Fue reeditada por Quilombo Ediciones
Aparecida en 1974 y escrita por María Silva Ossa, incluye dibujos de su hermano Coré, el legendario ilustrador fallecido en los años 50. Para el escritor Manuel Peña, es un libro raro dentro de la literatura infantil chilena, “sobre todo por lo que dice y por las circunstancias políticas e históricas en que nace su escritura. Sigue la línea del cuento folclórico de tono coloquial, pero luego se transforma en un cuento de una fantasía desmesurada rozando incluso la ciencia ficción”, mientras critica la avaricia y materialismo de los seres humanos.
Una de las joyas de la literatura infantil chilena, “Perejil Piedra”, escrito por la poetisa María Silva Ossa (1918-2009) e ilustrado por su hermano Mario, “Coré” (1913-1950), un mítico ilustrador fallecido con apenas 37 años, acaba de reeditar Quilombo Ediciones.
El libro apareció originalmente en 1974 por editorial Lord Cochrane, apenas ocurrido el golpe militar, y cuenta la historia de un niño y un burro volador que recorren diversas épocas y lugares conociendo a curiosos personajes.
Recibido con aplausos por la crítica de la época como “un libro para niños, escrito en un lenguaje que hará pensar a los adultos”, la obra se encontraba agotada y vuelve a aparecer gracias al apoyo del Fondo Nacional del Libro y la Lectura.
La publicación es parte de la Colección Rescate de este sello editorial, que busca recuperar y poner en valor las obras más significativas de la historia de la literatura infantil y la ilustración chilena. Por esta razón cada libro incluye una investigación sobre su contexto y repercusión a cargo de Claudio Aguilera, autor del libro “Antología Visual del libro ilustrado en Chile”.
Ilustración de Coré para la revista infantil El Peneca
“Coré”, autor de las ilustraciones, fue un legendario dibujante de la revista infantil “El Péneca” y su hermana guardó muchos de sus obras por décadas, hasta que decidió inspirarse en ellos para escribir esta historia.
Como uno de sus máximos exponentes, “Coré” “marcó a más de una generación con sus dibujos y eso es algo que pocos pueden contar como dibujantes”, destaca Camila Rojas, directora de la editorial.
“El haber estado 18 años de su vida ilustrando la revista infantil más importante del país, con un tiraje que hoy nos parece una locura, y sobre todo haber realizado los dibujos para el Silabario Hispanoamericano, un libro que le enseñó a leer a tantos y tantos niños, lo sitúa como el generador de una estética de una época, la referencia visual de un país”, señala.
“Todos querían ver y tener ese mundo que él inventaba y esa es para mí su mayor influencia. Querer vivir en el mundo de Coré fue el sueño de muchos niños y niñas que todavía lo recuerdan porque sus dibujos son el equivalente a esa infancia perdida”, asegura.
Primera edición de «Perejil Piedra»
Según señaló el escritor Manuel Peña en la reciente presentación del texto, la autora decidió utilizar “unos dibujos que no estaban hechas expresamente para el cuento pero que calzaban muy bien en el espíritu fantasioso del relato. Ella los inserta en cada escena, va jugando con ellos y va viendo cómo se arma el libro con esas ilustraciones poéticas que no reflejan exactamente la historia pero que la continúan y amplían como ocurre con los libros ilustrados que se editan hoy día”.
Los escenarios son diversos: los montes Himalayas, la India, el Tibet, la Tierra de los Jíbaros en el corazón de América, la Isla del Olvido y el Recuerdo, “además de escenas futuristas en la que aparecen máquinas espaciales y reflexiones de advertencia ecológica por la destrucción del planeta”, añade Peña.
“El libro se va construyendo a través de pequeños capítulos, a la manera de ‘El Principito’ de Antoine Saint Exupery. Cada uno de ellos encierra ciertas verdades filosóficas, ocultas y misteriosas, que es privilegio del lector el descubrir”, afirma.
Para Peña, es un libro raro dentro de la literatura infantil chilena, “sobre todo por lo que dice y por las circunstancias políticas e históricas en que nace su escritura. Sigue la línea del cuento folclórico de tono coloquial, pero luego se transforma en un cuento de una fantasía desmesurada rozando incluso la ciencia ficción”, mientras critica la avaricia y materialismo de los seres humanos.
Por ejemplo, en uno de los capítulos Perejil Piedra y su burro llegan a la luna donde se encuentran a los selenitas, los habitantes de la luna. Uno de ellos, hablando de su comunidad, les dice a los recién llegados:
“Cada uno tiene la obligación de ayudar en ella con todas sus facultades, cada cual según sea su gusto y capacidad. El campo y el mar son de todos. Nuestros minerales los explotamos de acuerdo a nuestro gusto y ganas. No hay fronteras en nuestros pueblos. Hablamos el mismo idioma, casi siempre empleando el pensamiento para darnos a entender más íntegramente. En nuestra ciudad es tan importante el diseñador de cada casa como el que coloca los ladrillos de las mismas”.
Tal vez por eso, el mensaje de la obra “es una de las cosas llamativas y maravillosas del libro”, según Rojas.
“Existe una doble lectura constante, hay una historia para los niños que pretende situarlos en la búsqueda de un mundo mejor, y otra lectura, para los adultos, de crítica profunda a cómo nos comportamos como seres humanos en este planeta”, afirma. “María Silva Ossa era una poeta y eso se nota también en el texto infantil porque logra hablar de temas complejos en tiempos complejos sin ser castigada, como sucedió con tantos”.
