Publicidad
Salud Digital en Chile: encontrando la ruta extraviada Opinión

Salud Digital en Chile: encontrando la ruta extraviada

¿Qué fue de Hospital Digital? Una auditoría de la Contraloría General de la República recientemente publicada, reveló compras millonarias de softwares que se utilizaron poco y nada, proyectos pagados y sin pruebas de su ejecución, licitaciones que exigían la presentación de marcas específicas (asunto abiertamente ilegal), fragmentación de compras para eludir procesos de Grandes Compras, células de especialidades que no registraban ningún avance en su implementación, subutilización de servicios por falta de implementación de elementos habilitantes, y cifras de producción de resolución de interconsultas que no alcanzaron ni el 3% de lo proyectado (asunto especialmente grave, atendiendo a la conocida problemática de las listas de espera en el sistema público de salud), además de falta de metodologías para asegurar la continuidad de los servicios contratados y/o proyectados y, por si fuera poco, problemas de conectividad en 9 de 17 postas rurales adscritas al Proyecto Hospital Digital Rural que fueron revisadas por la autoridad contralora.


La pandemia del SARS CoV-2 vino a desnudar las importantes carencias que sufre nuestro sector público de salud, que probablemente tiene entre sus puntos más críticos el insuficiente grado de desarrollo tecnológico en el manejo y gestión de la información sanitaria, y que para efectos de una correcta gestión de esta emergencia de salud, fue uno de nuestros principales puntos débiles. A modo de ejemplo, resultó sorprendente saber que la administración a nivel central de los datos epidemiológicos asociados a la pandemia eran realizados en planillas de Excel, revelando el nivel de atraso que tenemos en la materia. Este es un problema que se arrastra de manera histórica, pero que durante la actual administración, sin un rumbo claro, se ha vuelto más crónico. 

Otro ejemplo que grafica esta falta de desarrollo, y que durante las últimas semanas hizo y sigue haciendo crisis, es la intermitencia de servicios de los operadores de Licencia Médica Electrónica (LME), que si bien ocurre desde hace mucho tiempo, se volvió más crítico desde este 1 de enero de 2021, cuando entró en vigor la normativa que hace obligatoria la emisión electrónica de estos documentos.

El Colegio Médico de Chile, en atención a lo sucedido, solicitó a la autoridad sanitaria tomar cartas en el asunto, ya que esto genera importantes contratiempos en la atención de pacientes e impacta negativamente tanto en la calidad de estas atenciones como en la posterior tramitación de licencias médicas, exponiendo a los trabajadores a rechazos de licencias o, peor aún, ser despedidos por sus empleadores. A su vez, iniciamos una consulta electrónica con nuestros colegiados, con resultados preocupantes: un 27,9 % de quienes respondieron refieren no contar con LME en sus lugares de trabajo y un 92,8 % de quienes sí tienen acceso menciona que ha tenido problemas en su uso, entre los que se encuentran, principalmente, la caída frecuente de sistemas y dificultades de médicos y pacientes para identificarse mediante huella digital con 67,5 % y 62 %, respectivamente, y en menor medida, problemas de conectividad en el punto de atención (23,7 %) e incompatibilidad entre el sistema de LME y el Sistema Operativo y/o navegador del profesional emisor (11,2 %).

Estos alarmantes datos fueron expuestos a la subsecretaria de Salud Pública, Paula Daza, en una reunión que sostuvimos durante la primera quincena de enero, estableciéndose una mesa de trabajo que se encuentra revisando este tema. Mientras tanto, los operadores de LME se comprometieron con la Superintendencia de Seguridad Social a elevar sus capacidades para dar cuenta de esta nueva disposición legal, no obstante, a pesar de haber implementado mejoras que supuestamente disminuirían las incidencias y fallas de servicio reportadas, estas persisten, con los esperables efectos que esta situación desencadena, aspecto crítico sobre todo en un escenario sanitario que ha presionado enormemente el mercado laboral, y donde las desvinculaciones de trabajadores han pasado a ser parte del desolador panorama de nuestro país.

Por lo anterior, solicitamos formalmente al Ministerio de Salud retrotraer esta problemática disposición legal, con el objeto de desescalar todas las externalidades negativas que se desarrollaron, así como permitirle a la Mesa de Trabajo de esta materia llegar a propuestas de corto, mediano y largo plazo que logren dar solución a un proceso que es especialmente sensible, tanto desde el punto de vista sanitario como de seguridad social, y lograr insertarlo en una agenda global y estratégica de Transformación Digital en Salud, que un país como el nuestro requiere urgentemente y que debe ser liderada por la Autoridad Sanitaria, ya que nos parece que el origen de las dificultades en esta herramienta se basan en que el Ministerio de Salud delegó el funcionamiento de LME a operadores privados y que en 14 años no han logrado un grado aceptable de calidad en un servicio esencial en la provisión de prestaciones médicas.

Si bien es innegable que los procesos digitales brindan importantes facilidades en la tramitación de este y otros documentos de carácter legal, en el caso de la herramienta de LME es un hecho público y notorio que los operadores de estos sistemas ni estaban preparados para responder de manera apropiada al cambio reglamentario que estableció la obligación de emisión electrónica de licencias médicas, ni tampoco han dado el ancho para resolver la dramática situación de estas últimas semanas.

La pregunta es entonces: ¿por qué Chile adolece en la actualidad de ausencia de una Agenda de Transformación Digital en Salud? La historia no es tan larga, pero sí muy intensa: a pesar de las diversas iniciativas desarrolladas por varios equipos del Ministerio de Salud (con más ganas que respaldo institucional), y tal como muy probablemente sucede en otras carteras sectoriales, distintos cambios de administración, de diferente o del mismo sello político que el anterior, fueron dilapidando los esfuerzos invertidos previamente para instalar sus propios proyectos, lo que naturalmente impidió la continuidad o, siquiera, el establecimiento de una estrategia de largo plazo en esta materia.

El último ejemplo de esto fue Hospital Digital, iniciativa que se planteó audazmente como la solución a cada uno de los problemas de nuestro sistema público de salud, pero que no hizo más que apropiarse de manera cuestionable de los diversos proyectos de Salud Digital ya implementados en distintos territorios y Servicios de Salud de nuestro país, centralizándolos sin una lógica sanitaria que lo justificara, e implementando desarrollos de ínfimo impacto en lugares donde la tecnología en salud aún no había llegado. A pesar de las buenas, pero increíblemente mal implementadas intenciones, un cambio de ministro de Salud terminó por tapar con tierra esta otrora panacea.

¿Qué fue de Hospital Digital? Una auditoría de la Contraloría General de la República recientemente publicada, reveló compras millonarias de softwares que se utilizaron poco y nada, proyectos pagados y sin pruebas de su ejecución, licitaciones que exigían la presentación de marcas específicas (asunto abiertamente ilegal), fragmentación de compras para eludir procesos de Grandes Compras, células de especialidades que no registraban ningún avance en su implementación, subutilización de servicios por falta de implementación de elementos habilitantes, y cifras de producción de resolución de interconsultas que no alcanzaron ni el 3% de lo proyectado (asunto especialmente grave, atendiendo a la conocida problemática de las listas de espera en el sistema público de salud), además de falta de metodologías para asegurar la continuidad de los servicios contratados y/o proyectados y, por si fuera poco, problemas de conectividad en 9 de 17 postas rurales adscritas al Proyecto Hospital Digital Rural que fueron revisadas por la autoridad contralora.

En suma, un despilfarro inaudito de importantes y escasos recursos públicos en una estrategia que prometió bastante, pero que finalmente hizo muchísimo menos de lo que se esperaba, vulnerando gravemente los principios de impacto sanitario y eficacia en el gasto público y, lo que es peor, privando a miles de chilenas y chilenos de una solución oportuna y de calidad a los problemas de salud que les aquejan día a día.

Pero ya no podemos esperar más. Debemos avanzar decididamente en esta materia, con una perspectiva comprensiva e integral. Encontrar la extraviada ruta de la Salud Digital en nuestro país es una tarea urgente e importante, pero que requiere sentar a diversos actores a la mesa para generar un consenso amplio, que incluya a prestadores, pacientes, aseguradores, universidades, desarrolladores de tecnologías sanitarias, colegios profesionales y gremios de la salud, y que, independientemente del ciclo político actual, logre concordar las materias a incluir en esta agenda, con hitos de corto, mediano y largo plazo.

Asimismo, se debe contar con el tiempo y espacio suficientes para lograr coincidir en los pasos que como país debemos dar para avanzar de manera segura y decidida en los desafíos del presente y del futuro. Para aquella misión, podrán contar con el respaldo de nuestro gremio, el que ha establecido un compromiso ineludible con transformar la salud de Chile, y una efectiva Transformación Digital en Salud es el componente clave en el tránsito a un sistema sanitario justo, solidario, equitativo y eficiente para nuestro país y sus habitantes.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias