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Un elogio a Cobresal

Un elogio a Cobresal

El club de El Salvador entrega un ejemplo de cómo sobrevivir ante la adversidad. Y lo hace dignamente, con una fuerza interior y con un fútbol que, por momentos, sorprenden a medio mundo. Como ahora, que lidera el Campeonato de Clausura.


En todos los arranques de torneo, de un tiempo a esta parte, Cobresal figura entre los candidatos a perder la categoría. “Ahora sí que baja”, dicen los agoreros. Y aunque a veces pasa raspando, siempre, por una u otra razón, termina eludiendo un destino que parece escrito con mucha antelación.

Conozco gente que mira con desprecio lo que ocurre en la sequedad de El Salvador: “¿qué aporta ese club sin hinchas, sin títulos y con poca historia?”, preguntan algunos miopes, quienes no logran descifrar y valorar el ejemplo de supervivencia, de adaptación, que nos entrega Cobresal año tras año.

Porque el equipo minero debe enfrentarse con un escenario cada vez peor: El Salvador disminuye -paulatina o bruscamente- su cantidad de habitantes, su importancia para Codelco, su relevancia para el gobierno central. Casi, para todo el país.

Da la impresión, por momentos, de que está más instalado en el mapa futbolístico que en el mapa geográfico de Chile. Y eso se lo debe a Cobresal.

Hoy, en la cima de la tabla de ubicaciones; ayer, aferrándose con las uñas a la Primera A en la infartante instancia que es la liguilla promocional. Por ahí, asomado en la Copa Sudamericana, como antes lo estuvo -y con propiedad- en la Libertadores, gracias a ese cuadro que encabezó Manuel Rodríguez Araneda desde el banco, y que contaba con figuras como Julio Acuña, Gustavo Huerta, Álvaro Butti, Vladimir Bigorra, Manuel Pedreros, Julio Suazo, Sergio Salgado, Rubén Martínez y Nelson Pedetti, entre otros. Gran paradoja: invicto, quedó eliminado en primera fase…

¿Qué hace que esta institución sea más porfiada que la realidad misma, más terca que todos los oscuros vaticinios que indican a priori su descenso y hasta su desaparición? Un espíritu de revuelta que está por sobre el éxito o el fracaso deportivo: luchar día a día para legitimar su existencia, pero también su existencia como una metáfora, que es, en el fondo, lo que representa este club.

Para quienes no lo saben, el estadio El Cobre de El Salvador tiene más asientos que el número de habitantes de la ciudad, y para mantener el verde de esa cancha se utiliza el recurso más escaso y más valioso de toda esa vasta zona: el agua.

Vemos, así, que las dificultades aparecen hasta en los actos más cotidianos y simples, como abrir una llave. Allá, sin embargo, asoma como toda una proeza colectiva. Y se convierte en una señal de compromiso y de afecto: Cobresal también es querido.

Describo someramente ese contexto y ya suena a realismo mágico. Agrego sus dos mil 300 metros sobre el nivel del mar, las excentricidades del clima (una vez Colo Colo quiso jugar, ¡pero había nevado en el desierto!) y la misteriosa herencia que por ahí dejaron los indígenas precolombinos y sus pactos con dioses y constelaciones, y se arma una imagen que requiere de mucha credulidad para aceptar que ahí se desarrolla fútbol profesional.

Cuánta distancia con el panorama idílico de los equipos, por ejemplo, de la zona central, que fueron bendecidos con la fertilidad del paisaje y la pujanza del entorno urbano, y aun así no logran igualar los méritos de Cobresal.

Deportes La Serena, que nunca ha sido campeón y jamás ha representado al fútbol chileno en el plano internacional; lo mismo San Luis de Quillota. O San Antonio o Curicó Unido. Pienso en el presente de dos equipos de colonia: Audax Italiano y Unión Española, convertidos en una unidad de negocios, el primero, y en un remedo de sí mismo, el segundo… Dos clubes que en la cuarta fecha ya dijeron adiós a la pelea por el título, es decir, perdieron el sueño de ser campeones, ese mismo sueño que todavía mantiene Cobresal a pesar de todo. Y por extensión, todos sus hinchas, sean dos o sean miles. Da lo mismo.

En ese sentido, como en varios más, el cuadro minero responde con mayor consistencia y dignidad que otros mejor aspectados futbolística o financieramente.

¿Será campeón? No. Es más: creo que caerá este fin de semana ante Universidad Católica, en San Carlos de Apoquindo. Pero eso no quita ni agrega una letra a lo ya escrito. Porque de ganar, la UC habrá bajado al puntero. Habrá bajado a Cobresal.

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