CULTURA|OPINIÓN
Un maridaje, que no sólo habla de un artista y una galería, sino de la reactivación de un espacio en el cual son parte de esta “Bitácora de viaje” artistas visuales de otras disciplinas partiendo por Claudia Arratia (escultura), Carlos Balló (Pintura), Jorge Candia y Natalia Reyes (collage).
Ir de un lugar a otro, armando un periplo muchas veces inagotable, hace del viajar una forma de vida. Sin embargo, reencontrarnos con un artista visual de la calidad de Alfonso Fernández (Chile – 1969), nos demuestra que Galería Vermilion, tras partir en Barrio Italia, continuar en Parque Araucano y recalar en Providencia y con ello, sumar cinco años difundiendo artistas, desde emergentes a consagrados, pasando por diversas disciplinas, desde las más clásicas a los nuevos medios, ha tomado un rumbo mucho más ambicioso, al destacar el trabajo de un creador que por peregrino que parezca, en ambos casos, tanto de Fernández como Vermilion, han sabido perseverar.
Tanto así que este artista lleva casi 40 años trabajando de forma imparable en grabado (xilografía, litografía, agua fuerte), pintura, escultura y cerámica. Porque como dijo José Saramago, “el viaje no termina jamás. Solo los viajeros terminan”, y ahí está la clave de este trayecto con visos de racontto, que pone en valor la obra de Alfonso Fernández, cuyo proceso creativo comprende este espacio reflexivo que hoy vemos expuesto.
Una extensa “Bitácora de viaje” en la cual conversan la gestualidad siempre presente del expresionismo abstracto, que por cierto sirve de puente para acceder a su fuero más íntimo. Un transfundir de inquietante factoría que se traduce en una aguafuerte y punta seca en matriz de cobre, y la reconstrucción de la imagen paterna, conformada por una serie llamada “Personal” (2002), que también fue expuesta en Croacia y en varios países de Europa, obra que además es la carátula del disco de la banda chilena Familea Miranda.
Pero, junto a ella están además, “Frutas al despertar con Nemesio” (2000), “Mar y memoria 4” (carbón y acrílico sobre tela- 2014), y una de sus más recientes series “ Sueño de Gerónimo” (acrílico sobre lona- 2023), que es parte de ese ir y venir que va de Santiago a Albuquerque como parte no sólo de una formación que se inicia con Cesar Osorio (Universidad de Chile-1984), continúa con Nemesio Antúnez en el Taller 99, (1987-1992), hasta seguir una carrera internacional en el Instituto Tamarid de la Universidad de Nuevo México, 1993 – 1995, para finalmente ser becado por el Consejo de las Artes de Ohio, artista invitado Zygote Press (Cleveland- USA), e invitado a trabajar con el artista visual Sam Gilliam, (Washington, D.C. – 2000).
Y eso, sin contar las innumerables exposiciones individuales y colectivas, que son parte de este periplo, en el que este es sólo el principio, ya que a partir de ahora se integra como artista permanente de Vermilion, galería que exhibe gran parte de su obra, en la cual se evidencia un respeto irrestricto por los materiales, creando un ejercicio plástico colmado de estarcidos y achurados, mediante el cual logra configurar un lenguaje extraordinario, el que podrán apreciar como parte de esta interesante muestra.
Un maridaje, que no sólo habla de un artista y una galería, sino de la reactivación de un espacio en el cual son parte de esta “Bitácora de viaje” artistas visuales de otras disciplinas partiendo por Claudia Arratia (escultura), Carlos Balló (Pintura), Jorge Candia y Natalia Reyes (collage). Un relato conjunto que reintroduce la idea de galería boutique como un concepto que instala la propuesta de un artista estable, junto a otros itinerantes viajeros.
