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Edison Cajas, director de «El vals de los inútiles”: «Opté por un lenguaje distinto a las noticias de la noche» El estreno se da en el marco del Miradoc

Edison Cajas, director de «El vals de los inútiles”: «Opté por un lenguaje distinto a las noticias de la noche»

Esta entrevista a Edison Cajas, director del film, fue publicada el 2013 durante su competencia en el Festival de Cine de Valdivia. Ahora la republicamos para dar contexto al estreno nacional de este documental, que parece ficción, y que narra el encuentro de dos generaciones en medio del conflicto de la educación.


Un hombre que se afeita. Un chico que se lava los dientes. Una presentadora de televisión con las primeras noticias de la mañana. Así comienza “El vals de los inútiles”, un documental sobre el movimiento estudiantil que parte con una estética de película de ficción cuya trama va surgiendo sutilmente, entre un coro de niños del Instituto Nacional, entre un grupo de jóvenes que corren alrededor de La Moneda en una maratón de 1.800 horas por la educación que dura día y noche, entre un hombre que da clases en una cancha de tenis.

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Su estética de ficción no es una casualidad. Su director, Edison Cajas, optó por un lenguaje distinto “a las noticias de la noche”, obsesionadas con los encapuchados y la violencia.

En “El vals de los inútiles” no hay nada de ese facilismo noticioso, en parte porque Cajas —que estudió filosofía y cine en la Universidad de Chile y luego se especializó en la famosa escuela de San Antonio de los Baños de Cuba— durante sus estudios siempre trabajó la ficción, donde son fundamentales los personajes y el conflicto dramático.

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 La corrida como punto de partida

La famosa corrida por la educación de 2011 fue el punto de partida de la obra. Fue allí donde Cajas descubrió al primer personaje, Darío, un chico del Instituto Nacional que literalmente perdió el año por participar en una toma de siete meses del establecimiento.

“Yo estudié en el Instituto Nacional y sabía algo de lo que estaba haciendo el colegio con las movilizaciones. Ahí un amigo me comentó de un chico que situaba muy involucrado y que estaba organizando esta corrida de 1.800 horas. Este chico era Darío”, cuenta Cajas. “Entonces, comencé a ir con la cámara para registrar lo que estaba pasando, sin saber aún que Darío iba a ser el protagonista. Cuando comenzó la corrida me di cuenta de su participación y supe que él sería parte importante de la historia”.

El otro personaje es Miguel Ángel, un hombre maduro y ex preso de la dictadura. “Él participó de la corrida, principalmente porque su hija, que también aparece en la película, fue parte importante de la maratón. Yo lo vi un día en la noche corriendo y fue muy impresionante verlo correr, porque se notaba que estaba muy emocionado. Le pregunto sus motivaciones para participar y me cuenta su historia”.

Darío, de 17 años, y Miguel Ángel, de 58, son el punto de convergencia entre el pasado dictatorial y sus consecuencias más actuales, como son las del momento educativo.

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“La película habla de estas dos generaciones que se encuentran en la corrida. La presencia de estos dos personajes representando dos generaciones tan distantes temporalmente es la justificación para hablar del tema de la educación y de cómo esto estaba afectando a la sociedad completa a raíz de las malas prácticas en educación comenzadas en la dictadura”, explica.

 Filmar en el Instituto

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Otro aspecto destacado de la cinta son las filmaciones hechas al interior del Instituto Nacional, con sus controles de entrada, sus maestros, sus pruebas. Cajas y su equipo debió tener muy avanzada la producción para convencer a sus autoridades.

“Comenzamos a grabar en mayo del 2011. En ese momento éramos tres personas que filmábamos en las calles. A fines del 2011 definimos que esto sería un documental que trataría el tema de las movilizaciones. El 2012 completo nos organizamos como productora para sacar adelante el documental. Postulando a fondos, nos ganamos el fondo audiovisual en Chile y otro en Argentina. Y ahí comenzamos con un trabajo más formal que nos permitió acercarnos al instituto”, explica.

“Fue un proceso largo el conseguir la autorización, porque el Instituto es muy cuidadoso con esas cosas, no le gusta mucho que se grabe adentro. Pero finalmente lo conseguimos y pudimos grabar las salas de clases y actividades dentro del recinto”.

La película termina con “El baile de los que sobran”, el clásico de Los Prisioneros, un tema que no sólo cierra la obra sino además explica su título.

“Para mí era muy importante cómo Jorge González había configurado, dibujado, de alguna forma, esa generación que se queda pateando piedras y que para mí no sólo es la generación de los 80, sino también la de los 90 y del 2000”, cuenta Cajas.

“Por otra parte, a mí me gustaba mucho la idea de llevar a mi película la frase de (el presidente de Renovación Nacional, Carlos) Larraín, ‘esta es una manga de inútiles y subversivos’. Yo me agarré de eso como título y de cómo se podía enlazar con lo que yo estaba viendo, que era como una fiesta, un baile y de ahí viene ‘El vals de los inútiles’, que es también por esta gente que corre alrededor de La Moneda, que es como un círculo constante, como el vals en que uno va dando vueltas”.

 

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