La exposición del 4to Concurso Universitario de Arte Joven, organizado por Balmaceda Arte Joven, el MAC y U. Mayor, y que se exhibe hasta el 15 de noviembre, se entiende como una radiografía cultural crítica, en que los contextos históricos son usados por los artistas para evidenciar las contradicciones nacionales.
«Una imagen vale más que mil palabras». Esa frase, tan usada para relevar la importancia de la imagen por sobre el texto hablado, en la exposición del 4to Concurso Universitario de Arte Joven que se exhibe hasta el 15 de noviembre en el Mac de Quinta Normal, cobra una vigencia insospechada al percibirse como una radiografía de nuestra cultura, como la expresión crítica del desencanto que la cultura de masas intenta tapar con un dedo.
Durante el recorrido por las 76 obras seleccionadas, de un universo de más de 400 que participaron del concurso, golpea a la vista la lucidez de los mensajes de los artistas, a través de la aplicación de múltiples técnicas. En muchos casos, las obras no proponen interpretaciones abiertas ni trasmiten literalidad; lo esencial es la evidencia del contexto en que se dan las problemáticas vivas, y las incómodas contradicciones nacionales.
Así, la exposición navega entre una pareja de colocolinos que se acarician tiernamente y un religioso que besa en la boca a un niño, en Pinturas marginales, de Fernando Andreo Castro, a una carabinera al lado de una bandera chilena en la que muestra su cuerpo desnudo a través de un traje verde transparente, en la obra Cuerpo Uniforme, en que la artista Carla Ríos se fotografía asimisma también como nana, enfermera y monja.
«Lo que pasa es que el arte visual es peligroso, así ha sido definido por la sociedad contemporánea. ¿Por qué? Porque expresa de una manera visual los contextos históricos que se producen», celebra el ministro de Cultura Ernesto Ottone Ramírez, la contundencia social y política de la exposición. «Por eso, por su fuerza, es que las imágenes valen más que las palabras», sostiene.
La exposición que es el resultado del concurso organizado por Balmaceda Arte Joven, El Museo de Arte Contemporáneo y la Universidad Mayor, se estructura en torno a seis ejes conceptuales: Señales de ruta, Ordenamientos, Cuestiones de identidad, La brecha, Reformas y El rigor de los sentidos.
Una de las obras, que destaca por su vehemencia y actualidad, ahora que cierta parte de la élite chilena está sometida al escrutinio público por la colusión de Confort del grupo Matte, es una serie de tres objetos en que su autora Josefina Langevin, ironiza sobre la cuna, los modos y el poder de élite nacional a la que pertenece su propia familia.
En Estrategias de inscripción se ve en un video a la abuela de la artista (foto principal) pronunciando un sinnúmero de sinónimos vulgares del pene para luego tomar el té con elegancia y parsimonia. Junto a este objeto aparece un chupete de plata dentro de un cristal y dos libros jurídicos, en una copia de la estética de la Constitución Política del Estado. Se trata de los Códigos de Inserción en la Élite Chilena, en su versión masculina y femenina, en que la autora precisa con rigurosidad cómo es la personalidad, los gustos, los modos, la apariencia y el lenguaje de «la clase alta».
En el Capítulo II, Artículo 7, de la versión masculina dice, por ejemplo:
7° Política: No tiene un gran interés en política, no es un tema que le guste o interese hablar, aunque se declara ser formalmente de derecha. Sus conocimientos de política son bastante superficiales y es terco al momento de defenderlos; suele repetir lo que ha escuchado en innumerables ocasiones aunque no se preocupe de investigar o corroborar la información que recibe.
Desde la vereda del frente y con igual dosis de ironía, el artista Felipe Bracelis expone la contradicción de los planes arquitectónicos para la viviendas sociales, con la precariedad y abandono de las chozas construidas con materiales de desecho de las personas en situación de calle.
Felipe Mella, Director Ejecutivo de Balmaceda Arte Joven, razona que las propuestas que forman parte de esta exposición podrían ser claramente una especie de «radiografía de la realidad social contemporánea chilena. “Relevar lo nuevo o emergente significa entrar en sintonía con jóvenes artistas que piensan su sociedad y hacen de los modelos sociales y políticos un principio de trabajo».
Una de las convicciones que levantó la exposición y que al mismo tiempo fue una autocrítica, provino del propio ministro Ottone quien cuestionó que el Consejo de la Cultura no haya destinado mayores esfuerzos en lograr que este tipo de obras circulen por el territorio nacional. «Siempre se está preocupado en la internacionalización de los artistas, sin potenciar la circulación de las obras en Chile», hace notar.
«Estamos en un muy buen momento. Por eso me motivé a promover la circulación de obras de artistas emergentes,porque el país el que está en crisis al no lograr sacar obras que son relevantes para el debate nacional y poder hacerlas circular a lo largo de todo el territorio», dijo el ministro, como un adelanto de los principios que se incorporarán en la esperada Ley Sectorial de Artes Visuales que se elabora actualmente en el Consejo.
Que esta exposición vaya a regiones, opina Mella, será por una parte un reconocimiento a la creación que no se realiza en la capital y también un estímulo que consagre los tres aspectos que difunde la muestra:el empoderamiento de los estudiantes, la madurez de las obras y su respuesta ante los contextos.
En su cuarta versión el concurso tuvo también por objetivo, ofrecer incentivos de formación a los ganadores otorgándoles residencias artísticas en Chile y Uruguay. En la categoría egresados la ganadora fue Isidora Gilardi, quien viajará a Montevideo para ejecutar un proyecto en el Espacio de Arte Contemporáneo (EAC). En la categoría alumnos, los ganadores fueron Ítalo Antonucci y Rocío Guerrero, quienes ya se desenvolvieron en el marco de la residencia Casapoli, en Coliumo, octava región. Estas instancias fueron incluidas en el concurso con el fin de otorgar proyección y relevancia al trabajo de los seleccionados.