Los ciudadanos chilenos expresan con firmeza su expectativa de que se produzcan fuertes cambios en la arquitectura de la protección social del país. La oposición a las AFP es un tema recurrente, que envenena la vida pública chilena desde hace años. Un anuncio fuerte y claro, bien entendido por la población, sería la nacionalización de las AFP bajo un solo paraguas. El fondo soberano noruego es un ejemplo y por cierto, se desempeña mucho mejor que las AFP chilenas. Se trataría de crear un fondo soberano chileno, salvo que sería propiedad de los futuros pensionistas y no del Estado.
La pregunta que se plantea aquí es con qué lógica debería haber seis y ahora siete administradoras de los ahorros chilenos para la jubilación obligatoria (AFP) en lugar de una sola de propiedad pública. ¿Por qué no está como modelo la administradora pública CalSTRS, que administra la jubilación por capitalización de los profesores de California?
Los iniciadores de la reforma de 1980 daban una respuesta simple a ésto, que hasta hace poco había logrado un amplio consenso entre políticos y economistas chilenos: sólo una diversidad de operadores en fuerte competencia, sujetos a un regulador poderoso, asegurará menores costos y mejores rendimientos para los cotizantes chilenos.
Puede ser cierto, pero eso es sólo un aspecto menor de la cuestión. Hoy en día, los operadores de gestión de activos de todo el mundo se están concentrando muy rápidamente, y también en Chile, entre las AFP. La razón es simple: hay grandes ahorros relacionados con el tamaño en esta industria, ya que opera en gran medida sobre una base de costos fijos. Así, un Blackrock administra actualmente $6.900 mil millones de dólares; los dos fondos públicos californianos CalPERS y CalSTRS administran respectivamente $380 y $240 mil millones de dólares.
[cita tipo=»destaque»]Volvamos entonces a la suposición de los creadores del sistema AFP. Ellos podrían decir que sí, la gestión cuesta mucho, pero es de mejor calidad gracias a la presión competitiva. Otra vez, las cifras de la Superintendencia cuestionan esta afirmación. Los gestores de cada tipo de fondo están estrictamente sujetos a las normas de inversión impuestas por el regulador. Además, el 60% de los activos financieros de los fondos son invertidos en Chile, donde el espacio posible es muy restringido: todos invierten en los mismos activos que se cotizan en la bolsa de Chile.[/cita]
Frente a estos monstruos, los fondos de pensiones chilenos en circulación ascendían a $212 mil millones de dólares a fines de octubre de 2019, cifra similar a él de CalSTRS, pero no tanto cuando se divide entre seis o siete. Hay posibilidades de grandes ahorros con una fusión, como se puede estimar consultando los excelentes informes que la Superintendencia de Pensiones proporciona regularmente.
El primer elemento de ahorro es inmediato: es el esfuerzo comercial, que perdería su sentido en una entidad única. Los costos en este ámbito representaron el 19,5% de los ingresos de las AFP en 2018, que fueron de casi $1.200 millones de dólares este año. ¿Por qué, en la AFP Cuprum por ejemplo, que administra $40 mil millones de dólares, hay 660 gerentes comerciales de un total de 1.304 empleados, sino porque las otras tienen también gerentes comerciales? En CalSTRS, los empleados son 1.740 para administrar seis veces más activos y ningún gerente comercial. Este esfuerzo sólo se logra al captar «clientes» de otra AFP, que replica inmediatamente en un juego a suma nula.
De hecho, la competencia entre las AFP es sobre todo a través de esfuerzos comerciales y no por comisiones más bajas, excepto para las AFP jóvenes, como lo es Uno -la séptima- que quiere hacerse un lugar bajo el sol.
Otro elemento de costo es administrativo y representa el 22% de los ingresos de las AFP. También en este caso las economías a escala son masivas. Una estimación prudente es que se podría reducir en un tercio si, al igual que la administración del Registro civil, sólo un equipo único se encargara de la gestión. El ahorro representa aquí el 7% de los ingresos totales.
Hay una partida de costo muy grande que no es visible, así que nadie habla de ello: son las comisiones pagadas por los fondos chilenos a los gerentes extranjeros que administran el 42% de los importes que se invierten en el extranjero y, en menor medida, pagadas a los gerentes nacionales. La tasa de comisión es del 0,68% anual, lo que en 2018 le costó a los cotizantes chilenos $590 millones de dólares o casi el 50% de los ingresos de las AFP. La gestión de activos, el asset management, es un negocio muy rentable en todo el mundo, y no sólo en Chile.
Básicamente, los chilenos pagan por sus ahorros de jubilación dos tercios de los gastos de gestión a las AFP y un tercio a los gerentes extranjeros. Se puede estimar que estos costos podrían reducirse a la mitad con un doble efecto: un fondo seis veces más grande que cada AFP de hoy negociaría contratos con gerentes extranjeros de manera más agresiva. Por otro lado, un solo fondo seis veces más grande puede fácilmente, como lo hace CalSTRS, desarrollar habilidades internas para manejar activos extranjeros directamente. Los ahorros serian así el 25% de los ingresos de las AFP (la mitad de la mitad).
Por último, la rentabilidad. Las AFP trabajan para ello en tanto que CalSTRS es una agencia pública sin fines de lucro. Aquí, en el escenario que estamos analizando, hay otro elemento de ahorro. La ganancia total de las AFP en 2018 fue de $445 millones de dólares, una cifra extremadamente alta: representa el 41% de los ingresos o el 22% del patrimonio neto (corregido por los «intangibles») comprometidos por los accionistas. 22% es muy alto cuando se trata de una actividad libre de riesgos mayores (¡excepto el final de su estado!).
Sumemos entonces. El ahorro en el marco comercial, administrativo total y de la ganancia alcanza un total de $716 mil millones de pesos o el 0,5% de los fondos administrados. Con estos ahorros, los gastos se volverán en línea con los estándares de grandes fondos comparables en el extranjero. En otras palabras, los empleados chilenos podrían capitalizar sus ahorros con un rendimiento que es un 0,5 punto más alto al año. A lo largo de los 40 años de carrera antes de la jubilación, esto permitiría que las pensiones fueran un quinto (22%) más altas.
Volvamos entonces a la suposición de los creadores del sistema AFP. Ellos podrían decir que sí, la gestión cuesta mucho, pero es de mejor calidad gracias a la presión competitiva. Otra vez, las cifras de la Superintendencia cuestionan esta afirmación. Los gestores de cada tipo de fondo están estrictamente sujetos a las normas de inversión impuestas por el regulador. Además, el 60% de los activos financieros de los fondos son invertidos en Chile, donde el espacio posible es muy restringido: todos invierten en los mismos activos que se cotizan en la bolsa de Chile.
Por último, es necesario tener en cuenta el mimetismo natural de los gestores: en esta profesión sabemos que es mejor estar equivocado con todos, que tener la razón con uno solo. Un empleado chileno que invirtió cada año desde 2002 hasta 2018 sistemáticamente en la AFP de mejor desempeño, habría ganado un 0,3% anual más que si hubiera invertido en la peor AFP (para fondos tipo A y B). Y los mejores y los peores cambian cada año. En otras palabras, un solo equipo de gerentes profesionales bien motivados, no lo haría peor que el promedio de las AFP.
Concluyo con un comentario más político. Los ciudadanos chilenos expresan con firmeza su expectativa de que se produzcan fuertes cambios en la arquitectura de la protección social del país. La oposición a las AFP es un tema recurrente, que envenena la vida pública chilena desde hace años. Un anuncio fuerte y claro, bien entendido por la población, sería la nacionalización de las AFP bajo un solo paraguas. El fondo soberano noruego es un ejemplo y por cierto, se desempeña mucho mejor que las AFP chilenas. Se trataría de crear un fondo soberano chileno, salvo que sería propiedad de los futuros pensionistas y no del Estado.
Añadamos un punto importante. Esta entidad pública tendría mayor legitimidad para invertir en activos chilenos no cotizados en bolsa, como carreteras, minas, distribuidores de agua, etc. ¿Es normal que el 42% de los ahorros de los chilenos destinados a la jubilación vayan a financiar el crecimiento de países extranjeros en lugar del suyo propio?
Esto no prejuzga en modo alguno otras reformas que deben llevarse a cabo, en particular la introducción de un componente de reparto para introducir más solidaridad y tener en cuenta a los pensionistas pobres. Pero con la conversión de las AFP en un fondo soberano, tendríamos un tema político unificador, que pondría a los intereses de todos los chilenos en primer plano y podría constituir un factor de unidad en estos tiempos difíciles.