La jefa de la carrera de Ciencia Política del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile advierte que el momento político que vive el país puede ser una gran oportunidad, pero también un gran peligro. Desde el estallido social en adelante -enfatiza la académica-, Chile cambió y no volverá atrás y puntualiza que el resultado de las recientes elecciones da cuenta de ello. Es una gran oportunidad, sostiene, para «buscar cómo mejorar el sistema de representación política, cómo desoligarquizar la representación política, pero la tentación -advierte- de desinstitucionalizar la política es muy grande y, así como pasó en Perú, el resultado puede ser aún peor que la crisis que vivimos, porque puede aumentar el poder del dinero, aumentar los personalismos». Desde su punto de análisis, los independientes o lo movimientos sociales deberían tender a transformarse, tal vez no en partidos, pero sí en colectivos con orientaciones programáticas destinadas al bien común. El punto es que no necesariamente se puede estar yendo en esa dirección, sino en una totalmente opuesta y «lamentablemente más cercana a la que tenía Jaime Guzmán como forma de mediación política, que es la desaparición de las agendas programáticas colectivas y una atomización en agendas particulares».
