Hoy a las a las 18:30, en la Casa del Escritor, el Proyecto Trama de la Unión Europea y la Sociedad de Escritores de Chile (SECH) presentarán el Código de Buenas Prácticas Profesionales para el sector.
El Proyecto Trama de la Unión Europea (UE) y la Sociedad de Escritores de Chile (SECH) presentarán hoy el Código de Buenas Prácticas Profesionales en el área de literatura, destinado a mejorar las condiciones laborales de los literatos.
Este Código -junto a otros referidos a la música y las artes escénicas, que serán lanzados más adelante- es fundamental para entregar información a los creadores y técnicos de la cultura sobre las condiciones mínimas en las que debieran desarrollar su trabajo, tanto para que se respeten sus derechos laborales como sus derechos de autor.
Según Els Lauriks, coordinadora nacional de Proyecto Trama, “su aplicación y respeto permitirán implementar buenas prácticas para todos los trabajadores de la cultura en su ámbito profesional”.
El evento se desarrollará a las 18:30 horas en la Casa del Escritor (Almirante Simpson 7, Providencia, Metro Baquedano), y contará con un panel de discusión compuesto por representantes de la SECH, liderada por su presidente Roberto Rivera, y del Sindicato Unitario de Escritores de Chile (SUDEC).
¿Qué necesitas saber para firmar un contrato de edición? ¿Qué otros contratos puedo negociar para gestionar mi obra? ¿Qué contrato debo firmar si tengo un agente literario? Todas estas preguntas tienen su respuesta en el Código de 52 páginas.
«Los grandes escritores tienen sus representantes, sus contratos, tienen todo bastante claro, y saben cómo negocian», explica Rivera a Cultura + Ciudad. «Pero te diré que en el resto de los casos, que es el 99,9 por ciento, los escritores no tienen una clara visión de lo que es un contrato, a qué están obligados».
«Generalmente, el editor hace las veces de imprentero, y hasta ahí llegamos. Entonces hay una serie de responsabilidades que los escritores no estamos solicitando dentro del contrato. Por ejemplo, que se haga una buena promoción del libro, que sea bien distribuido, que sea mostrado, que tenga varias lecturas y representaciones en varias partes. Eso, por lo general, no se está haciendo». Rivera añade que además rara vez al autor se le paga su 10% de derechos de autor, y «poco sabe si se vendió o no».
«Este Código es bastante completo, de manera que los escritores tengan cómo defender sus derechos», remata Rivera, que anunció que será difundido entre los mil socios que tiene la entidad. Con esto «se va a generar una relación más igualitaria», dice el presidente de la SECH, quien espera que con una mejor promoción de los libros habrá «más lectores, más interés por la literatura, que irá recuperando así el lugar que le corresponde».
Este Código consta de tres partes diferenciadas: una primera compuesta por una serie de derechos y principios denominada “Decálogo del Trabajador Cultural” que busca establecer los principios fundamentales que rigen las relaciones laborales y contractuales en esta área; una segunda parte que refiere al objeto del código, la explicación de los conceptos utilizados en éste y una referencia a los elementos generales que se deben tener en cuenta en cualquier contratación, contenidos en el Título I denominado “Aspectos generales”; y una tercera parte que refiere en específico a las diferentes relaciones contractuales sostenidas entre los autores y otros agentes del sector del libro, contenidas en el Título II.
La metodología utilizada se basó en dos herramientas fundamentales. En primer lugar, la revisión bibliográfica a través principalmente del análisis de la normativa internacional y nacional relacionada a la actividad artística, a lo que se sumó la inclusión de algunos principios de la contratación en general y del derecho de autor en particular; revisión de las políticas culturales del sector; revisión bibliográfica de investigaciones y estudios acerca de las condiciones laborales y sociales de los autores literarios y de funcionamiento de la cadena del libro; revisión de modelos de contratos utilizados en el sector; y la revisión de códigos de buenas prácticas elaborados para otros sectores de las artes.
En segundo lugar, se realizaron consultas a agentes clave del sector a través de la realización de entrevistas; reuniones de socialización y consulta con organizaciones representativas de los escritores; y una consulta abierta dirigida a trabajadores de la literatura. Todo esto se realizó entre 205 y 2016.