Se trata de Ximena Rincón, Matías e Ignacio Walker y Fuad Chahin, de la Democracia Cristiana; Carlos Maldonado, del Partido Radical (hoy con su militancia suspendida por la colectividad); y el entrevistador y líder de Amarillos por Chile, Cristian Warnken. Hicieron caso omiso a lo dictado por sus partidos –en el caso de los militantes– y se decantaron por la opción del Rechazo en el plebiscito de salida. Esquivaron críticas y se mantuvieron estoicos, por lo que su alegría fue difícil de esconder. Pero el sabor del triunfo viene acompañado de desafíos mayores. Muchos de los que ahora celebran haber impulsado la opción que la gran mayoría de los chilenos respaldó este domingo, tienen atado su capital político a la decisión que vayan a tomar las derechas a partir de este 5 de septiembre, especialmente Chile Vamos. El gran riesgo es que esta última coalición no cumpla su promesa o ponga trabas a la elección de una nueva Convención. Al sacar más del 60% de los votos –tal como advirtió hace unos días Axel Callís en este medio–, «la derecha no va a estar apurada en viabilizar una nueva Convención Constitucional”.
Apostaron a contracorriente y acertaron. La llamada Centroizquierda por el Rechazo y Amarillos por Chile se decantaron por una opción criticada por el resto de la centroizquierda, y resultaron victoriosos.
Quienes se encuentran hoy en la tribuna de los vencedores fueron los llamados «díscolos», sobre los que incluso pesaban amenazas de expulsión de los partidos, o de suspensión de las militancias, tal y como de hecho le ocurrió a Carlos Maldonado, quien fue marginado por la mesa directiva del Partido Radical. Junto a él, los rostros más emblemáticos de este sector son los de Ximena Rincón, Ignacio y Matías Walker, Fuad Chahin (DC) y Cristian Warnken, líder de Amarillos por Chile. Todos ellos esquivaron dardos, críticas y peticiones de salida desde sus partidos –en el caso de los militantes–, durante todo el proceso electoral, y se mantuvieron estoicos, por lo que con justa razón celebraron ayer tras conocer los resultados. Incluso, por la manera de festejar y cantar el himno nacional, se podría inferir que el triunfo tuvo un aire de revancha.
Las primeras imágenes mostraban a una efusiva Rincón chocando su mano –al estilo «dame los 5″– con Maldonado, ambos ubicados en primera fila, mientras Chahin sonreía un poco más atrás. En el lado de Amarillos por Chile, Warnken celebraba, aunque evitaba adjudicarse cierta responsabilidad en el triunfo del Rechazo y que más bien él era un ciudadano preocupado como tantos otros más.
«La ciudadanía se pronunció de manera rotunda y contundente, en uno de los momentos más importantes de la historia de nuestra patria en las últimas décadas. De Arica a Magallanes la gente habló, el Rechazo ha ganado, se ha impuesto de manera clara y rotunda en nuestro país, porque los chilenos quieren una nueva Constitución, una buena y nueva Constitución», manifestó Rincón, una vez consumado el triunfo.
En esa misma línea, Walker instó a acuerdos para una nueva propuesta constitucional. «La centroizquierda por el futuro va a reunir a todas aquellas personas, movimientos, que nos atrevemos a decir que esta era una mala propuesta y que queremos construir una propuesta que le haga sentido a la inmensa mayoría de la gente, para construir un país en paz sin violencia, sin ataque en las redes sociales», indicó. «Chile ha dado una lección que quiere acuerdos y nosotros estamos disponibles, tal como lo hicimos el 15 de noviembre (de 2019), a construir grandes acuerdos», complementó.
Chahin, quien también se encontraba en esa celebración, se la jugó por una unión de los chilenos para dejar atrás «los conflictos». «El triunfo del Rechazo nunca lo planteamos para quedarnos donde estamos, sino que para darle a Chile una nueva Constitución que nos permite dar un salto a un desarrollo humano y justo hacia el futuro», apuntó.
«Ahora tenemos una gran responsabilidad, que es darle a Chile, en un proceso breve y austero, una nueva Constitución. Y una Constitución distinta, que nos una, que nos permita garantizar derechos sociales, pero con prosperidad», añadió.
En primera plana estaba Maldonado, quien celebró que Chile habló «con claridad, sin ninguna duda, fuerte y claro, que quiere una nueva Constitución, pero no quiere esta que tenía grandes defectos».
Es por eso que llamó a «seguir adelante, darse una nueva oportunidad y por eso trabajamos con mucho esfuerzo durante mucho tiempo, explicando que Chile necesitaba algo mejor que el texto que propuso la Convención Constitucional, y en ese esfuerzo seguiremos adelante, porque estamos plenamente comprometidos, sin ninguna duda, sin ninguna fisura, sin ninguna debilidad para dotar a Chile de una nueva Constitución».
En el lado menos político de la celebración, el escritor y académico Cristián Warnken afirmó que «la soberbia ha sido hoy día derrotada. Nosotros recibimos este categórico triunfo con humildad y recibimos a nuestros compañeros del Apruebo, los recibimos con los brazos abiertos».
“Muchas gracias, pueblo de Chile. La sabiduría de ustedes es la que nos ha dado señales suficientes desde hace varios años. Ahora es la clase política la que tiene que estar a la altura de lo que el pueblo de Chile está diciendo», concluyó.
Pero el sabor del triunfo viene acompañado de desafíos mayores. Muchos de los que ahora celebran haber impulsado la opción que la gran mayoría de los chilenos respaldó, tienen atado su capital político a la decisión que vayan a tomar las derechas este 5 de septiembre, especialmente Chile Vamos.
Precisamente por esto, los senadores de la Democracia Cristiana (DC), Ximena Rincón y Matías Walker, junto a otros, presentaron una iniciativa –el pasado 2 de agosto– que da un plazo de 15 días, desde el día del Rechazo, al Presidente de la República para enviar un proyecto que defina cómo continuar hacia una nueva Carta Fundamental.
El académico de la U. de Talca y doctor en Ciencia Política, Mauricio Morales, aseguró hace unos días a El Mostrador que, en el caso de que “la derecha no diera paso a la elección de una Convención Constitucional o que trabara el proceso con un nuevo plebiscito, claramente deja a esa centroizquierda del Rechazo en una mala posición frente a la opinión pública”.
El director de Tú Influyes, Axel Callís, advirtió un peligro latente: “Si el Rechazo saca el 60%, pienso que la derecha no va a estar apurada en viabilizar una nueva Convención Constitucional”, señaló en la misma ocasión a este medio.
Fuera de estos desafíos, la centroizquierda que aparece vencedora además tiene la misión de servir de puente entre la derecha de Chile Vamos, Socialismo Democrático y Apruebo Dignidad.
Importantes nexos, por cierto, ya que el mensaje compartido por todos es que la propuesta constitucional era mala, pero el fin sigue intacto: el país necesita una nueva Constitución, más moderna, que deje atrás la del 80. Es decir, serán los encargados de hacer cumplir los compromisos manifestados por la derecha, respecto a que seguirán con el proceso constituyente. Ese fue el mensaje durante la campaña y ellos, como capitalizadores del triunfo del Rechazo, no querrán perder este envión anímico.
La tarea se desarrollará en el Congreso principalmente, por lo que Rincón y Walker jugarán en casa. Pero no es la única cancha. Los rivales más duros serán aquellos de su misma coalición, la Democracia Cristiana particularmente, y otras instancias oficialistas, como Apruebo Dignidad y Socialismo Democrático, quienes los ven como las «ovejas negras» tras apoyar el Rechazo, haciendo caso omiso a lo decretado por la Junta Nacional DC. Con ellos tendrán que limar asperezas para lograr encauzar el nuevo proceso constituyente que se inicia. El segundo tiempo.