Publicidad
La frialdad de «El Patrón: Radiografía de un crimen», el filme de Sebastián Schindel, que arrasó en Ficviña 2015

La frialdad de «El Patrón: Radiografía de un crimen», el filme de Sebastián Schindel, que arrasó en Ficviña 2015

Fueron cuatro los premios que recibió el realizador bonaerense por su largometraje “El patrón, radiografía de un crimen” (2014): el Gran Paoa, entregado al Mejor Largometraje de Ficción, el galardón a Mejor Director, y los reconocimientos de la Feisal y del Público. Aquí, el documentalista de formación (como el mismo se define), asume los riegos de cambiar de género audiovisual, y relata los secretos del drama policial, que acaba de arrasar en la 27° muestra de la Ciudad Jardín.


Sebastián Schindel (39 años), le cuenta a El Mostrador Cultura+Ciudad que, cuando estudiaba cine en Buenos Aires, iba dos cursos más abajo que su compatriota Damián Szifrón, el laureado creador de los Relatos salvajes, cuasi ganador de últimos premios Óscar, en la categoría de filmes extranjeros: “En ese tiempo ganó el concurso de cortos de la Escuela, y a mí me pareció que ya era un genio. Y quién lo diría: para mi ópera prima de ficción, yo trabajaría con parte del equipo de producción que él utiliza regularmente en sus películas”.

Así de sincero es el hombre que este fin de semana, se subió cuatro veces al escenario, durante la ceremonia de cierre de Ficviña 2015, para recibir de manos de diversas autoridades del mundo de la cultura, el cuarteto de “Paoas”, que se lleva para su casa en Buenos Aires: el de mejor largometraje de ficción, mejor director, el premio Feisal (que entrega la Federación de Escuelas de Imagen y el Sonido de Latinoamérica), y el apreciado reconocimiento del Público, vía votación popular, a través de la web del festival.

patron 2

Después de rodar seis piezas documentales, el autor trasandino, quien ejerce la docencia, está casado, y tiene un hijo, hizo el cambio de switch hacia el género de la invención dramática pura, con El patrón, radiografía de un crimen (2014), una cinta que atestigua su formación como investigador (su cámara es fría, inerte y “objetiva”), pero cuyo lenguaje audiovisual, se encuentra acompañado también de un guión elaborado con la dedicación y el esfuerzo que un texto argumental requiere.

La cinta se estrenará en Chile el 1 de octubre en la sala Normandie de Santiago (distribuye Arcadia Films), y relata la historia de Hermógenes (interpretado por Joaquín Furriel), un humilde hombre de campo que, venido de la provinciana Santiago del Estero, ingresa a trabajar, en busca de mejores oportunidades, a una de las tantas carnicerías propiedad de Latuada (encarnado por el actor Luis Ziembrowski), ubicada en los suburbios de Buenos Aires. Allí será explotado, vejado, humillado, en un espiral de violencia y tragedia, que concluirá en crimen y alevoso homicidio. Rodada en sólo cuatro semanas (a fines de 2013 y a principios de 2014), inició su recorrido de festivales en Corea del Sur, hasta llegar a triunfar en Viña del Mar, recién la semana pasada.

-Llama la atención que los últimos éxitos internacionales del cine argentino, como el suyo, se deban a películas que tributan al género “negro”: ¿a qué cree, usted, que se debe el fenómeno.

– Es verdad, el policial es lo que mejor está funcionando en el cine de mi país desde  El secreto de sus ojos, para acá, es lo que más disfruta el público, y eso me influenció, evidentemente. Ahora, la trama está basada en una historia real, yo escribí el guión, pero fue una idea que me anduvo casi 15 años dando vueltas en la cabeza, y a lo largo de una década redacté y reescribí el libreto innumerables veces, y en la última reescritura del texto, cuando se confirmó que se iba a producir la cinta, que se iba a filmar, que ya tenía fecha y todo, ahí apreció la historia del abogado (el papel del actor Guillermo Pfening) quien defiende al protagonista, paralela al drama de Hermógenes.

La misma historia la pude haber contado desde muchos lugares diferentes, a través de un drama social, de una manera personal, centrado en Hermógenes, o bien desde cómo se va desarmando su relación con su mujer (la actriz Mónica Lairana), también la pude haber relatado desde el punto de vista judicial, como finalmente se exhibe este drama, pude haber elegido cualquiera de esos caminos, pero elegí éste, el del policial, el del suspenso.

-¿Cómo fue ese proceso, el de la escritura del libreto?

-Los primeros guiones que había escrito, eran puramente lineales, eran solamente la historia de Hermógenes, y no terminaba con el thriller, así es que imagínate, tenía una película desoladora, radical, sufrida, y a mí la verdad es que me entusiasmaba un poco eso, filmarla sólo para festivales de cine, pero nunca para el público, porque no la iban a tolerar, creo yo. Y en esos diez años que me llevó hacer la película, fui cambiando, fui evolucionando como realizador, como cineasta, también, y ahora quiero hacer un cine de autor, pero que también le llegue al público, que no sea un cine de autor sólo para los especialistas, que sea un arte de autor que de un mensaje, que represente las preocupaciones estéticas que yo tengo, por eso, haber recibido el premio del jurado y el premio del público, resulta en la mayor de las alegrías para mí, porque es el cumplimiento de un objetivo.

-Usted es un documentalista de “nicho”, que debuta en la cinematografía de ficción: ¿Qué rescata de esa evolución artística y creativa?

-Yo vengo del género documental, y esta es mi primera ópera prima de ficción, hice muchos largos documentales, en los ya quince años que me dedico al cine. Tengo 39 años, nací en 1975, Y estudié en la Escuela Nacional de Cine, en Buenos Aires, soy profesor ahí, doy la cátedra de cine documental, y habré estrenado unos tres de los cinco o seis documentales que he rodado. Por eso, mucha gente me dice que El patrón…, no parece una ópera prima, y bueno, es la primera vez que hago ficción, por eso me demoré tanto, y tuve infinitos problemas. Debo confesarte que yo le tenía miedo a la ficción, pues soy muy detallista, como cualquier director perfeccionista, y tenía miedo de arruinar una gran historia, porque si te equivocás en la ficción, no podés echarle la culpa a nadie, y a mí me preocupaba mucho el tema de la coherencia narrativa, en el conjunto de los elementos que conforman la película.

-El tema esencial de la “continuidad”…

-Así es, la verosimilitud dramática es esencial, y si en ese campo tomas una decisión errada, no podés echarle la culpa a nadie, tenés que aguantártelas todas, y yo investigué muchísimo, como buen documentalista, recorrí docenas de carnicerías, me hice amigo de muchos carniceros, y pude crear una relación de confianza para que me confidenciaran lo que realmente no cuentan, y que niegan al principio, y sus técnicas y secretos. Igualmente indagué muchísimo en el aspecto judicial, hubo una abogada penalista, muy famosa, que me ayudó bastante, y me llevó de la mano a tribunales, y fui a ver muchos juicios orales, estuve entre el público, en los alegatos, y pude respirar y ver lo que se siente. Me gusta investigar, voy con mi notera, hago apuntes, y así es tal cual lo que yo ví, yo no inventé nada, los elementos son de la realidad, ahora, yo los ordené en una buena trama, en una buena historia y en un argumento creíble y que funciona.

-Su cámara tiene una frialdad y una economía de recursos estratégicos, que demudan al espectador. ¿Buscaba crear ese prendamiento estético y audiovisual en la audiencia?

-Pensé muchísimo todos los encuadres, las posiciones de la cámara, antes de hacer el rodaje, estaban los criterios claros, los discutí mucho con el director de fotografía, ahí trabajé con Marcelo Iaccarino, quien tiene muchísima experiencia (tiene sesenta años), y ha hecho unas cuarenta películas, y me senté con él a ver planta por planta, escena por escena, incluso me ayudó a acelerar el rodaje, porque uno por miedo intenta cubrirse, y él me decía, para qué quieres ese ángulo, qué te dice, no te aporta nada.

-Y se las tuvo que ingeniar con un financiamiento acotado…

-Y claro, teníamos bajo presupuesto, debíamos filmar muy rápido (sólo en cuatro semanas, en veinte días de filmación, que costaron US$ 400 mil), lo que no se nota, los que saben de cine se sorprenden que se haya grabado tan rápido, pero la mitad de las escenas son en un solo plano, incluso en el rodaje muchas fueron de una toma única. Como tú dices se trata de una cámara que observa, incluso en las escenas muy dramáticas, donde hay discusiones muy fuertes entre los personajes, como grandes choques y el foco está quieto, con una incomodidad y tensión evidentes: para mí, todos los movimientos de un lente, deben tener una razón dramática.

-La película transmite realidad y marginalidad…

-Yo viajé a Santiago del Estero (noroeste de Argentina), para saber cómo vive la gente que se parece a Hermógenes, en una pobreza extrema, respirar todo eso, y también me inspiré en la literatura: me gusta Borges, y antes de dedicarme al cine, yo estudié filosofía, y me encantan los clásicos griegos, me fascina Shakespeare, siempre sueño con hacer una obra del bardo y filmarla en el presente, y mi último documental fue sobre ciertos misterios en la Divina Comedia, del Dante, o sea que soy un autor muy ecléctico.

-¿Se inspiró en algún autor literario en específico para conseguir ese efecto de condiciones materiales extremas y precarias? 

-Me gusta el policial, leer al novelista italiano Andrea Camilleri, a Julio Cortázar, que no es muy policial, pero tiene el clima del cine negro en sus páginas. Los policiales siempre narran un crimen, pero detrás de todo homicidio hay una tremenda tragedia, un conflicto humano que es lo que lleva a ese crimen, eso es lo más interesante para explorar, una relación que se trizó, un amor que se murió, son los lugares más ocultos del alma humana, los que llevaron a ese crimen, y si uno lo muestra al ritmo del policial, en realidad es algo mucho más profundo, pues siempre hay un drama.

-Se transmite la sensación de que el cine argentino se encuentra varios peldaños más arriba (cualitativamente), que el resto de las cinematografías latinoamericanas. ¿Comparte ese juicio?

-El cine argentino es bueno por la gran producción de su industria y por el apoyo del Estado que recibe, y eso ayuda muchísimo, y dentro de las películas que se hacen, hay algunas muy buenas, hay muchas del montón, algunas muy malas, pero hay mucho para ver, hay escuelas de cine, las audiencias son muy cinéfilas, el argentino está muy actualizado con lo que se estrena en otras partes del mundo, a nivel de industria en la Argentina se deben filmar algo así como setenta largometrajes de ficción en una temporada, de esos, un diez por ciento, es decir unos siete, son muy buenos, y otras, que son del montón. Para mí, estos premios son un respaldo: deseo seguir rodando ficción, tengo dos guiones en proceso, y bueno, ojalá que esto me dé un empujón para conseguir el financiamiento que necesito, que está muy difícil el asunto.

-Usted mismo, en sus propias palabras, ¿cómo definiría los atributos audiovisuales y dramáticos de El patrón, radiografía de un crimen?

-A mí me gustan las películas complejas, que no tienen una sola lectura, y que inviten a leerla en más de una forma, me gusta que los espectadores la interpreten de distintas maneras. Y esta cinta tiene un final agridulce, y aborda el tema de la explotación, de las relaciones de poder, critica a la justicia argentina, existe una mirada sobre el sistema judicial, que no es igual para todos, y que funciona de acuerdo al abogado que uno se pueda pagar, a la capacidad económica del acusado. Las cárceles están llenas de gente pobre, y un criminal de guante blanco le hace más daño a la sociedad, que una prisión rebosante de pequeños rateros, y eso no es penado, y si van a la cárcel los peces gordos, van tres meses como mucho.

Publicidad

Tendencias