repartidas en toda la ciudad.
Siguiendo la costumbre de erigir una animita, que recuerda la muerte de alguien en la vía pública, Fresia Aguilera y su esposo, Nelson Gajardo, instalaron una bicicleta pintada de blanco para recordar la muerte de Arturo Aguilera (hermano de Fresia), quien perdió la vida pedaleando.
Ellos instalaron la primera bicianimita (a la salida del metro Santa Isabel, avenida Bustamante, esquina nororiente) en memoria de este diseñador gráfico de Editorial Cuneta, de 28 años, que murió atropellado por un conductor ebrio en la esquina de las calles Santa Isabel y Bustamante, el 10 de agosto de 2012.
De paso crearon Ciclistas con Alas, una organización que nació a raíz de su deceso. Tenían la necesidad de visibilizar los accidentes ciclísticos, los cuales con frecuencia quedan impunes. Así fue el caso de Arturo, quien fue atropellado por Víctor Hugo Barriga Saavedra. El conductor no respetó la luz roja y, tras dar muerte al ciclista, intentó huir, chocando con dos autos más. Ciclistas con Alas se manifestó varias veces en los tribunales de Justicia alegando por la libertad de Barriga.
A la fecha, las bicianimitas han proliferado. Están repartidas en diez puntos en Santiago, específicamente en las comunas de Ñuñoa, Providencia, Santiago Centro, Independencia, Estación Central, San Miguel y Maipú.
Claro que el proceso de crear una nueva ‘bicianimita’ no es rápido, pues considera un previo diálogo y acuerdo con la familia del ciclista fallecido. No se trata de llegar y poner una bicicleta blanca y ya está.
La iniciativa de Ciclistas con Alas ha ganado adeptos mediante su difusión en las redes sociales. De hecho esta interacción en el ciberespacio ha contribuido a que las bicicletas que se usan como bicianimitas sean armadas a partir de piezas donadas por gente contactada por internet.
Contrarias a la muerte, las bicicletas relucen blancas. Pero no solo lucen color nieve o leche encadenadas a un poste o un árbol o contra una reja, sino que también están brotadas de flores plásticas de distintos colores, de banderitas chilenas y de multicolores remolinos también plásticos.
Le decían el Pancho, su nombre, Francisco Javier Contreras, tenía 24 años. Perdió la vida un 3 de marzo del 2012. Un bus del Transantiago lo arrolló después que un automóvil lo impactara en la parte posterior de su bicicleta. Portaba su correspondiente casco cuando giró desde San Pablo hacia avenida Manuel Rodríguez. Su muerte fue casi instantánea. El único imputado del caso, Alonso Rodríguez Valenzuela, chofer del auto, se encuentra en libertad. Debió firmar mensualmente por un año, mismo periodo por el cual tuvo su licencia de conducir retenida. La foto de Pancho en la animita recuerda al hombre. La foto de Francisco en la bicianimita reclama su muerte.
Aunque recuerden la muerte, las blancas bicicletas celebran el viaje, ese último pedaleo que repentina e involuntariamente terminó en la tierra para subir hasta el cielo. Ahora es el ánima (el alma del difunto ciclista) que pasea entre las nubes, y del color de estas están teñidos los fierros de las bicianimitas.
Ya hay quienes se acercan con curiosa devoción a estos minitemplos en ruedas a pedir alguna manda o favor. No por nada en Chile el culto a las animitas es una tradición fuerte extendida por todo el país, siendo la animita de Romualdo Ibáñez, en la comuna de Estación Central, la más famosa.
Estacionadas, las bicicletas son una invitación a no detenernos en el reclamo de exigir leyes que sancionen de manera justa y oportuna las conductas irresponsables y criminales de conductores en este tipo de accidentes ciclísticos.
