PAÍS
Crédito: Agencia UNO (Contexto)
El último informe elaborado por Transparencia Internacional (TI) sobre el Índice de Percepción de la Corrupción (CPI) del 2021 asegura que, en general, la evolución de la corrupción en Centroamérica es crítica, donde avanza el autoritarismo. Según el estudio, prácticamente ningún país puede presumir de mejoras importantes en estos últimos diez años en los que se lleva publicando el índice. En ese sentido, Chile se mantiene segundo, con 67 puntos, sólo siendo superado por Uruguay con 73, sobre un máximo de 100. Por otro lado, los países «más corruptos» son Venezuela y Nicaragua, con 14 y 20 puntos, respectivamente. Sin embargo, en los últimos 10 años, Paraguay es el único país que mejoró su clasificación. Por otro lado, Chile, Guatemala, Honduras, Nicaragua o Venezuela han caído considerablemente.
Chile se mantiene. Eso es lo que se desprende del último informe elaborado por Transparencia Internacional (TI) sobre el Índice de Percepción de la Corrupción (CPI) del 2021, el que, en general, es bien crítico ante la evolución de la corrupción en Centroamérica, donde avanza el autoritarismo.
Según el estudio, prácticamente ningún país puede presumir de mejoras importantes en estos últimos diez años en los que se lleva publicando el índice, puesto que la gran mayoría apenas han registrado avances o incluso han retrocedido en la clasificación que TI elabora cada año.
En ese sentido, Chile se mantiene segundo, con 67 puntos, sólo siendo superado por Uruguay con 73, sobre un máximo de 100. Por otro lado, los países «más corruptos» son Venezuela y Nicaragua, con 14 y 20 puntos, respectivamente.
Del resto, el único que aprueba es Costa Rica, con 58 puntos, al que siguen Cuba (46), Colombia (39), Argentina, Brasil (38), Ecuador, Panamá, Perú (36), El Salvador (34), México (31), Bolivia, República Dominicana, Paraguay (30), Guatemala (25) y Honduras (23).
En los últimos 10 años, Paraguay es el único país que mejoró su clasificación. Por otro lado, Chile, Guatemala, Honduras, Nicaragua o Venezuela han caído considerablemente.
Luciana Torchiaro, asesora regional para América Latina de TI, explicó a Efe que este estancamiento no solo «ha socavado la democracia y los derechos humanos», sino que también ha reincidido en los índices de pobreza y desigualdad y afectado a la lucha contra la pandemia.
Entre las democracias más robustas de la región destacan Uruguay y Chile. El primero consigue mantenerse, demostrando que la solidez de las instituciones, la independencia judicial y los derechos fundamentales son claves para combatir la corrupción.
«Lo que hemos podido confirmar con el caso de Uruguay es una de las grandes hipótesis de Transparencia Internacional: cuando las instituciones fuertes y democráticas funcionan, la corrupción es menor», añade Torchiaro.
En cambio, Chile sigue estancado en los 67 puntos desde 2017. Los escándalos de corrupción relacionados con la política o con las fuerzas de seguridad conocidos en estos diez años, como el Pentagate de 2014, han socavado la confianza en las instituciones en el país, que sigue lejos de los 73 puntos que llegó a alcanzar.
Sin embargo, TI celebra que el país tiene una «oportunidad única» para revertir esta tendencia si incorpora elementos anticorrupción en la propuesta de una nueva Constitución.
«Es fundamental que los gobiernos pasen de la palabra a la acción», reclama Torchiaro, para quien es importante también que la ciudadanía pueda controlar al poder, exigir la rendición de cuentas y cuestionar lo que está pasando.
«Los grandes cambios no solo suceden desde arriba, sino también desde abajo. El éxito en la lucha contra la corrupción depende de que todos los sectores, todas y todos, pongamos un granito de arena», concluye la analista.
