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Filarmónica de Chile, el nacimiento de una nueva orquesta Crítica de música

Filarmónica de Chile, el nacimiento de una nueva orquesta

En un país con pocas orquestas profesionales donde literalmente no hay trabajo para los jóvenes, este espacio incierto se podría transformar en una gran oportunidad. Músicos de varias generaciones se dieron cita; varios fueron exonerados de la Filarmónica de Santiago el año 2005 y actualmente se desempeñan en diferentes orquestas estables. Junto a ellos varios jóvenes profesionales para los que esta orquesta bien podría ser su nueva casa. Destacan Esteban Valenzuela, concertino y gestor de la idea, Claudio Santos primer cello y Miguel Zárate en los timbales.


La noche del 7 de julio será recordada como una jornada memorable para muchos músicos en Chile. El Mostracor C+C  fue testigo del nacimiento de una nueva orquesta: la Filarmónica de Chile. Mas allá de si es o no un buen nombre, puesto que se van a producir confusiones (está la Filarmónica de Santiago que acaba de celebrar 51 años), la iniciativa de reunir a unos 80 músicos en el escenario para partir una nueva orquesta es encomiable.

En un país con pocas orquestas profesionales donde literalmente no hay trabajo para los jóvenes, este espacio incierto se podría transformar en una gran oportunidad. Músicos de varias generaciones se dieron cita; varios fueron exonerados de la Filarmónica de Santiago el año 2005 y actualmente se desempeñan en diferentes orquestas estables. Junto a ellos varios jóvenes profesionales para los que esta orquesta bien podría ser su nueva casa. Destacan Esteban Valenzuela, concertino y gestor de la idea, Claudio Santos primer cello y Miguel Zárate en los timbales.

El programa dedicado a Tchaikovsky era largo y potente: Obertura Romeo y Julieta, Concierto para violín y orquesta y la Quinta Sinfonía. Contaron con un invitado de lujo, Ray Chen un virtuoso violinista que derrochó talento, demostrando su maestria interpretativa junto a una técnica impecable. Mística sobraba, hubo derroche de buena energía, ya que, no sólo se trataba de un debut profesional sino que invitaron a un joven y talentoso director, Paolo Bartolameolli, quien lideró la velada con pasión y gran inteligencia.

En la Orquesta, las dinámicas fueron cambiantes, desafinaciones en la familia de las maderas y falta de cohesión, en en cualquier caso la batuta de Bartolameolli buscó sortear. Sin duda, el plato fuerte era el Concierto para violín y orquesta donde hubo momentos de profunda comunión. La presencia de un solista de gran nivel permitió limar asperezas, logrando la emisión de sonoridades brillantes que acompañaron la impecable intervención de Chen. Por su parte, el solista regaló a la audiencia como encore obras de Paganini y Bach con ejecuciones que hicieron delirar a la audiencia de la sala de Corpartes.

Qué duda cabe que el desafío actual para la Orquesta Filarmónica de Chile es mayor: por un lado, consolidarse musicalmente y, por otro lado, encontrar los espacios, alianzas y público para seguir avanzando.

Por ahora hay una próxima cita: el 18 de agosto en el Movistar Arena acompañando al tenor Jonas Kaufman.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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