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Sugerencia a Mañalich: más y mejores proyecciones (no menos) Opinión

Sugerencia a Mañalich: más y mejores proyecciones (no menos)

El error de la autoridad fue haber creído a pie juntillas en las proyecciones de modelos que confirmaban sus intuiciones y no haber escuchado argumentos y evidencia que las cuestionaban. Tampoco ayudó que los adherentes del Gobierno insistieran, una y otra vez, en que la autoridad no debía ser cuestionada en tiempos de crisis, cuando lo virtuoso es exactamente lo contrario: precisamente porque los errores que pueden cometerse gestionando una crisis son mucho mayores que en tiempos normales, es esencial que las medidas se deliberen, basándose en la evidencia y buenos argumentos y no en descalificaciones. Como conclusión, proponemos más y mejores proyecciones a corto plazo, con arraigo en los datos. No podemos quedarnos a oscuras en un escenario tan amenazante.


El martes el ministro Mañalich realizó las siguientes declaraciones: “Todos los ejercicios epidemiológicos, las fórmulas de proyección con que yo mismo me seduje en enero, se han derrumbado como castillo de naipes”. Y agregó: “La realidad ha superado cualquier modelo que uno pudiera simular” y “navegamos en una suerte de oscuridad en que cada día vale”.

Es nuestro pensar que los modelos epidemiológicos y el análisis estadístico son un apoyo fundamental para la toma de decisiones en la medida que se tenga conciencia no solo de sus virtudes sino también de sus limitaciones. Nos parece que el error de la autoridad fue haber creído a pie juntillas en las proyecciones de modelos que confirmaban sus intuiciones y no haber escuchado argumentos y evidencia que las cuestionaban. Tampoco ayudó que los adherentes del Gobierno insistieran, una y otra vez, en que la autoridad no debía ser cuestionada en tiempos de crisis, cuando lo virtuoso es exactamente lo contrario: precisamente porque los errores que pueden cometerse gestionando una crisis son mucho mayores que en tiempos normales, es esencial que las medidas se deliberen, basándose en la evidencia y buenos argumentos y no en descalificaciones.

Tan fundamentales pudieron ser las proyecciones de corto plazo en la toma de decisiones, que habrían permitido que el ministro y las demás autoridades se hubieran dado cuenta con la suficiente antelación de que no estábamos en una meseta y que las cosas en la ciudad de Santiago estaban empeorando rápidamente.

Analizando los datos del propio Minsal, en el informe periódico de Espacio Público del 8 de abril, advertimos el aumento de los contagios en las comunas del Gran Santiago que no estaban en cuarentena. Y en el informe del 22 de abril mostramos que los promedios móviles de nuevos casos no solo venían creciendo sino acelerándose. Los siguientes informes, especialmente luego del salto de contagios del 30 de abril, no hicieron más que insistir en la necesidad de decretar una cuarentena general para el Gran Santiago, dado que el aumento de las tasas de positividad descartaba la explicación del Gobierno, respecto a que el incremento de contagios se debía a que habían aumentado el número de test. La medida solo llegó el 12 de mayo, cuando los nuevos casos en la Región Metropolitana superaban los 8 mil semanales.

También las proyecciones más simples de contagiados totales (testeados y no testeados) le habrían advertido al ministro que “la idea no es que nadie se contagie, sino que la mayor cantidad de gente se contagie de manera lenta” (declaraciones del 2 de abril para T13 Central), era una idea peregrina. Si la determinación era no colapsar el sistema sanitario, el contagio progresivo no podría rebasar un máximo de 10% anual de la población, llevando de inmediato a la conclusión de que la inmunidad de rebaño llegaría en 6 o más años. Con ese punto claro, el objetivo principal de la campaña se habría visto reforzado: llegar a la aplicación de un tratamiento o de una vacuna con el menor número de muertos posibles, y eso implicaba conseguir el menor número de contagios.

En la comparecencia del miércoles, el ministro reclamó por lo inútil que eran las proyecciones de fallecimientos de un estudio de la Universidad de Washington, al señalar un rango que va de 4 mil a 31 mil fallecimientos. Este rango no hace más que reflejar, de manera intelectualmente honesta, la enorme incertidumbre que tienen todas las proyecciones de mediano plazo, incluyendo proyecciones de cuándo se llegará a los peaks de contagios y fallecimientos. Entre otros factores y para el caso de Chile, estas proyecciones dependen de si tendremos cambios sustantivos y rápidos en el comportamiento de la gente, tanto obedeciendo las cuarentenas como mejorando sus hábitos de higiene y distanciamiento social, o si será necesario vernos enfrentados, primero, a un incremento importante en el número de fallecimientos para que estos cambios se den. Dichas proyecciones también dependen de cuán rápido (o lento) lleguen los ingresos y canastas a los hogares, facilitando que estos cumplan con la cuarentena.

Recomendamos al ministro ser escéptico ante los consejos de quienes le presenten modelos que supuestamente dan proyecciones precisas en escenarios tan inciertos como el actual. Creemos que será mejor tomar medidas considerando todos los escenarios posibles, poniendo especial peso en los más adversos, sin caer presa de un exceso de confianza, creyendo conocer cuestiones que en realidad no se conocen con la precisión suficiente. Y, por supuesto, considerar como un insumo clave aquellas proyecciones a corto plazo que no dependen mayormente de las incertidumbres del momento.

Como conclusión, proponemos más y mejores proyecciones a corto plazo, con arraigo en los datos. No podemos quedarnos a oscuras en un escenario tan amenazante.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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