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Final sin festejo DEPORTES Crédito: Agencia Uno

Final sin festejo

Pablo Flamm
Por : Pablo Flamm Periodista deportivo
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Un final de camino triste y sin brillo para los albos, si logran su objetivo. Todo esto pasa porque el futbol chileno hace mucho tiempo perdió el control de su actividad. La dirigencia nunca ha logrado controlar y disuadir los focos de violencia de un pequeño grupo, no tiene potestad sobre las programaciones, porque la figura del delegado presidencial o incluso los alcaldes de las ciudades pueden vetar o suspender algún partido. Y este año han sido varios.


Este domingo Colo Colo puede lograr su estrella 33. Tiene amplias opciones de poder quedarse con el partido, sin embargo, si lo logra, será un campeón sin copa, medallas, vuelta olímpica y festejos. Un final de camino triste y sin brillo para los albos, si logran su objetivo.

Todo esto pasa porque el fútbol chileno hace mucho tiempo perdió el control de su actividad. La dirigencia nunca ha logrado controlar y disuadir los focos de violencia de un pequeño grupo, no tiene potestad sobre las programaciones, porque la figura del delegado presidencial o incluso los alcaldes de las ciudades pueden vetar o suspender algún partido. Y este año han sido varios.

Entonces, cuando hace algunos días el actual timonel del fútbol chileno, Pablo Milad, señaló que no había crisis en la actividad, me permito estar en desacuerdo con sus palabras. Claro, no todos los males son responsabilidad directa del exintendente de la Región del Maule, pero claramente en su gestión se han cometido muchos errores importantes, que tienen hoy al fútbol chileno efectivamente en una crisis profunda y compleja.

Y pensando en las elecciones de la ANFP del próximo 8 de noviembre, serán tres las alternativas por el sillón de Quilín. Pablo Milad, Lorenzo Antillo y Fernando Aguad. Si bien es poco el tiempo, uno espera poder conocer los planes y proyectos. Las ideas y sugerencias que se les pueda hacer a cada lista. Claro, esto es en privado y cerrado, en cuanto a la elección, ya que son 32 presidentes quienes decidirán el futuro de la mesa por el período de cuatro años.

El fútbol chileno está en un momento muy delicado. Basta revisar los resultados internacionales. Eliminados en primera fase de Libertadores, fuera de la Sudamericana, sin mundial por segundo período consecutivo, crisis de los árbitros con la salida de Javier Castrilli, dudas en cuanto a la propiedad de los clubes y relación de los representantes, partidos suspendidos y programaciones que varían a cada instante.

Hace mucho rato se viene hablando de todo, el diagnóstico es más que claro, pero no llegan las acciones pertinentes desde la clase dirigencial. Un partido donde puede haber campeón no tendrá la algarabía y festejo que corresponde. Por eso es una fase final sin festejo, triste, opaco y deslucido.

Entonces, sí hay crisis. Asumirla, es parte del proceso de querer generar cambios. Una crisis siempre es una oportunidad, no un lastre o incomodad. Al contrario, está la opción de poder generar planes para enmendar el rumbo. Se puede mejorar, siempre y cuando exista la voluntad, algo que por ahora no asoma con generosidad en Quilín y esto no solo atañe a la actual mesa, son los dirigentes que buscan el recurso mínimo y la ventaja para sus intereses.

Las imágenes del plantel de Palestino llegando al Calvo y Bascuñán de Antofagasta, con las puertas cerradas y sin la opción de poder ingresar, fueron noticia en todo el mundo. Una mancha innecesaria para un torneo que ha estado lleno de altibajos y situaciones anómalas. El fútbol se ha perdido, y cada fin de semana es más y más triste cada partido, con canchas con aforos limitados, con tribunas semivacías y la incertidumbre de saber si se podrá desarrollar la jornada en normalidad.

Final sin festejo, una realidad dura y decepcionante.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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