CULTURA
Como una nueva forma de explorar el sentido táctil, la compañía Por defecto danza, fusiona la técnica contemporánea con el método Feldenkrais. La obra se presentará desde el 1 de marzo en Matucana 100
Háptico es la tercera entrega de la Trilogía del pequeño placer en la que sus cinco intérpretes bailan sin ver guiados por patrones textiles.
La piel es el órgano más grande del cuerpo humano y entre sus funciones se encuentra la sensibilidad. Por medio de ella es posible reconocer el la temperatura, la textura y formas. La inquietud por el desarrollo de este sentido y su relación con lo que se percibe a través de los ojos, orejas, nariz y boca desembocó en un proceso creativo que dio vida Háptico.
El tacto facilita la relación con el mundo, es una vía de descubrimiento que sirve para explorar sensorialmente el entorno. Esta premisa, en conjunto con el método de autoconciencia corporal Feldenkrais y algunos elementos de la danza contemporánea, fueron la base teórica y práctica para trabajar cómo conectarse y funcionar sin mirarse ni utilizar palabras.
El elenco de Háptico, compuesto por tres bailarines, un actor y una persona ciega aficionada a las artes escénicas, realizó una investigación personal de sus movimientos que agudiza su la percepción que tienen de ellos mismos, la de otros y la del espacio en que se desenvuelven. La experiencia cuenta con un tempo lento y suave. El trabajo de autoconciencia de cada intérprete modificó sus decisiones de movimiento.
La compañía Por Defecto Danza trabajó desarrolló para una puesta en escena que contempla patrones de costura dispuestos en el escenario. Las líneas conforman un mapa que es completado por trozos de fieltro. Las telas operan como una segunda piel que ayudan a transformar la atmósfera. También colaboran en el proceso creativo como conexiones con las secuencias de movimiento presentes en el tránsito del elenco.
Háptico es la tercera entrega y cierre de la Trilogía del pequeño placer. Proyecto centrado en la investigación, experimentación y creación del sentido del tacto y contacto humano. Según su directora, Ana Carvajal “la obra aborda lo sensorial y en ese sentido es “sensual”. Estamos acostumbrados a asociar el placer corporal con el imperio de lo sexual y me interesa revertir esa idea, haciendo énfasis en los tactos más invisibles. La reflexión está en la búsqueda de los pequeños placeres a través del sentido del tacto, los que muchas veces no somos conscientes”
El reconocimiento del cuerpo en el espacio permite que cada intérprete reconozca su identidad física . Esta exploración permite que se problematice la búsqueda de conexiones con el resto de las personas en escena, a través de estructuras y códigos que permiten el disfrute de las sensaciones que esta obra puede evocar. De eso se trata el encuentro con lo pequeño y lo íntimo que causa placer.
Las anteriores obras de la trilogía fueron Solaz (2017), pieza de arte y coreografía digital que invita a público a compartir un registro sobre una experiencia personal táctil. También se estrenó Pogo (2017), una experiencia reflexiva con 60 personas en escena, como una evocación de los conciertos masivos y espontáneos en conciertos punk cuyo comportamiento tiene similitudes al movimiento de las partículas de un gas.
Dirección y creación: Ana Carvajal
Creación e interpretación: Teresa Díaz, Manuel González, Kamille Gutiérrez, Javier Muñoz Jiménez, Elizabeth Tejo
Dirección de Arte: Paz Carvajal
Diseño Sonoro: Daniel Marabolí
Diseño de Vestuario e Iluminación: Tatiana Pimentel
Asistente Método Feldenkrais: Daniela Álvarez.
Producción: Felipe Reyes
Temporada del 1 al 10 de marzo. Mi a Sá – 20 horas, dom 19 horas. Espacio Patricio Bunster. Entrada: $5000 General. $3000 estudiantes y tercera edad. Para mayores de 18 años.
