En este libro se esconde una rigurosa y profusa investigación que tiene como centro el trágico destino de un conjunto de jóvenes ayseninos cuyos cuerpos fueron encontrados en distintos momentos y circunstancias en las aguas del río Aysén, a fines de la década de los noventa y a inicios del 2000.
La delgada línea que separa el buen periodismo de la literatura está en la demanda de veracidad que el primero tiene como principal mandamiento.
En el buen periodismo, ese que se escribe con claves narrativas, con manejo de múltiples fuentes, con profusa investigación, con recursos robados a la mejor de las ficciones, todo está permitido, todo menos alterar la realidad.
Sin embargo, desde su primera edición, el 2013, este libro viene acompañando las lecturas, análisis y ejercicios de los estudiantes del Taller de Crónica y Entrevista de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile. La razón es simple, si bien es una crónica novelada, y contiene elementos de ficción, el texto se sostiene por su calidad narrativa, nivel de investigación y compromiso con la verdad.
Por esa razón Almas en el Río. Novela basada en el Caso Aysén, (Ediciones El Ñire Negro, 2015) del escritor Eleodoro Sanhueza, no está entre las piezas de lo mejor del periodismo narrativo, como ocurriría si su autor, que no es periodista sino poeta, no hubiese creado algunos personajes, ni ficcionado situaciones.
Porque tras esos recursos, se esconde una rigurosa y profusa investigación que tiene como centro el trágico destino de un conjunto de jóvenes ayseninos cuyos cuerpos fueron encontrados en distintos momentos y circunstancias en las aguas del río Aysén, a fines de la década de los noventa y a inicios del 2000.
Según versiones oficiales, se trataba de jóvenes que cometieron suicidio; de acuerdo con la sospecha de familiares y parte de la comunidad, basadas también en expedientes judiciales y declaraciones de testigos, las muertes serían el resultado de actos criminales que aún hoy , casi una década después, siguen en la impunidad.
Aysén es una ciudad enclavada en la Patagonia chilena, cuyo paisaje es de una belleza tal que interpela la presencia del hombre en tanto ocupante de una copia -no tan feliz- del edén.
Aysén, es una ciudad alejada de la mano del Estado, que equivale a decir de Dios y, de paso, de la justicia, y muy cercana a la que nos remite al abandono , a la ley del más fuerte, como también al espíritu heroico y sacrificados de quienes poblaron nuestra Patagonia.
En esas coordenadas se mueve este libro cuya segunda edición también gracias a la apuesta cultural y descentralizada de “Ñire Negro” nos recuerda que Chile sigue siendo nuestro largo y angosto desafío en distintas materias, entre ellas las que tienen que ver con el acceso a la justicia, el respeto a los Derechos Humanos, y el fin de la impunidad.
Almas en el Río, de Eleodoro Sanhueza, dialoga sin saberlo con otro texto, esta vez de clara vocación periodística, “Los Suicidad del Fin del Mundo. Crónica de un pueblo patagónico”, escrito por la periodista argentina Leila Guerriero, -Tusquets, 2005-. Una crónica, sin ánimo de ficción, que en la misma época que transcurren los hechos de Aysén, da cuenta de una ola de suicidios de jóvenes producidos en el pueblo de Las Heras, en la Patagonia argentina, una localidad que se encuentra a la misma altura de Aysen.
Trágica y curiosa coincidencia en la que se hermanan jóvenes chilenos y argentinos, en un mismo período de tiempo, en localidades vecinas. Solo que Guerriero, a diferencia de Sanhueza, descarta o no indaga lo suficiente en la tesis de crimen organizado o de abuso de poder, pero sí instala con fuerza la del suicidio.
Suicidio o crimen organizado, algo pasa en la Patagonia. Y la pluma lúcida y suspicaz de Eleodoro Sanhueza , construye con “Almas en el Río” un relato documentado que puede leerse como una buena novela negra o como un fiel exponente del relato de no ficción.
