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Inevitabilidad social democrática Opinión

Inevitabilidad social democrática

Mario Waissbluth
Por : Mario Waissbluth Ingeniero civil de la Universidad de Chile, doctorado en ingeniería de la Universidad de Wisconsin, fundador y miembro del Consejo Consultivo del Centro de Sistemas Públicos del Departamento de Ingeniería de la Universidad de Chile y profesor del mismo Departamento.
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Literalmente millones de chilenos son los que ansían que el país tome rumbo en dirección al capitalismo social democrático, ese de países como Noruega, Holanda, Dinamarca, o Canadá, por nombrar unos pocos. Esos países tienen varios puntos en común, siendo el primero de ellos y más obvio, el de tener una carga tributaria elevada – no exagerada como Francia en donde se fueron al chancho – la necesaria como para darle a la ciudadanía la tranquilidad de contar con salud gratuita, educación pública de alta calidad, pensiones más que decentes, carreteras generalmente gratuitas


¿Cómo se puede reconocer a un socialdemócrata (como un servidor) en una asamblea? Fácil. Es alguien que, desde las tribunas del infantilismo revolucionario y nostálgico (como en la Lista del Pueblo) lo tildarían de amarillo y vendido al empresariado. Desde las tribunas del pinochetismo nostálgico (como el Kastismo y los UDI chacarillentos) lo tildan derechamente de rojo y marxista, pues sus anteojeras no permiten distinción de colores.

En la práctica, hoy somos muy pocos los que enarbolamos pública y orgullosamente las banderas del amarillismo profundo, pero son literalmente millones de chilenos los que ansían que el país tome rumbo en dirección al capitalismo social democrático, ese de países como Noruega, Holanda, Dinamarca, o Canadá, por nombrar unos pocos.

Lo que esos países tienen en común son cuatro rasgos principales: el primero y más obvio es una carga tributaria elevada – no exagerada como Francia en donde se fueron al chancho – la necesaria como para darle a la ciudadanía la tranquilidad de contar con salud gratuita, educación pública de alta calidad, pensiones más que decentes, carreteras generalmente gratuitas. No subieron los tributos de un día para el otro sino que lentamente.

Lo segundo, que viene de la mano con lo anterior, es que han pasado por un lento pero profundo proceso de modernización y profesionalización del estado, de modo de darle a la ciudadanía la tranquilidad de que sus elevados impuestos serán bien gastados en los ítems arriba mencionados.

Tercero: siguen siendo países capitalistas. Ca-pi-ta-lis-tas. Salvo educación, salud y pensiones, la libertad de mercado y el emprendimiento siguen siendo un pilar esencial en todos los sectores de la economía, la producción y el comercio. Apoyan a sus grandes empresas, como Royal Dutch Shell en Holanda, la noruega Marine Harvest que ya se compró la mitad de las salmoneras chilenas, la gigante naviera y portuaria danesa Maersk, que tiene importantes instalaciones en Chile, y la canadiense Scotiabank, en que muchos de nosotros tenemos cuentas bancarias. ¿Sabía ud. que el fondo de pensiones de los profesores de Ontario es dueño de importantes empresas en el mercado del agua potable en Chile? Los profesores tienen su propia AFP para invertir sus ahorros. Permítanme una sonrisa.

Cuarto: en Finlandia el 90 por ciento de los contratos laborales son resultantes de acuerdos colectivos, y las organizaciones laborales participan, junto con las empresariales, en todas las instancias donde se define y planifica la estrategia de desarrollo. Las tasas de sindicalización de Noruega, Bélgica, Dinamarca, Suecia y Finlandia van desde 54 a 69%. En cambio, la de Chile es 15% y la de USA es 10%. Los sindicatos participan en los directorios. La ley noruega permite flexibilidad horaria siempre que se concuerde entre los empleados y los trabajadores. En Dinamarca no hay salario mínimo y las normas laborales son enteramente flexibles, siempre que se concuerden entre sindicato y empresa. Aquí la CUT se opone a la adaptabilidad, por desconfianza ancestral.

Por cierto, algunos «derechistanos» se regodean diciendo que la socialdemocracia del Norte de Europa fracasó, que vienen de vuelta, que están ganando los partidos de derecha. Me permito una sonrisa. Ya nos quisiéramos los partidos de derecha de esos rumbos, pues estarían a la izquierda del PC y del FA. La carga tributaria de Suecia, Alemania, Finlandia y Noruega es superior al 40%. Aun así, sus empresas compiten de lo más bien en el mundo.

¿Qué opinarán Sichel y Boric de estos cuatro principios? ¿Por qué digo que tarde o temprano, ojalá más temprano que tarde, Chile estará navegando en rumbo a convertirnos en el país más profundamente social democrático de Hispanoamérica?

Digo que es inevitable porque, si gana Sichel y se corre a la derecha, le van a quemar La Moneda, y si gana Boric corriéndose muy a la izquierda, y agrede en vez de apoyar a las medianas y grandes empresas, o sube los tributos demasiado rápido, nadie le va a quemar La Moneda, pero no va a tener ni un centavo en las arcas fiscales y va a administrar la pobreza.

La socialdemocracia chilena, seria y responsable, es inevitable, tarde o temprano.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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