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Desafíos en Política Exterior Opinión

Desafíos en Política Exterior

Francisco Orrego
Por : Francisco Orrego Abogado, académico, ex subsecretario de Minería (2012-2014), ex presidente del directorio de TVN (2018-2019) y ex director de Enami.
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Sería incapaz, por razones de espacio, hacer una enumeración exhaustiva de los desafíos que tendrá el ministro Andrés Allamand en Cancillería. Pero no puedo dejar de mencionar uno especialmente relevante: la implementación de la unidad de asesoría especializada encargada de velar por los intereses de Chile en procesos internacionales, que se encuentra pendiente desde el año 2018. Contemplada como una unidad especializada para programar, coordinar y preparar los trabajos que se requieran para defender los intereses chilenos, incluyendo los limítrofes, debe convocarse a los mejores profesionales y operar con criterio de política de Estado, respetando siempre criterios de excelencia y pluralismo. Considerando que es altamente probable que las pretensiones argentinas en el Mar Austral terminen resolviéndose mediante algún mecanismo de solución de controversias.


La Política Exterior se ha transformado en un dolor de cabeza para la actual administración. Han sido varios los factores que han explicado los sucesivos cambios de ministros en una cartera que, en general, presenta amplios espacios de trabajo exitoso y colaborativo. Junto con agrandar la lista de ex cancilleres, la designación del ex senador Andrés Allamand, quien posee una amplia experiencia y trayectoria política, aunque no diplomática, presenta una oportunidad para retomar y reformular la agenda de una cartera que tiene múltiples desafíos.

Siguiendo el ejemplo del Ministerio de Defensa, institución que el nuevo Canciller conoce bien por haber sido titular de la cartera, su primer desafío debería consistir en poner en marcha un proceso para elaborar una Estrategia Nacional sobre Política Exterior, con la amplia y transversal participación de actores públicos y privados. A través de este instrumento, se determinarían las bases de la política exterior chilena, con sus políticas y acciones, de manera que pueda traducirse esta política de Estado, que sirva como hoja de ruta para futuras administraciones. Quizás no se alcance a concluir el trabajo bajo este gobierno, pero es importante dar el puntapié inicial a un trabajo largamente esperado.

Una segunda línea de acción preferente dice relación con las pretensiones del gobierno argentino por expandir y consolidar sus intereses soberanos en el Mar Austral y la Antártica, a través de la extensión de su plataforma continental, en desmedro de los intereses chilenos en la zona. No solo deberá ponerse al día con un trabajo inexplicablemente demorado, sino que también deberá poner especial atención a los intentos por debilitar los límites marítimos de ambos países, establecidos en el Tratado de Paz y Amistad de 1984. Haría bien el Ministro en poner al Mar Austral y a la Antártica entre las prioridades de nuestra política exterior, desatendidas hace ya varias décadas por nuestra Cancillería.

Bastante avanzado se encuentra el trabajo legislativo para aprobar el nuevo Estatuto Chileno Antártico, que busca proteger y fortalecer los derechos soberanos antárticos de nuestro país, lo que es una buena noticia. Sin embargo, considerando las recientes actuaciones del gobierno argentino, sería deseable que antes de su aprobación definitiva por el Congreso, se revise, con amplio sentido estratégico, que dicho cuerpo legal no contenga -u omita- disposiciones que pudieran debilitar -o fortalecer- los intereses chilenos en la zona. Aún estamos a tiempo de evitar errores no forzados, tan propios del tenis pero también del trabajo legislativo.

El caso del cierre de embajadas será otra materia que deberá abordar, luego de que su antecesor anunciara la suspensión del plan de aperturas y cierres, acogiendo el llamado de diversos actores relevantes. Al nuevo Canciller le corresponderé revisar, explicar y socializar adecuadamente el proyecto, teniendo en especial consideración los diversos aspectos políticos, diplomáticos, económicos y otros, que envuelven este tipo de decisiones. Hay plena conciencia de la necesidad de tener una política exterior dinámica y moderna y no estática ni anticuada. El dinamismo implica tomar de decisiones difíciles e ingratas. Toda embajada que se abre, se puede cerrar. Pero la forma también es relevante.

Sería incapaz, por razones de espacio, hacer una enumeración exhaustiva de los desafíos que tendrá el Ministro. Ya debe haber recibido su pendrive. Pero no puedo dejar de mencionar uno especialmente relevante: la implementación de la unidad de asesoría especializada encargada de velar por los intereses de Chile en procesos internacionales, que se encuentra pendiente desde el año 2018. Contemplada como una unidad especializada para programar, coordinar y preparar los trabajos que se requieran para defender los intereses chilenos, incluyendo los limítrofes, debe convocarse a los mejores profesionales y operar con criterio de política de Estado, respetando siempre criterios de excelencia y pluralismo. Considerando que es altamente probable que las pretensiones argentinas en el Mar Austral terminen resolviéndose mediante algún mecanismo de solución de controversias, la pronta creación de esta unidad especializada en la Cancillería cobra especial importancia.

El nuevo Canciller, por último, cuenta con dos instancias de colaboración y apoyo, como son los ex cancilleres y el Consejo Asesor de Política Exterior. Sería deseable que las convoque de manera regular, junto con revisar la integración de esta última, de manera de incorporar a personas especializadas o con experiencia en relaciones exteriores. Confiamos en que ambas instancias contribuyan a la gestión del nuevo ministro, con alturas de miras y tendiendo siempre presente los intereses superiores del país. Ni siquiera nuestra política exterior ha estado libre de tensiones políticas en el último tiempo, alimentadas por miradas o intereses de corto plazo, que hay que dar por superadas por el bien de nuestro país.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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