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Cine en el continente: Las nuevas piezas en el puzzle cultural brasilero Los ganadores y las interrogantes para el futuro, tras el Festival de Florianópolis

Cine en el continente: Las nuevas piezas en el puzzle cultural brasilero

En un país con más de 300 festivales de cine al año, y una identidad cultural (basta, pensar sólo en su música) como su mejor tarjeta de presentación para conquistar el mundo, los vaivenes en el rubro no son simples daños colaterales. Temor al que se añade cierto escepticismo de productores cinematográficos que argumentan, que también los gobiernos PT dejaron promesas incumplidas en el sector artístico, y que la actual fragmentación, en parte, es consecuencia de no haber instaurado política efectivas en el pasado reciente.


El sabor a franqueza que provocan las cachaças y la integración que genera el ambiente de FAM (Florianópolis Audiovisual Mercosul) son más esclarecedores que cualquier comunicado de prensa. Así, sin eufemismos, buena parte de la industria cultural brasilera está preocupada por el porvenir del rubro.

Los recortes de los aportes federales, el futuro de los fondos, los pasos a seguir de Petrobras -detonante en el origen de la actual crisis y uno de los mayores impulsores del audiovisual brasilero en los últimos 15 años- son parte de la agenda diaria.

En un país con más de 300 festivales de cine al año, y una identidad cultural (basta, pensar sólo en su música) como su mejor tarjeta de presentación para conquistar el mundo, los vaivenes en el rubro no son simples daños colaterales. Temor al que se añade cierto escepticismo de productores cinematográficos que argumentan, que también los gobiernos PT dejaron promesas incumplidas en el sector artístico, y que la actual fragmentación, en parte, es consecuencia de no haber instaurado política efectivas en el pasado reciente.

A las manifestaciones en contra del presidente Michel Temer, asumido tras el impeachment a Dilma, en actos públicos como ocurrió en la inauguración de FAM -y de manera casi simultánea también en el certamen de Cine Ceará en Fortaleza-, se ha impulsado la ocupación pacífica de las sedes del ministerio de Cultura fuera de Brasilia.

Bajo la consigna OcupaMinc rayada en enormes lienzos colgados en edificios estatales -como se observa en las calles del centro de la isla de Florianópolis-, la cual se integra al concepto de OcupaTudo (ocupación de cada dependencia pública), la arremetida cultural resulta evidente frente al lema instaurado por Temer: “No hable de crisis, trabaje”. Nota aparte merece que el eslogan adoptado por el Presidente interino, se inspira -admitido por el propio arrendatario del Palacio de Planalto- en el cartel de una bencinera en Castelo Branco, cuyo dueño está acusado de homicidio y turbios negocios.

Turbulentos derroteros que también dividen en el audiovisual. Luego que Michel Temer echó pie atrás en jibarizar el Ministerio de Cultura y supeditarlo a la cartera de Educación, el flamante ministro cultural Marcelo Calero (abogado y ex hombre fuerte del área en la prefectura de Río de Janeiro) eligió a Alfredo Bertini como secretario audiovisual.

La llegada al cargo estatal de Bertini, recifense que hace 20 años gestiona junto a su esposa Sandra el Festival Cine Pé, ha sido repudiada por parte de las asociaciones de cineastas, cortometrajistas y documentalistas pernambucanos, y además este año el certamen fílmico que él comandaba en Recife fue boicoteado.

A personalidades nordestinas tan influyentes como Claudio Assis, director de Febre do rato y Baixio das bestas cuyo rechazo es explícito a la nueva variable en el MinC, se suma la incertidumbre a lo largo de Brasil respecto al porvenir del negocio y la falta de diálogo con los representantes del Ejecutivo. No hay que olvidar, que ya una vez Brasil sufrió el cese casi absoluto del rubro cinematográfico, como sucedió durante el último año de la presidencia de Collor de Mello en 1992, cuando se estrenó comercialmente sólo un largometraje brasilero pero hablado en inglés, A grande arte dirigida Walter Salles y protagonizada por Peter Coyote.

Panorama en la antípodas de la fértil producción brasilera de hoy, y en particular catarinense, la que se pudo apreciar en las abarrotadas funciones de la pantalla de FAM. Más allá de la diversidad en estilos, temáticas y calidades, resulta una evidencia ineludible la ansiedad por realizar cine; cortos, largos, ficción, animaciones, documentales, experimental, y cualquiera sea el presupuesto. Frenesí fílmico que tiene una ventana que integra a las diferentes miradas de la región, y tuvo a interesantes obras en la muestra no competitiva del Mercosur, como la chilena Vida sexual de las plantas que concluyó con sonoros aplausos y comentada entre los asistentes por generar “emociones intensas”.

De similar impacto, fue la argentina El movimiento que en blanco y negro recrea los momentos de anarquía, peste y caos que convulsionó a la nación trasandina en década del 30 del siglo XIX, pero que a la expone con toques contemporáneos (en la música y en su colofón) expone de forma oblicua los avatares de la política de actual contingencia en la tierra de Sarmiento.

A la hora de los premios, Brasil arrasó. El elocuente ganador en la sección de cortometrajes del Mercosur fue Rosinha. La historia al estilo de Doña Flor y sus dos maridos pero en versión de tercera edad, ocurre en un pueblito de Distrito Federal (el “pequeño” estado que alberga a la capital Brasilia), y en el certamen de Floripa logró 6 premios.

A las preseas de mejor ficción, dirección, guión, actriz y actor ex aequo, también conquistó al jurado popular de la muestra, con un remate a la usanza de Billy Wilder Some like it hot.

En la competencia de cortos documentales, también fue un filme brasilero el bendecido por el jurado. Chacal Palavra Filme de Piu Gomes proyecta retazos de un posible retrato del poeta carioca Chacal (Ricardo de Carvalho Duarte). Mirada que asume distintas épocas del vate, personalidad indiscutida de la movida vanguardista de la cidade maravilhosa, quien experimenta con las palabras y el performance desde su viaje lisérgico a Inglaterra a fines de los 60.

En la muestra Doc Fam no hubo sorpresas porque se repitió la tendencia, la favorecida fue 5 x Chico – O Velho e sua gente, un recorrido de cinco diferentes directores por los estados que atraviesa el segundo caudal más grande de Brasil después del Amazonas y conocido como el río de la unidad nacional.

A modo de pie de página, vale mencionar el cortometraje peruano Lux, que en un sólo plano panorámico desarrolla un cuento fantástico que asombra y fuerza al espectador a concentrarse en la imagen fija que lentamente se oscurece. Tensión y sorpresa gracias a personajes mínimos, jirones de cine e historias que no sólo gatillan la imaginación sino la memoria emotiva y además, sin aspavientos, la conciencia social. Un mosaico artístico que palpita a pesar de las restricciones y desconfianza de la actividad cultural brasilera, y que en FAM tiene su refugio.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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