Publicidad
Lemebel, el flaquito de la liebre Renca In Memoriam

Lemebel, el flaquito de la liebre Renca

Luis Alberto Tamayo, escritor. Premio Altazor Literatura infantil y juvenil


Año 1983. Cada mañana yo tomaba la liebre Renca paradero 15 en Departamental con Club Hípico. Eramos muchos pasajeros arracimados tratando de meternos por la estrecha puerta. En los block que comenzaban en panamericana sur bajaban algunos y subían otros. Ahí subía un tipo delgado de bolso de lona y carpetas con papeles, era profesor como yo.

No nos saludábamos pero nos reconocíamos y nos ayudábamos a no caer. Él se bajaba en Vicuña Mackenna, yo seguía hasta Santa Raquel con San José de la Estrella. Por esa fecha la resistencia contra la dictadura ya realizaba mitines relámpago y acciones de propaganda. Entonces me empecé a encontrar con el flaquito y nos mirábamos de reojo. Los dos sospechábamos que el otro podía ser policía. Pero una vez él me vio gritando consignas y yo lo vi lanzando panfletos.

El lunes otra vez en la pisadera de la liebre Renca paradero 15, sin mirarnos, seguros en un juramento de complicidad y cuidado. Así conocí a Pedro Lemebel. Él desapareció de las mañanas, abandonó la pedagogía, eso me contó años después cuando ya sabía su nombre y participabamos en el colectivo de escritores o la coordinadora cultural. Él leyendo pequeños cuentos y poemas preparando el ambiente para una gran jornada de protesta. Una vez dimos vuelta unos tambores de pintura frente a la boite La Sirena y las micros al doblar dibujaron un gran sol , un gigantesco sol libertario en el pavimento. Una acción de arte. Ahí estaba Pedro, bromeando.

Años después hablamos de nuestros viajes colgando en la pisadera. 

Te despido como entonces. Chao, chao, compañero, en la lucha nos veremos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias