CULTURA
“Creemos que es un buen momento para poner un alto y comenzar nuevas carreras en solitario (como Mariana Montenegro y Milton James, respectivamente), nuevos desafíos, nuevos equipos de trabajo y nuevas aventuras, que es un misterio muy vertiginoso el saber a dónde nos llevarán esta vez”. fueron las palabras que anunciaron el final de Dënver en junio de este año.
El primer disco que sacaron fue Totoral (Neurotyka, 2008), once canciones llenas de tierra, mucho sol sanfelipeño e inocencia de un pop que evidentemente venía de alguna región. Era pop en estado puro y aunque las primeras impresiones más de alguna vez llevaron a la minimización de ese sonido -a veces cándido o demasiado dulce-, tantos y tantas otras nos terminamos rindiendo (o bailando) con los guiños musicales a la literatura y al amor adolescente.
Parecía ser que la música de Dënver mutaba a medida que sus integrantes crecían, al menos dos años después, con Música, Gramática y Gimnasia (Cazador, 2010), no solo despertaron un pop más bailable en sus temas sino que también jugaron con letras crípticas que abandonaron de a poco la inocencia con la que llegaron a la ciudad. Por supuesto que para este tiempo, sumaban fanáticos y detractores con la misma intensidad; mientras El País de España los incluía dentro de nuestro “paraíso pop”, en Chile un grupo importante de gente los enterraba en los prejuicios de ser una banda arribista con un público poser o de estar sobrevalorados ocupando un lugar que no les correspondía.
Independiente si eres parte de cualquiera de estas dos miradas, Dënver ha demostrado con el tiempo que el desarrollo exitoso de su carrera venía de la mano con hitos que marcaron a toda una generación y a una escena popera que Chile no conocía, como por ejemplo al musicalizar el cortometraje animado chileno ganador de un Oscar, “Historia de un Oso”. En esos tiempos, ya contaban con el lanzamiento de Fuera de Campo (Precordillera, 2013) y habían llegado a tocar a territorios como México, España y China, demostrando con hechos que esa música que generó tantas resistencias, inevitablemente estaba apaciguando las malas críticas con grandes canciones y videos -dirigidos en su mayoría por el director Bernardo Quesney-.
La Blondie estuvo llena este viernes 17 de agosto. A pesar de todo lo que se dijo de estos dos jóvenes de San Felipe, ha quedado claro que este último concierto pagó una deuda interna a muchas y muchos que los fuimos a ver. Dënver entregó de corazón una última canción, tocaron temas como “Insistes en volver”, “Los bikers” o “Diane Keaton”, de esos que se encontraban en esa caja antigua de recuerdos y que cuando aparecieron, casi como un regalo a la persona que éramos hace 10 años, poco importaron los prejuicios, las risas o las críticas. Porque al final, en este último repaso en vivo se generó una honesta intimidad con una banda que a punta de trabajo y talento, logró entregarnos un concierto nostálgico, perfecto para un final lleno de tensiones, de visuales y luces que se movían en sincronía con nuestros bailes al ritmo de “Los Vampiros” o “Mai Love” del disco Sangre Cita (Umami, 2015), mientras en la pantalla corría la proyección de un video que recordaba todos esos primeros flyers, fotos y portadas de sus discos. Simplemente bello.
Los acordes finales de “Revista de Gimnasia”, la última canción de las 22 que sonaron en este concierto, fueron coronados con la leyenda “Hasta siempre”, confirmando el mejor cierre para un proyecto musical que nunca pasó inadvertido, que -críticas más críticas menos- fue capaz de lograr un espacio imborrable dentro de la historia de la música popular local. Esta vez Denver nos mostró sus 360º de historia, su vida completa en un backflip.
Fotos por Claudio Escalona Oro
