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Exposición “Marcha blanca” de Cristóbal Joannon en Galería Aquí

Exposición “Marcha blanca” de Cristóbal Joannon en Galería Aquí


Exposición “Marcha blanca” de Cristóbal Joannon

  • En Galería Aquí, Antonia López de Bello 0112, Bellavista.
  • Hasta el 15 de junio.
  • Entrada liberada. Visitas deben coordinarse con anticipación en este número +56 9 92355936

En la Galería Aquí de Bellavista se está exponiendo actualmente una selección de 128 dibujos del poeta y ensayista Cristóbal Joannon. La colección son caricaturas reflexivas sobre la humanidad contemporánea.

Cristóbal Joannon (Santiago de Chile, 1974)

Poeta y ensayista. Estudió filosofía en la Universidad Católica y teoría de la argumentación en la Universidad de Amsterdam. Dirige la colección de traducciones de Ediciones Tácitas. Es autor de los libros de poesía Tabula rasa (2005), Sumario (2011) y Contra Mosco (2016), y de los libros de ensayo No soy de ningún equipo (2014) y Sobre mi cadáver. Citas comentadas (2018).

Cristóbal Joannon

Sobre los trabajos de Joannon, el director del Instituto de Arte de la Universidad Católica de Valparaíso, Bruno Cuneo, escribió el siguiente texto:

“Vaya mundo”: los energúmenos de Cristóbal Joannon

 Los dibujos de Joannon son y no son caricaturas; lo son, porque su comicidad brota de la fealdad moral y física del hombre, de las variaciones de la humanidad caída; no lo son, porque han sido realizados sin pretensiones artísticas, es decir, sin conciencia visual o habilidades gráficas notables, aunque imiten el trazo esquemático y los globos de las tiras cómicas. Son dibujos primarios, adolescentes más que infantiles, similares a esos palotes que durante la época escolar solían realizar algunos en los márgenes de su cuaderno para reírse del profesor o del pelmazo del curso. El acicate, está claro, no era entonces expresarse artísticamente, imitar, por ejemplo, el trazo feroz de Georg Grosz o el sintético de Saul Steinberg, sino simplemente capear el aburrimiento producido por la rutina o por el fárrago del discurso autorizado: “Hago estos dibujos”, me ha dicho Joannon, “con lápices caseros y en libretas de notas mientras soy abordado por una especie de risa nerviosa. Cuando empiezo a dibujar ya quiero que terminen pronto; a lo más me toman un minuto”. Aislados o en conjunto, no cuentan por lo mismo una historia, no dan para un discurso, pero construyen de todos modos un pueblo reconocible y presentan los rudimentos de un habla.

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El pueblo que dibuja Joannon es un pueblo de energúmenos, sujetos exasperados o disociados por las presiones económicas y mentales, cuyo perfil tiene antecedentes en la tradición poética chilena, más aún que en la tradición gráfica. El energúmeno, por ejemplo, es el protagonista de Versos de salón de Nicanor Parra, un sujeto de clase media, neurotizado, perdido y exasperado por las demandas de la vida moderna; un tipo “nihilista”, “informe”, “movido por una pulsionalidad caótica”, como lo describió Enrique Lihn, que además volvió a poner en escena a este personaje grotesco en sus sonetos, pero para hablar esta vez de la vida mental en tiempos de dictadura: El Terrible Tetas Negras, le confesó a Lastra, es un energúmeno que de neurótico ha pasado a ser un perverso; un tirano o un opresor que se alimenta del terror del oprimido.

Los energúmenos de Joannon, diría, son una cristalización gráfica o visual de estos tipos precedentes, pero también una variación motivada por la irrupción de nuevas circunstancias vitales: la existencia neoliberal o posmoderna, con todo su catálogo de afectos y malestares recalcitrantes: avaricia, competencia, autoexplotación, deseos de figuración o reconocimiento, pero también baja tolerancia a la frustración, luego falta de autoestima y crisis de expectativas, resentimiento o ánimo de venganza y, como resultado de este batido: stress, confusión emocional y espiritual, depresión y deseos de borrarse del mapa o pasar al acto, empleando pastillas, alcohol, drogas duras o derechamente una pistola (las ideaciones suicidas, valga decir, son el motivo más recurrente de la serie). Un pueblo sin amor, en el fondo, cuyos rostros Joannon delinea de un solo trazo tomando como modelo general la cara de un loco o de un idiota: la mirada fija, la nariz prominente, la mandíbula salida, la boca abierta, con uno, dos o todos los dientes a la vista.

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Los energúmenos hablan, dicen cosas, pero a veces no dicen nada o no logran dar con la manera exacta de expresarse, aunque hablan casi siempre de una manera perentoria. Por eso es que los globos -el típico significante discursivo de la tiras cómicas- se resuelven muchas veces aquí en un borrón –significante gráfico del lapsus linguae-, como si el habla de los energúmenos, conformada en su mayoría por clichés o frases hechas, de grado cero, fuese interceptada todo el tiempo por un pensamiento secreto, perverso, que logra y no logra acceder a la superficie. Como sucede en las viñetas de Lichtenstein, los vínculos narrativos han sido en general voluntariamente suprimidos y por ello queda casi siempre indeterminado o ambiguo el sentido de las frases. Son los rudimentos de habla de un pueblo presionado, que no puede construir sentido ni revelar su intimidad, porque la mente es poca y pocas por lo mismo las palabras.

Bruno Cuneo, mayo 2018

 

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