PAÍS
A un día de que entre en ejercicio la cuarentena obligatoria para 7 millones de personas que viven dentro del Gran Santiago, la académica de la Universidad Católica del Norte y expresidenta de la Sociedad Chilena de Epidemiología, no tiene dudas en identificar la estrategia de la «nueva normalidad» del Gobierno y la conducta social desplegada en Semana Santa como los responsables de que la epidemia dejara su estabilidad de 400 casos diarios, para empinarse por sobre los 2.600 en un solo día. La epidemióloga advierte, con pesar, que las dos próximas semanas podrían resultar las más complejas, al punto de volverse negras, si se paralizan los exámenes PCR por falta de insumos. En ese contexto –precisa– no será posible detectar a los infectados asintomáticos, quienes seguirán esparciendo el virus, y los enfermos que no hayan podido testearse probablemente empeoren, sin lograr ser atendidos de forma oportuna. «Si eso ocurre, en dos semanas más estaremos como en España e Italia, teniendo que decidir a quién conectar y a quién no», anticipa la experta. El momento en que podrían darse los peores pronósticos, coincidirá con el término de la cuarentena en la RM y con la cuenta pública que tiene que dar el Presidente Sebastián Piñera, donde deberá abordar el estado de la pandemia en el país, el estallido social del 18-0 y el calendario constitucional, cuyo primer hito será el plebiscito del 25 de octubre.
