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Científica Susana Paula afirma que los incendios deben ser enfrentados como problema sistémico CULTURA|MEDIOAMBIENTE

Científica Susana Paula afirma que los incendios deben ser enfrentados como problema sistémico

“No es suficiente concentrarse en la extinción de incendios, como ha ocurrido históricamente. También es necesario comprender al territorio como un sistema socioecológico, donde las personas y la naturaleza están interconectadas y, por tanto, los factores ambientales, ecológicos, sociales e institucionales determinan la ocurrencia, extensión y el impacto de los incendios”, señala la científica, que acaba de publicar una investigación al respecto.


Una científica señala que los incendios ya no deben enfrentarse como hechos aislados, sino como un problema sistémico.

“Debemos asumir que los incendios forestales llegaron para quedarse en Chile. El cambio climático está influyendo, pero las actividades humanas son fundamentales para explicar la ocurrencia de incendios cada vez más frecuentes, severos y extensos”, asegura Susana Paula, investigadora del Instituto de Ecología y Biodiversidad y del Centro del Fuego y Resiliencia de los Socioecosistemas de la Universidad Austral de Chile (FireSES), quien participó de una reciente investigación en la que se analizaron los incendios forestales del último tiempo en Chile.

El trabajo, publicado en la revista Environment: Science and Policy for Sustainable Development, realizado junto a la científica Paula Villagra –también de FireSES–, tomó como base un informe técnico desarrollado por el Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2, sobre el cual se generó un análisis comparado de los resultados respecto a lo que está ocurriendo en otros lugares del mundo.

La científica Susana Paula.

Megaincendios

Un informe de la Conaf estableció que, debido a la gran intensidad y capacidad destructiva de los incendios de 2017, la escala global de la medición de la intensidad de los mismos cambió. Ahora se incluyen los incendios de sexta generación, los cuales superan la capacidad humana para combatirlos.

“Los megaincendios son fuegos que liberan una gran cantidad de calor, propagándose rápidamente sin que ningún sistema de control de incendios sea capaz de extinguirlos, por lo que afectan grandes superficies. El incendio de Las Máquinas en 2017 fue el primero de sexta categoría registrado en el mundo y tuvo una energía realmente brutal que ocasionó las conocidas tormentas de fuego. Se trata de un proceso en el que las altas presiones atmosféricas favorecen que el aire caliente liberado por el incendio suba hasta alcanzar altas capas de la atmósfera, donde se enfría y se desploma hacia la superficie terrestre, haciendo que el incendio se propague muy rápido, ya que va secando todo a su paso”, explica la investigadora del IEB y doctora en Recursos Naturales y Medio Ambiente.

La bióloga y ecóloga del fuego, añade que estos dramáticos sucesos son favorecidos por el alza de temperaturas y disminución de precipitaciones, ambas, condiciones climáticas que han ido acrecentándose en nuestro país durante la última década. Pero también, los factores antrópicos más directos son clave, sobre todo, teniendo en cuenta que solo el 1% de los incendios en Chile ocurre por causas naturales.

Al respecto, la científica señala que, junto a estas condiciones climáticas, la zona centro-sur de nuestro país cuenta con características óptimas para la ocurrencia de grandes incendios.

“El fuego necesita propagarse a través de un combustible. La vegetación, del tipo que sea, puede incendiarse; pero si además las mismas plantas son altamente inflamables, el inicio y propagación del fuego es más probable. Y aquí tenemos plantaciones forestales muy densas y extensas, las que representan una alta cantidad de material que se inflama con facilidad. Pero, además, esta es una vegetación homogénea y continua, lo que favorece la propagación de los incendios, hecho que ya quedó demostrado durante el 2017”, comenta la bióloga.

Cambio de enfoque y comunidades resilientes

Considerando este nuevo escenario, las autoras del trabajo explican que este cambio en el régimen del fuego también requiere modificar el enfoque sobre cómo se gestiona el territorio afectado por incendios forestales.

“No es suficiente concentrarse en la extinción de incendios, como ha ocurrido históricamente. También es necesario comprender al territorio como un sistema socioecológico, donde las personas y la naturaleza están interconectadas y, por tanto, los factores ambientales, ecológicos, sociales e institucionales determinan la ocurrencia, extensión y el impacto de los incendios”, señala Susana Paula.

Así, por ejemplo, el actual panorama del bosque esclerófilo, ubicado en la zona central de Chile, ya es bastante complejo desde que se evidenciaron los efectos de la megasequía. La coloración de este bosque “siempreverde” ha cambiado radicalmente a tonos cafés, mortandad que deja a la vista los estragos de la sequía, y haciendo de este ecosistema un espacio altamente vulnerable a las llamas. Pero la amenaza también se extiende a todo el país, según explica la investigadora, incluyendo diferentes bosques sureños.

Debido a la complejidad del fenómeno y sus múltiples impactos a nivel social, económico y en la salud de poblaciones humanas y de nuestra biodiversidad, es que el trabajo enfatiza la necesidad de avanzar hacia la creación de paisajes más resilientes.

“Esto implica moverse hacia un paradigma donde los sistemas socioecológicos tengan las capacidades para prevenir, mitigar y hacer frente a los incendios forestales y, si es posible, adaptarse a ellos”.

El documento explica que contribuir a la construcción de territorios más resilientes al fuego, también supone darle valor a la visión interdisciplinar, basada en la investigación científica que ha proliferado a partir del año 2017. Estos aportes incluyen el trabajo de ecólogos, climatólogos, sociólogos, economistas y psicólogos.

Finalmente, el trabajo pone énfasis en algunas recomendaciones claves para abordar esta problemática. Estas incluyen priorizar las actividades de prevención (frente a las del combate), promover estrategias y políticas para la gestión y planificación que diversifiquen el paisaje ajustándose a la realidad territorial, y regulaciones del cambio del uso del suelo, particularmente de los territorios afectados por el fuego.

Otro punto que se destaca es desarrollar políticas y acciones dirigidas al control de especies invasoras y restauración de ecosistemas nativos, e implementar programas de apoyo psicosocial de largo plazo para las comunidades afectadas. Existen ejemplos de todo ello en distintas partes del mundo y que pueden ayudar a estar más preparados frente a los incendios forestales en un mundo cada vez más inflamable.

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