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Las islas más allá del encanto y el asistencialismo Opinión

Las islas más allá del encanto y el asistencialismo

Guillermo Brinck Pinsent
Por : Guillermo Brinck Pinsent Antropólogo, magíster en etnopsicología, candidato a doctor en etnología y antropología social, académico Universidad Academia de Humanismo Cristiano e investigador del laboratorio de investigaciones insulares (ISLab).
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Las islas son relevantes porque están por todas partes, son muchas y tienen necesidades específicas que deben ser atendidas, pero sobre todo importan porque pueden ser un aporte crucial al desarrollo del país en el contexto de crisis medioambiental que estamos viviendo a nivel planetario. Las islas y los archipiélagos nos han enseñado en el pasado y aún pueden darnos lecciones para aprender. Darwin atendió a lo que ocurría en las Galápagos y terminó inventando la teoría de la evolución de las especies por la selección natural y tanto en antropología como en sociología hay teorías que se han desarrollado en base a las dinámicas archipielágicas.


La visita del presidente electo Gabriel Boric junto a Irina Karamanos al archipiélago Juan Fernández es una excelente noticia para las comunidades isleñas de nuestro país. Que hayan decidido utilizar sus vacaciones para este viaje puede deberse al embrujo de las islas o quizás habla del compromiso personal que este presidente tiene con las zonas extremas. En cualquier caso, las vacaciones del presidente son una oportunidad para hablar de nuestras olvidadas islas y su importancia, y de la necesidad de crear una oficina o departamento de territorios insulares.

De acuerdo con el ministerio de Bienes Nacionales, Chile cuenta con 43.471 islas e islotes. Si bien no todas están habitadas, en ellas se han desarrollado formas distintivas de adaptarse a ecosistemas únicos con gran biodiversidad terrestre y marítima, desplegando formas culturales distintivas que se asumen como patrimonio cultural de Chile. Solo por esta razón se hace necesario un cuidado especial de las islas y sin una entidad específica que produzca información para elaborar políticas pertinentes, las islas seguirán estando invisibilizadas.

Las islas son relevantes porque están por todas partes, son muchas y tienen necesidades específicas que deben ser atendidas, pero sobre todo importan porque pueden ser un aporte crucial al desarrollo del país en el contexto de crisis medioambiental que estamos viviendo a nivel planetario. Las islas y los archipiélagos nos han enseñado en el pasado y aún pueden darnos lecciones para aprender. Darwin atendió a lo que ocurría en las Galápagos y terminó inventando la teoría de la evolución de las especies por la selección natural y tanto en antropología como en sociología hay teorías que se han desarrollado en base a las dinámicas archipielágicas. Desde que se organizaron los Estudios Insulares en los años 2000, se ha acumulado una cantidad de evidencia, perspectivas y experiencias comparadas que permiten identificar tendencias propias de las sociedades isleñas que las distinguen de otros territorios extremos y las posicionan como un patrimonio mundial.

Las islas son pequeñas y están rodeadas de agua. Esta condición insular no implica el aislamiento absoluto, pero estimula una clara conciencia de las fronteras físicas y sociales en sus habitantes y exige una adaptación creativa a condiciones ecológicas frágiles y variadas, lo cual implica el desarrollo de un modo de vida asentado en el territorio y el maritorio, acompañado de un fuerte arraigo y sentido del lugar. Al ser espacios terrestres limitados con ecosistemas diferenciados y frágiles, las sociedades isleñas encuentran rápidamente sus límites geográficos, ecológicos, económicos y sociales. Estas comunidades a menudo han atestiguado extinciones de especies endémicas y desastres ecológicos que los han obligado a desarrollar sistemas de producción tradicionales de bajo impacto. Eso es lo que ocurrió en Juan Fernández, donde el conocimiento de la devastación de bosques nativos, la pérdida absoluta del sándalo y la casi extinción del lobo fino de dos pelos a fines del siglo XIX alertaron a los isleños quienes diseñaron un sistema de pesca sustentable que hoy está certificado por la Marine Stewardship Council. Evidentemente, no siempre se logran implementar las mejores soluciones, por lo cual a menudo los habitantes de las islas se asocian con ONGs, universidades y organismos estatales para implementar medidas más efectivas.

Las sociedades isleñas enfrentan en la actualidad los mismos problemas y desafíos que los territorios continentales: la presión demográfica sobre los recursos, la amenaza de la seguridad alimentaria, la pérdida de control sobre el propio territorio, los conflictos sociales derivados de la inmigración, los desequilibrios ecológicos y el alza de los mares por el calentamiento global. Y son estos mismos procesos mundiales simultáneos los que nos han hecho ver que nuestro planeta es también una isla de la que no es tan fácil salir para explorar otros planetas que podamos habitar en el vasto archipiélago exterior. Este planeta, que está hecho más de agua que de tierra y que bien podría llamarse planeta archipiélago, enfrenta en el largo plazo (o eso nos gustaba creer) las mismas crisis que enfrentan todas las comunidades isleñas. Es urgente reconocer a las comunidades isleñas en su diversidad, sus familias, hombres, mujeres, niños, niñas y adolescentes en sus necesidades como en lo que tienen para ofrecernos en la creación de modelos de desarrollo situados en el territorio y ayudarlos a encontrar soluciones efectivas de manera colaborativa, creando conocimiento ciudadano y asegurando participación en la administración del territorio y financiamiento adecuado para estas iniciativas. Se necesita crear una institucionalidad que tome en serio a las comunidades isleñas y sus territorios desde una perspectiva comprensiva, considerando los aspectos políticos, sociales, culturales, económicos y ecológicos involucrados para generar modelos de desarrollo insular que podrían inspirar políticas de mayor escala. Esperamos que esta visita al archipiélago Juan Fernández impulse la discusión sobre el valor de las islas y el estatus de los isleños más allá del encanto mítico que ejercen sobre todos nosotros.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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