CULTURA
Exposición “Punto de encuentro”
Cuando se trata de escribir un texto curatorial que sirva de marco teórico a un proyecto expositivo, a menudo intentamos buscar los puntos en común que podrían brindar al mismo, un sentido de unidad. Puntos en común, coincidencias formales que unan o constituyan puntos de contacto para una lectura unitaria del proyecto, desde la unicidad del lenguaje plástico de cada artista.
En este caso, la línea de base que une estas propuestas visuales, y que posibilita su interacción, tiene que ver con aquello que permite articular prácticamente todas las propuestas artísticas desde las cavernas hasta nuestros días. Eso es, la relación con la realidad.
Esta propuesta reúne a un grupo de artistas cuyos trabajos creativos, juegan en una zona gris en donde sus propuestas se podrían denominar de buenas a primeras como abstractas. Sin embargo, cada uno, conserva una relación particular con la representación.
Obra de Ignacio Lobo.
Ignacio Lobo se relaciona con su propio quehacer en un continuo creativo en el cual se permite rearticular fragmentos de su trabajo para crear nuevas sintaxis que derivan en una concepción objetual de su trabajo pictórico. Lo de pictórico en este caso podrían incluso quedar excluido en este análisis pues su trabajo se auto recicla como insumo de si mismo. La representación, en el caso de Lobo, es un elemento más que configura su universo, como otro signo que se adhiere al total con los pespuntes que sirven como elemento de cohesión y a su vez como guión para el ojo.
Obra de Luis Cociña.
La pintura de Luis Cociña es imposible de leer si no es desde lo poético. Es una visualidad que no hace concesión al disfrute hedonista. Su propuesta no es una fiesta retiniana si no más bien una celda de retiro, con una pequeña cama de 1 plaza, velador y palmatoria. La Pintura de Luis Cociña, habla desde el impacto de algunas sensaciones, en un órgano perceptivo no descrito en la biología. Su relación con el referente externo, pareciera estar centrado en el impacto emocional, pasado en primera instancia por la memoria y luego filtrado desde allí a la mano, que ejecuta con nostalgia la reconstrucción de una imagen residual, como aquellas que persisten después de pasar de la luz a la oscuridad o viceversa.
Obra de Rodrigo Cociña.
Rodrigo Cociña es autor de una obra felizmente difícil de definir como totalidad. En cierto sentido, su trabajo tiene un diálogo cercano con el de Ignacio Lobo, pues Rodrigo Cociña también funciona reutilizando fragmentos de su trabajo ya sea en términos materiales, recortando trozos de antiguos trabajos, o reconstituyendo imágenes a partir de registros. En lo estrictamente pictórico podríamos definir a Rodrigo Cociña, como un pintor abstracto, pero la relación de su trabajo con la representación es otro insumo que puede estar presente o no dependiendo de las circunstancias. Un recurso presente a menudo es el uso del blanco como un aglutinante formal que reescribe al trabajo trayendo el fondo al primer plano y ofreciendo al espectador una segunda lectura.
Obra de Cristian Oliva.
Cristian Oliva trabaja en función de la resolución de la superficie como un pizarrón de apuntes en donde intenta capturar momentos en función de la superposición de capas de diversa naturaleza y densidad. La mancha, funciona como un acto de apropiación rápida de la superficie territorial del formato. Posteriormente, la línea ejerce una función de carácter ideológico, v reteniendo las manchas previas como si se estuviese superponiendo una capa que contuviese un mapa o un texto descriptivo. La relación con la representación es formalmente abstracta sin embargo la relación de su pintura con el concepto paisaje, está siempre presente, y se hace presente en los títulos de los trabajos que funcionan como un pie de foto.
De izquierda a derecha: de pie Cristian Oliva, sentado Ignacio Lobo. Al fondo Rodrigo Cociña y sentado camisa blanca Luis Cociña.
