
El arte como una herramienta vital para las infancias
En el marco de las celebraciones de la Semana de la Educación Artística, comenzamos la celebración de los 40 años del Taller de Cine para Niños. Esta conmemoración nos permite mirar el pasado con responsabilidad y el futuro con compromiso.
En agosto de 1985, en plena dictadura, en la parroquia Jesús Carpintero de la población Huamachuco en la comuna de Renca, Alicia Vega comenzaba la primera versión del Taller de Cine para Niños. 113 niñas y niños entre 4 y 13 años participaron desde agosto a diciembre del taller, donde a través de la imagen en movimiento, la historia del cine y el lenguaje audiovisual pudieron refugiarse de la hostilidad de la pobreza y la dictadura.
A lo largo de todas las sesiones, las niñas y niños marcaban asistencia a través del acto político de la urna, escribiendo su nombre con un lápiz a mina y depositando el papel como si se tratase de un voto en una urna construida con materiales de desecho.
Con este gesto, Alicia hacía partícipe a los niños de un derecho inexistente en la época.
Alicia pudo observar el impacto que causaba en los participantes la imagen proyectada en una pantalla grande, la oscuridad absoluta de la sala y la experiencia cinematográfica colectiva. De esta manera las niñas y niños aprendían a ser críticos frente a la imagen que se proyectaba, pudiendo además manifestar de manera libre sus propias opiniones. Otro derecho suprimido en la época.
La participación familiar fue también un elemento importante del Taller. Las niñas y niños llegaban a sus casas con un rollo mágico, y debían dejar por escrito la reacción de sus familias, proyectando de esta manera la experiencia del Taller a un amplio espacio comunitario, conformado por los familiares, amigos y compañeros de colegio.
Antes de comenzar el Taller, Alicia Vega visitó y se hizo parte de la comunidad de la población Huamachuco, observando en las ollas comunes, la realización del deporte, los cursos y el catecismo. Ella observó que se enfrentaba a una población con altos niveles de cesantía y vulneración de derechos sociales.
Con sus propias palabras, Alicia identifica como objetivo principal “iniciar al niño de una población popular en una experiencia comunitaria recreativa de acercamiento a la imagen kinética, para para contribuir en su crecimiento como persona”, y al mismo tiempo plantea como marco teórico “que los destinatarios, más allá del aprendizaje inmediato de una forma artística (lenguaje cinematográfico) aprenden a llenar las brechas culturales mediante el desarrollo de todas sus capacidades humanas, hecho que es extraordinariamente importante especialmente para los sectores de extrema pobreza”.
A 40 años del inicio de esta experiencia trascendental en la historia cultural del país cabe preguntarse, ¿en qué ha cambiado nuestra sociedad? ¿Cómo ha cambiado la pobreza? ¿Cómo nos vinculamos hoy con la pobreza? ¿Es la educación artística una herramienta que colabora en la erradicación de la pobreza?
Desde la Fundación Alicia Vega, y con las herramientas del legado de cuatro décadas de trabajo en educación artística, estamos convencidos del rol que juega la educación artística en el desarrollo humano y nuestro compromiso radica en darle continuidad a los compromisos que han marcado el trabajo de Alicia.
En el marco de las celebraciones de la Semana de la Educación Artística, comenzamos la celebración de los 40 años del Taller de Cine para Niños.
Esta conmemoración nos permite mirar el pasado con responsabilidad y el futuro con compromiso. Convencidas de que la educación artística además de un derecho humano, es una herramienta contundente para formar a niños y niñas en valores y habilidades sociales que colaboran en el desarrollo integral de nuestra sociedad.
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