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Crítica de series de Tv: Marcella, una cacería intelectual Disponible en Netflix

Crítica de series de Tv: Marcella, una cacería intelectual

En el contexto de la crónica roja, la acción criminal supera las retorcidas representaciones que habitan en nuestra mente, lo que está a favor de la sorpresa, pero muy en contra de la higiene del sueño. Aquí hay violencia que descoloca pero que se ajusta a la historia. Al final pasa que el criminal resulta ser el vecino de saludo diario, hecho que produce una atmósfera inquietante, oscura, de pesadilla, y que conduce inevitablemente a la reflexión sobre la condición humana.


Marcella (Rosenfeldt, 2016) llega a Netflix recién salida del horno inglés, lugar donde fue emitida por la cadena privada ITV. Viene precedida de la fama de su creador Hans Rosenfeldt, escritor y guionista sueco cuyo trabajo previo (Bron/Broen, serie de la que hablaremos en su momento, y sus remakes The Bridge en esta parte del mundo, y The Tunnel en el Reino Unido) ha venido a consolidar una especie de subgénero al que se le conoce como Nordic noir. El antecedente no puede ser mejor.

Hay denominadores comunes en este tipo de historias, que sin embargo, logran hilvanar un relato con los matices novedosos suficientes para no caer en el lugar común. En el contexto del drama policial, la historia se basa en la estructura que dibuja el cazador o cazadora (policía) y su presa (psicópata), o viceversa. En cualquier caso se trata de una cacería intelectual, una pugna de mentes tan brillantes que por momentos se anulan, y donde se producen pequeñas batallas psicológicas. En el contexto de los protagonistas (ya lo hemos comentado) hay una tendencia por desarrollar perfiles psicológicos especiales, cuando no, derechamente patológicos, aunque no por ello inhabilitantes. De esta forma se muestra a personas tan eficientes en sus oficios, como desastrosos en su mundo privado.

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A su vez, en el contexto de la crónica roja, la acción criminal supera las retorcidas representaciones que habitan en nuestra mente, lo que está a favor de la sorpresa, pero muy en contra de la higiene del sueño. Aquí hay violencia que descoloca pero que se ajusta a la historia. Al final pasa que el criminal resulta ser el vecino de saludo diario, hecho que produce una atmósfera inquietante, oscura, de pesadilla, y que conduce inevitablemente a la reflexión sobre la condición humana. El peligro acecha donde más seguros nos sentimos -parece ser el mensaje- aunque la idea del ser humano intrínsecamente perverso, también calza con la propuesta nórdica.

Esas son -aproximadamente- las coordenadas narrativas donde se encuentra la Detective Sargento Marcella Backland (Anna Friel), aunque existe un gran detalle que nutre el arranque de la historia: su separación. Esto provoca varios giros dramáticos en los acontecimientos, entre ellos, su reincorporación a la fuerza policial (que había abandonado en favor de la crianza). El deber laboral desplaza al deber de madre. El retorno la sitúa en la parte baja de la escala funcionaria, aunque ese es el menor de sus problemas, ya que pronto debe tomar conciencia de un extraño cuadro psicológico que le afecta. Separada, lejos de sus hijos, y en un ambiente hostil. Por momentos, Marcella se parece a esas artistas chinas, que con gracia mantienen girando los platos de loza sobre unos palillos sin que lleguen al suelo. Toda una metáfora sobre la veloz vida posmoderna, y toda una apología a la tensión dramática.

Fiel a su nombre de origen italiano (y al estereotipo), Marcella es una mujer de sangre caliente, profundamente emocional, expresiva, casi desbordada, que sin embargo, aparenta serenidad en un trabajo que la lleva al límite, y se hace más complejo, a medida que se acerca a su presa: un peligroso psicópata que ya le había ganado la partida antes de su retiro momentáneo. Hay temas pendientes, y vaya que temas.

La historia se sitúa en un Londres en plena expansión urbana, con todos los vicios que eso significa. Todo confluye en la construcción de una antiheroína que se ve envuelta en un montón de nudos dramáticos que no deja indiferente. Realista, perversa, y por momentos hipnótica. Marcella nos muestra escena a escena, que si te lo propones, siempre puedes estar peor. Rudita por decir lo menos. Totalmente recomendable por decir lo más. Si ya quedaste huérfana de River, un relato femenino como éste puede ser el contrapeso perfecto. Y si te gustó Doctor Foster, acá encuentras una versión de mujer corregida y aumentada en todos los sentidos.
Marcella es un filme de culto en ocho episodios. Todos ellos están disponibles en Netflix. No queda más que disfrutar el visionado.

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  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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